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Año XVI, 18 de abril de 2024


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Jodyali: Verdad, Justicia y Reparación.

Columna de opinión por Pablo Jofré Leal
Viernes 25 de febrero 2022 12:30 hrs.


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En estos días, se conmemoran los 30 años de lo que históricamente se conoce como la “matanza de Jodyalí” que da cuenta del asesinato de 613 ciudadanos azerbaiyanos, entre ellos 108 mujeres y 83 niños a manos de fuerzas armenias, que invadieron el actual territorio liberado de Azerbaiyán. Una masacre considerada como crímenes de lesa humanidad, cometida entre los días 25 al 26 de febrero del año 1992.

Una fecha, la de Jodyali, que marcó a fuego el proceso de ocupación que sufrió Azerbaiyán desde ese año 1992 en el 20% de su territorio ocupado, a manos de las fuerzas militares armenias en Karabaj. Territorios, que finalmente fueron liberados por Azerbaiyán a fines del año 2020 logrando, después de 28 años reunificar el conjunto de su país.  Para el embajador de Azerbaiyán en Argentina Rashad Aslanov “el año 2020 se puso punto final a uno de los llamados “conflictos congelados” del mundo. La 2º Guerra de Karabaj concluyó con la liberación de los territorios que Armenia había ocupado ilegalmente, desde hace casi treinta años y fueron implementadas las cuatro resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU” (1) Es así, que en este 2022, con una Azerbaiyán unida y  en que volvemos a pasar por el corazón (que es el significado del concepto de recordar) tengamos presente que Jodyali debe estar presente en nuestra mente y en nuestro corazón, para que nunca más hechos de esta naturaleza se concreten.

Ello implica hacer un llamado para que la comunidad internacional, las sociedades en países donde estos hechos son desconocidos, sus legisladores den un paso importante en este recordar, haciendo un reconocimiento de Jodyali como un crimen necesario de castigar, llevar a la justicia a sus ejecutores, materiales e intelectuales. El recordar permite avanzar, no sólo en el reconocimiento sino también sirve como ayuda a la justicia para ejercer su labor. La impunidad no les hace ningún bien a nuestras sociedades, pues trae más abuso y violación del derecho internacional, los derechos humanos y con ello hacer crónico los crímenes.

Cuando febrero se hace presente, recuerdo que Jodyalí han sido definidos como uno de los hechos de violencia más tenebrosos y oscuros de fines del siglo XX, recordado en forma permanente por el pueblo de Azerbaiyán, constituyéndose en un hito, para todos aquellos que creemos en la integridad territorial, la soberanía, el respeto al derecho internacional y la resolución pacífica de las controversias, además del respeto a las obligaciones jurídicas internacionales. El genocidio cometido contra el pueblo azerbaiyano, entre el 25 y el 26 de febrero de 1992, se dio en el contexto de la ocupación de Karabaj, en una trama bélica, de asedio militar, bajo las duras condiciones del invierno, con carestía de agua y luz, donde las tropas de la República de Armenia, apoyadas por las unidades del regimiento 366 del ejército de la ex Unión Soviética atacaron la localidad de Jodyalí asesinando a cientos de personas, donde 1275 personas fueron tomadas como rehenes, 150 personas aún desaparecidas, sin evidencia alguna sobre sus vidas y sus restos, perpetuando el dolor de sus familias.

Cuando los hechos de Jodyalí cumplieron un cuarto de siglo hice referencia a este crimen de lesa humanidad (2) donde la declaración de actores relevantes de esa guerra de agresión asumieron públicamente su responsabilidad en los hechos de Jodyalí. Me refiero a las declaraciones del ex presidente armenio, Serzh Sargsyan – en ejercicio ese año 1992 – quien, en una entrevista concedida al periodista británico Thomas de Waal reconoció que su país desencadenó la guerra contra Azerbaiyán, bajo una lógica de estrategia militar de larga data destinado a ocupar territorio de Azerbaiyán. Afirmando, además, que Armenia, en plena fase bélica desoyó “abierta y conscientemente los llamados del Consejo de Seguridad de la ONU, para el cese del fuego”. En su entrevista Sargsyan afirmó “Antes de Jodyali, los azerbaiyanos pensaban que podían jugar con nosotros, pensaban que los armenios eran incapaces de levantar una mano contra la población civil. Nosotros logramos romper eso (estereotipo). Y esto fue lo que ocurrió”. A confesión de parte relevo de pruebas suele decirse en el ámbito jurídico. Una realidad sangrienta que después de 28 años cambiaría completamente cuando Azerbaiyán liberó los territorios ocupados por Armenia, restituyendo su plena soberanía.

Azerbaiyán ha sostenido, permanentemente, que los acontecimientos de Jodyali y sus efectos sobre la vida de centenares de personas fue una violación grave “a convenios internacionales como el Convenio de Ginebra de 1949; la Convención de las Naciones Unidas sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; y la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos sentenció el 22 de abril de 2010 que lo sucedido en Jodyali se consideran actos equivalentes a crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad” (3).

Azerbaiyán, tras 30 años desde la masacre de Jodyali está dispuesta a tener relaciones vecinales en paz y donde el desarrollo sea una realidad con Armenia pero, ello no implica que se hipoteque la verdad con  respecto a las gravísimas violaciones del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos cometidos durante el conflicto, lo que implica: reparación adecuada y efectiva a las víctimas y la necesidad de acciones institucionales, para así evitar la repetición de tales violaciones. Sólo si ello se concreta podemos hablar de un verdadero proceso de acercamiento y coexistencia entre Azerbaiyán y Armenia. Si ello no es así, Jodyali seguirá siendo una herida abierta en la conciencia del mundo y por ello se exige: verdad, justicia y reparación.

Pablo Jofré Leal
Articulo SegundoPasoConoSur
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El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.