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Año XVI, 25 de abril de 2024


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Una revolución del cuidado

Columna de opinión por Rocío Donoso
Viernes 5 de noviembre 2021 18:51 hrs.


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Chile, lamentablemente, atraviesa varias crisis. Constantemente escuchamos sobre la Salud, la Economía, la crisis de confianza y también de la importante crisis social, pero poco se habla sobre la crisis de los cuidados. Hoy, las personas de nuestro país vivimos más y por ende, necesitamos o necesitaremos en algún momento un esquema de atención y cuidados durante mucho más tiempo de nuestra vida. Tradicionalmente, han sido las mujeres quienes han asumido de forma invisible y no reconocida este trabajo fundamental para la dignidad humana.

Después del primer año de pandemia, fue más evidente aún la necesidad de poner en el centro el cuidado de las personas, familias y comunidades. Ante la fragilidad a la que nos expuso la crisis sanitaria, se hizo urgente concretar un principio de acceso universal a los cuidados, donde reconozcamos de manera oficial que todas las personas, en algún momento, seremos demandantes de cuidados y que quienes lo ofrecen ejercen un trabajo clave, que debe ser valorado y remunerado.

Según el INE, en su Encuesta Nacional de Uso de Tiempo en 2015, antes de la pandemia, las mujeres dedicaban 5,89 horas al trabajo no remunerado por día, superando en más de tres horas a los hombres, quienes destinaban 2,74 horas a las mismas labores. Sumemos a eso que la inserción laboral de mujeres sufrió en el país, durante el año 2020 un retroceso de 10 años (según cifras de ComunidadMujer).  Al año 2020, del millón 837 mil personas que habían perdido su trabajo, un 48,9% fueron mujeres.

Por eso, como programa de gobierno de Apruebo Dignidad, entendemos la urgencia de un Sistema Nacional de Cuidados que distribuya entre hogares, Estado y comunidad la corresponsabilidad del cuidado de personas como niños y niñas, personas en situación de discapacidad, mayores con dependiencia y sus propios cuidadores y cuidadoras, inspirado en el principio de universalidad y con una perspectiva feminista. Esto es realmente cuidar a quienes nos cuidan, integrando los servicios existentes, incluyendo plataformas que permitan a las comunidades dar alertas preventivas para las personas dependientes y sus familias.

Mi convicción es que se debe promover, por ejemplo, que los medicamentos se entiendan como un bien público de interés para el Estado y para esto, es necesaria la creación de un laboratorio nacional de producción estratégica de medicamentos y vacunas, además de la ampliación de la cobertura y dispensación de medicamentos en el sistema público.

Como Trabajadora Social, impulsaré la ampliación y profundización del Sistema de Protección Social para las personas de Chile. Necesitamos medidas ahora, que protejan a las familias ante eventuales nuevas olas de pandemia, crisis sanitarias y socioeconómicas. Ante el inminente fin del IFE, queremos instalar un sistema que entregue estabilidad y certezas a todas, todos y todes quienes habitamos en Chile. Lo necesitamos.

Entendemos que hay muchas urgencias y que por lo mismo, debemos impulsar varias transformaciones. Estas cuestan tiempo y dinero, no debemos engañarnos. Es un largo camino, pero por lo mismo, es nuestra responsabilidad histórica iniciarlo.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.