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Año XVI, 29 de marzo de 2024


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Estudios sobre el estado de las lenguas indígenas en Chile: “Hay un interés de revitalización desde las comunidades educativas y sociales”

Diego Fuenzalida, investigador principal del estudio en lenguas kawésqar y yagán, menciona que es necesario mirar este tema desde un punto de vista histórico y sociopolítico. El objetivo es difundir estos resultados entre representantes de servicios públicos, academia , entre otros, con el fin de contribuir al diseño e implementación de una política lingüística.

Diana Porras

  Domingo 2 de enero 2022 15:12 hrs. 
pueblos indigenas

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El primer discurso de la presidenta de la Convención Convencional, Elisa Loncón, fue simbólico y emotivo porque comenzó con el uso de su lengua: mapuzungun.

La diversidad lingüística es parte del patrimonio de la humanidad y el “empoderamiento” será crucial en la hoja de ruta del actual  Decenio de las Lenguas Indígenas (2022-2032) que se centrará en los derechos humanos de sus hablantes.

En este contexto y con los desafíos que se vienen en Chile sobre esta materia, se presentaron los resultados de cuatro estudios sobre el estado de las lenguas de ocho pueblos indígenas. Las pesquisas fueron realizadas a partir de narrativas, prácticas, memoria histórica y experiencias sobre lengua y cultura en comunidades educativas interculturales. Contó con el trabajo conjunto del Programa de Educación Intercultural Bilingüe (PEIB) del Ministerio de Educación de Chile y la OREALC/UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) en Santiago.

Su propósito fue conocer el estado de estas lenguas indígenas para realizar propuestas de fortalecimiento, revitalización y sensibilización en contextos de su uso, acorde a lo que establecen las nuevas bases curriculares y conforme a las realidades de cada lengua y sus hablantes.

Los resultados corresponden a estudios cualitativos realizados por distintos equipos académicos: aymara y quechua (Departamento de Lingüística de la Universidad de Chile); colla, diaguita y lickanantay (Escuela de Educación de la Universidad Católica del Norte) y mapuzungun (Instituto de Estudios Indígenas e Interculturales de la Universidad de La Frontera). Además, de los pueblos kawésqar y yagán  donde lideró un grupo del Centro de Investigaciones Avanzadas en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile.

“Estos estudios nos muestran una realidad con unas comunidades que son muy complejas, con mucha diversidad al interior de los pueblos y las comunidades mismas” comenta Gabriela Piña, Consultora asistente de Investigación en Interculturalidad de Unesco. “Pero, a pesar de las diversidades, también existen puntos en común como el lamentable fuerte desplazamiento de las lenguas indígenas a favor del español. Al mismo tiempo, hay mucho interés por aprender y donde todos los pueblos tienen sus iniciativas de rescate. Y en el contexto de educación intercultural hay mucho interés de los niños y niñas” agrega la especialista durante la presentación en diciembre recién pasado.

diego fuenzalida

Diego Fuenzalida

En entrevista con Diario y Radio Universidad de Chile, Diego Fuenzalida, investigador principal del estudio en lenguas kawésqar y yagán, entrega detalles de la búsqueda y conclusiones “claves” en este proceso. Puerto Edén y Punta Arenas fueron parte de los estudios de caso kawésqar y Puerto Williams en el yagán, explica el investigador asistente del CIAE de la Universidad de Chile.

¿Cómo se modificó la estrategia para comunicar a las comunidades durante  la pandemia?

En principio, la pandemia azotó nuestra estrategia metodológica.  Este es un estudio etnográfico y eso requiere presencia.  Es difícil hacer una vinculación participante si no se es parte de las prácticas propias del espacio que visita. Tuvimos hartos problemas por eso intentamos comunicarnos por correo electrónico y vía telefónica.

Estamos hablando de zonas de alto aislamiento. Primero, planteamos un estudio de casos en tres lugares de la región de Magallanes. Uno en Punta Arenas que es una ciudad y tiene conectividad, pero está muy lejos de Santiago. La gente no necesariamente estaba conectada y al tanto que los estábamos buscando, ése fue el primer problema.

Los otros dos lugares son mucho más aislados. Puerto Edén, que está en la comuna de Puerto Natales, es un espacio que no se puede llegar por tierra, sino que vía marítima.  Y Puerto Williams que está en la Isla Navarino, en la ribera norte, y cerca está la comunidad Villa Ukika.

