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Fernando Lolas, experto en bioética: “No hay alternativa (…) que aceptar que las vacunas sean puestas con algún grado de coerción”

El director del Centro Interdisciplinario de Estudios en Bioética de la Universidad de Chile abordó el dilema de la vacunación en nuestro país. Al respecto, el especialista indicó que "cualquier autoridad podría preferir una excesiva coerción o una limitación un poco más intensa de la vida de las personas frente a un liberalismo mal entendido que nos pusiera en riesgo a todos".

Maria Luisa Cisternas

  Jueves 30 de diciembre 2021 12:06 hrs. 
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Nuevos máximos de contagios por Covid-19 se están registrando en Europa, continente en el que la variante Ómicron se está imponiendo sobre Delta provocando estragos en países como Italia, donde se reportaron más de 78 mil casos confirmados de Coronavirus este martes. El avance de la cepa ha empujado al mundo a endurecer las medidas contra la diseminación del virus y Chile no es la excepción en cuanto la autoridad sanitaria inhabilitará los pases de movilidad a los mayores de 18 años que no cuenten con la dosis de refuerzo a partir del primero de enero del 2022, lo que se suma a la incorporación de una cuarta vacuna para mayores de 60 años y para trabajadores de la salud que se proyecta inocular en febrero del próximo año.

Pero el robustecimiento de las restricciones así como el acento que ponen los estados respecto a la vacuna ha venido de la mano de la resistencia de quienes esgrimen el derecho a decidir sobre sus propios cuerpos, rechazando la inoculación lo que suscita un cuestionamiento ético sobre cómo debe proceder la autoridad bajo este dilema.

Al respecto, el director del Centro Interdisciplinario de Estudios en Bioética de la Universidad de Chile, Fernando Lolas, sostuvo que existen dos perspectivas que entran en conflicto respecto al tratamiento de la salud: la clínica, que siempre se preocupa de los individuos y la epidemiológica, que debe considerar al conjunto de la sociedad. Por este motivo, cualquier argumentación debe tomar en cuenta qué es lo que se está privilegiando, “si la salud y la autonomía individual o bien, la salud y el beneficio de la comunidad”, explicó.

“Esa es la tensión principal, grupo versus individuos y la protección del grupo es la que fundamenta moralmente el que la autoridad sanitaria avalada por evidencia científica ponga ciertas medidas y no sólo la vacunación, estamos hablando de prácticas de higiene, ciertas prácticas de comportamiento saludable que son normalmente requeridos pero no siempre impuestos por la autoridad”.

Otra arista del conflicto es la dicotomía entre autonomía individual versus la autoridad que decreta las normas. Esta última, indicó Lolas, frecuentemente resulta amenguada tras los episodios de pandemia porque independientemente de las medidas que se adopten, resultan ineficaces para impedir los daños a las personas, en este caso, respecto a los efectos colaterales negativos que puede provocar la vacuna en algunos individuos, por lo que la autoridad deberá ponderar si vale la pena tomar el riesgo por el beneficio de la comunidad general.

Respecto a la otra vereda del dilema, el experto consideró que hay una visión atentatoria contra el colectivo en el concepto de autonomía que esgrime la población reticente a las vacunas.

“El argumento de la autonomía es un argumento complejo porque la gente entiende por autonomía una especie de libertad o libertinaje para hacer lo que se le ocurra, en cambio la autonomía clásica que nosotros reconocemos, que no siempre es la autonomía práctica y empírica que vemos todos los días es que uno tiene una especie de libertad pero para hacer lo que sea razonable y por lo tanto el argumento de la autonomía, del yo puedo hacer con mi cuerpo lo que se me antoja es un argumento que puede ser mal usado cuando se trata de proteger la salud total de la población”.

Si bien la situación se traduce a un dilema, concepto que el especialista en medicina psicosomática de la Universidad de Heidelberg define como “un problema cuya solución es otro problema”, consideró necesaria la imposición de la vacuna contra el Covid dado que “no hay alternativa ante la demostración de que las vacunas son mejores para proteger la estabilidad total de la población, que aceptar que sean puestas con algún grado de coerción, pero explicándole a las personas los fundamentos de las decisiones”.

“Yo creo que la primera acción debe seguir un principio de responsabilidad por lo tanto cualquier medida que demostradamente disminuya el riesgo para las poblaciones debe ser no solamente sugerida sino que implementada. Segundo, cualquier medida sugerida, aplicada o implementada debe ser también fiscalizada en el sentido de amonestar a las personas que no las siguen y tercero, que bajo esa lógica nosotros podemos sentirnos satisfechos de que en este país la gente es bastante disciplinada, por lo tanto debería ser una materia preponderante en los organismos del Estado y las instituciones científicas educar a la población para que tenga confianza de que las medidas que se están tomando se están tomando racionalmente y no con un criterio puramente político”.

Y es que Lolas hace una observación respecto a que los entes que administran el Estado deben poseer la legitimidad de la población para efectos de que sus disposiciones sean aceptadas. En eso también incide el poder ideológico, agregó, referido al respeto que la sociedad mantenga sobre las afirmaciones de los científicos o de las agencias que se dedican a producir conocimiento.

“Es importante recordar siempre que las normas éticas tienen que estar de alguna manera asociadas con alguna forma de poder porque de otra manera se convierten solamente en una suerte de afirmación relativista, ‘esto es lo que a mí me gusta y por lo tanto es lo que a mí me gustaría hacer’. Cuando una norma moral, por muy razonable que parezca, no puede ser plantada en base una cierta autoridad o como yo digo, liderazgo, que es la autoridad legítima, es muy difícil lograr resultados positivos”, sostuvo.

A lo anterior el médico psiquiatra hizo hincapié en lo gravitante que es la cultura en la medida que hay sociedades con una eticidad más disciplinada o comunitaria, donde los individuos no toman decisiones de manera individualista sino en referencia a un grupo.

“El caso de Japón por ejemplo que no es precisamente una sociedad autoritaria en el sentido que lo es China, la gente allá se deja rastrear, deja que le hagan seguimiento a sus contactos y es más disciplinada en cuanto a obedecer sin tener un gobierno autoritario porque la cultura en este caso es una cultura de cohesión social mucho más importante que la que hay en otros lugares”.

Si bien el experto reconoció que una medida por sí sola no puede dar las garantías de seguridad frente a un virus con ribetes desconocidos como lo es el Covid 19, “el principio de responsabilidad o de anticipación obligaría a cualquier autoridad a escoger cualquier camino que prometa tener la mayor eficacia en materia de protección de la vida de las personas por lo tanto cualquier autoridad podría preferir una excesiva coerción o una limitación un poco más intensa de la vida de las personas frente a un liberalismo mal entendido que nos pusiera en riesgo a todos“, aseveró.

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