La gente no siempre trabaja o habita en los espacios urbanos por lo que la conectividad telefónica se hacía muy difícil y no suelen utilizar el correo electrónico. Las comunidades tienes distintas labores y no necesariamente tienen que ver con revisar sus correos.

Después de mucho insistir, intentamos contactarnos con funcionarios del Estado para hacer el enlace o puente con los dirigentes. Y además usamos las redes sociales, ahí nos fue mejor porque conseguimos datos. Hay más comunidades kawésqar, pero este estudio está enfocado en comunidades educativas interculturales, o sea, asociado a una escuela.

Los yaganes tienen tres comunidades: en Puerto Williams, en Punta Arenas y otra en Argentina (Ushuaia). Y para la más activa y que nos interesaba visitar porque hacen prácticas de revitalización, nos contactamos con la nieta de Cristina Calderón. Era importante conocer sus percepciones sobre como plantear esos procesos de revitalización.

paisaje

¿Cuáles son las principales conclusiones?

En primer lugar, hay dos elementos que son relevantes. Uno es desde donde se basa una perspectiva para ir a mirar un estado de la lengua. Hay un cierto marco teórico que está instaurado, sobretodo a nivel de las lenguas originarias, en que se cuentan los hablantes. Tú sabes cuan vital es una lengua según la cantidad de hablantes que se reconocen como activos con altas competencias: pueden hablar fluidamente, tienen amplia  comprensión , pueden transmitirla y entienden más allá de lo literal como bromas o nociones más complejas. Ese tipo de hablantes es lo que la literatura entiende como hablantes activos.

Lo que mostramos en principio, es que si uno lo mira desde esa perspectiva las lenguas kawésqar y yagán están en altísimo riesgo porque personas que tienen ese tipo de competencias son muy pocas. Pero por eso tenemos que mirar el estado de la lengua desde otra perspectiva. Nosotros proponemos en nuestras conclusiones que se mire a la lengua desde un punto de vista histórico y sociopolítico.

¿Cuáles han sido las razones de lo que vemos hoy? ¿Cuál ha sido la trayectoria histórica que ha dejado la cantidad de hablantes actuales? Es más fácil para nosotros hablar de lengua minorizada, porque no es que los hablantes querían dejar de hacer la transmisión intergeneracional. Hay un todo un conjunto de elementos que llevaron a esta situación y eso es lo que hay relevar.

Hay que mirar esos elementos para evaluar cómo se plantea un plan de revitalización a futuro. En que se puedan sacar esos obstáculos iniciales y pensar en un uso de la lengua cotidiano, activo, funcional y en espacios más allá de lo doméstico. Porque en el espacio íntimo pierde su funcionalidad social y hay ciertos conceptos como la lealtad lingüística o el prestigio de la lengua que van desapareciendo o impide que se expanda.

Por otro lado, mirar a este grupo de personas que está aprendiendo la lengua y que no es considerado como hablante. Les falta conocer más elementos complejos, pero tienen algo de conocimiento y hay una intención de alcanzar competencias altas.

Uno de los aportes de esta investigación es develar esos elementos. En lo más específico, gran parte de estos obstáculos para la revitalización están basados en quienes intentan acompañar estos procesos. En este caso, o bien han trabajo en organismos no gubernamentales, en el Estado o han recibido financiamiento desde la política pública para generar talleres… y han dejado la situación más compleja de lo que estaba inicialmente.

Eso es un problema porque genera una falta de confianza para los próximos pasos. Hay un punto con la confianza y como mirar a futuro esos procesos. Tiene que ser basado en una reciprocidad y retribución de base. Hasta ahora se observa la figura de que los pueblos son solamente los beneficiarios de una política en la que no participaron del diseño.

¿A qué se refieren cuando en las recomendaciones hablan del Estado con “un rol reparador y ser un agente colaborador”?

No solo en este tema, en los pueblos originarios hay una necesidad de reparación de toda esta trayectoria histórica que tiene las relaciones tal como las conocemos hoy. Vemos en el caso mapuche, pero también en todo Chile uno conoce una situación tensa entre los pueblos e instituciones del Estado.

Tiene que ver con que en parte sí se han hecho proyectos y diálogos sobre la verdad histórica (2001), pero han quedado ahí en un punto inicial. La reparación implica generar posiciones simétricas de diálogo y hay que entregar a quién merece lo que se le quitó en su parte. Tiene que ver con validar derechos, hay una serie de legislaciones que no se cumplen completamente como la autodeterminación que está en el Convenio 169 de la OIT. Hay mucho que se instrumentaliza como el proceso de consulta indígena.

Todavía no se ha investigado lo suficiente, por ejemplo, lo que ha provocado la Ley Indígena después de casi 30 años. Y en las relaciones no solo del Estado con los pueblos, sino que en las relaciones internas de los pueblos.

Se requiere mucha profundización para saber hasta qué punto desde la academia podemos entregar también alguna orientación al Estado y en una especie de puente entre el Estado y los pueblos.

¿Cuáles son los pasos siguientes de este estudio?

Con la constituyente Margarita Vargas, representante del pueblo kawésqar, vamos a realizar una devolución de los resultados del proyecto que son más específicos de la presentación que se hizo con Unesco (acotado a los casos de Punta Arenas y Puerto Edén). En el último lugar han sido muy difíciles de contactar porque están aislados y no sabemos si han recibido nuestro llamado. Vamos a tratar que ese tipo de devolución no se quede ahí y las respuestas se traspasen a la información de Unesco, también hacer todo lo posible para que ocurra lo mismo con el caso yagán.

Y recibir sus comentarios para proyectar en conjunto con ellos las acciones. Como equipo de investigación y desde el CIAE, estamos abiertos a darle continuidad al trabajo sobre todo en lo que se relaciona con educadores tradicionales. Tenemos varios proyectos en curso donde conversamos directamente con unidades del Mineduc y sería óptimo poder entregar alguna propuesta para complementar el trabajo nuestro con las inquietudes de las comunidades.

kaweskar

 

Bases curriculares: desafíos de la implementación

Con estos resultados se busca aportar con recomendaciones considerando los cambios que se implementarán en un corto plazo en nuestro país. Recordemos que en 2018 y principios del 2019, el Ministerio de Educación impulsó la Consulta Indígena de Educación acerca de las bases curriculares de la asignatura de Lengua y cultura que, posteriormente los 9 pueblos consultados, nominaron como asignatura de lengua y cultura de los pueblos originarios ancestrales. A partir de ello, fueron aprobadas las Bases Curriculares, promulgadas en 2020 y publicadas en febrero de 2021, dando paso al Decreto N° 97 de Educación y a la formulación de planes y programas de estudio para nueve pueblos y un programa de interculturalidad.

Esta asignatura, aunque los porcentajes de voluntariedad han sido cuestionados desde algunas comunidades, será impartida progresivamente a partir de marzo de 2022, en todas las regiones del país.

¿Cuáles serían los principales desafíos de estas nuevas Bases Curriculares?

Es un tema complejo, pero hay que entender cómo ha ido transitando. Es verdad… se requieren pasos previos para que una asignatura se consolide como tal, hay muchos elementos que no están totalmente pensados o discutidos. No solo pensando en la implementación, sino que en el diseño. Como en el caso kawésqar y yagán que son pueblos que tienen menos personas que puedan ser las o los profesores o cultores de sus prácticas.

Creo, a título personal, es lo que hay que hacer. Hay que poner en marcha la política pública porque no podemos esperar a que todo esté perfecto para ponerlo a andar. En este caso se justifica: arreglar la carga sobre la marcha. Además, para poder entender los obstáculos. Entre ellos, las resistencias de las comunidades, por ejemplo, en Puerto Edén. En el lugar, donde se dio una sedentarización forzada en la zona más al norte, hay población kawésqar y cuando ellos se asentaron también llegaron chilotes huilliches. Hay una reunión de dos pueblos y tienen sus derechos, su manera de ver el mundo y dialogar entre ellos.

Los huilliches quizás quieren aprender la variante del mapuzungun: el chezungun. Esas salvedades se pueden ver en la implementación, en ese sentido, las asignaturas de lenguas y cultura de los pueblos originarios ancestrales van a tener que transitar por ajustes continuos a nivel local y en las estrategias para que se lleve a la práctica. Poner más atención y recursos para que nos entregue evidencias más próximas, y no esperar una evaluación cada dos o tres años.  Trabajemos con las comunidades escolares  con una retroalimentación continua, es un todo desafío que las comunidades acepten y también tenemos que ver esta presión local. También en un mundo globalizado con el interés de sus padres para que sus hijos aprendan inglés, por ejemplo, o se trasladen a las ciudades.

Y con participación donde la gente sienta que los consideran para los ajustes de las políticas porque cuando éstas se crean en otra esfera las personas no las sienten propias. Y después cuando esa desconfianza se ha acrecentado, es difícil volver al punto inicial.

¿Qué pasa con el discurso de “la o el último hablante”?

Ese tipo de denominaciones como el último hablante o lenguas extintas son conceptos que están más en el sentido común de personas que no trabajan tan directamente en este tema. Lo que nosotros queremos es poder cambiar eso, que nuestra forma de difundir los resultados de estos proyectos también apele a cambiar esta forma en que se entienden esas lenguas con un proceso de revitalización.

No con una regla estandarizada o con una medición cuantitativa, sino de forma cualitativa y cuáles pueden ser las metas que las propias comunidades se van a poner.

Y a modo general, estos estudios son muy necesarios. Una de las grandes lecciones que hay que mirar con mucha detención son los datos que están entregando estos estudios y en el caso kawésqar y yagán deben profundizarse. Hicimos lo mejor que pudimos con las actuales condiciones, pero para llegar a una comprensión más cabal lo que tenemos que hacer es entregarles esta información y que se diseñe un proceso de autodiagnóstico. Es lo que proponemos en el informe: que las comunidades decidan como quieren indagar respecto del estado de sus lenguas y hay metodologías probadas.

En Colombia, con lingüistas y antropólogos donde son solo acompañantes de los pueblos. Eso es un excelente camino, nos gustaría discutir en profundidad en el proceso de difusión con las comunidades, pero si no es de su interés también hay otras opciones y nuestra idea es ponerlas sobre la mesa.

Este 2022, comienza el Decenio de las Lenguas Indígenas. ¿Por qué es importante?

No hay ninguna lengua que se haya revitalizado en el mundo que solo partiera con un sector o pilar de la política, es una mesa que necesita varias patas y es intersectorial. Me parece que la Nueva Constitución, las decisiones de parte de Unesco con el decenio y otro tipo de toma de conciencia sobre el estado actual de las lenguas a nivel de patrimonio deja en buen pie la relevancia de la discusión.

Ya la relevancia quedó clara, quizás para la gente que no está tan familiarizada se podría seguir educando en esta área. Por ejemplo, fui a San Juan de la Costa en Osorno y en una escuela escuchando una clase de octavo básico ellos tienen un nivel de reflexión asombroso y las razones para aprender y revitalizar su lengua chezungun. Sin embargo, no me consta que eso esté presente para todo el país. Es una de las tareas en educación que hay que potenciar a todo nivel.

La idea es que no sea voluntario, sino que sea parte transversal de como entendemos a nuestro país, a nuestra sociedad, a nuestra diversidad y que está consignado en la Ley General de Educación. Pero no sabemos cómo se materializa más allá de la asignatura que compete a un grupo de establecimientos.

La política lingüística se compone de diversas patas por lo que también se debe integrar al sector de cultura. Ha sido uno de los pilares con la creación del ministerio, no solo por el uso de recursos sino también el apoyo de las comunidades con el Estado. Se han destinado fondos para los pueblos y tienen que seguir potenciándose.

Otros sectores como salud que tiene una larga trayectoria como el programa Orígenes donde se han incorporado asesores culturales a los servicios, como el ejemplo de Cañete o Nueva Imperial.

Hay otro tema muy claro y está en la Ley Indígena: el potenciar medios de comunicación en lenguas originarias como radio, televisión y redes sociales. Es uno de los elementos que se debería considerar al mirar experiencias positivas en este tema como en Nueva Zelanda.

La Nueva Constitución es una excelente oportunidad para hacerlo. La pregunta del millón: ¿Cómo focalizamos las ideas para que la política lingüística sea planificada o qué agregar a esta ecuación?  Y podemos seguir: ¿con un nuevo ministerio…? ¿mejores convenios con universidades? Una serie de decisiones que tienen que darse a nivel político.

Para que este patrimonio no sea solo pensado desde lo histórico porque hoy están presentes y viven.

 

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