La contaminación por plástico se extiende desde residuos en los hielos del Ártico, a trozos que lastiman los vientres de las ballenas y también afecta la atmósfera de la Tierra, lo que aumenta la presión sobre los gobiernos para tomar una acción conjunta contra esta plaga.
Los negociadores están elaborando un marco para un tratado sobre el plástico que sea vinculante y que los diplomáticos involucrados afirman que constituye el pacto medioambiental más ambicioso desde el Acuerdo de París sobre el Clima de 2015.
“Este es un momento histórico, es algo para los libros de historia”, dijo esta semana a la AFP Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Cuál será el verdadero alcance de este tratado todavía queda por definir, ya que hay varias propuestas en desarrollo que compiten en la Cumbre de la ONU para el Medio Ambiente (ANUE) que comienza el lunes en Nairobi.
En el proceso, varios líderes mundiales y ministros de Medioambiente se reunirán en persona y también en citas virtuales para comenzar el periplo con el nombramiento de un comité de negociación para afinar los detalles de las políticas para los próximos dos años.
Pero más 50 países, incluyendo además a científicos, empresarios y grupos ecologistas, han efectuado llamados para endurecer las regulaciones de la industria y reducir el torrente de plástico que llega al medioambiente.
Una posibilidad es limitar la producción de nuevos plásticos, que son hechos a partir de petróleo y de gas, y cuya elaboración podría duplicarse para 2024. También se contempla rediseñar los productos para que sean más fáciles de reciclar y eliminar de forma progresiva los artículos de un solo uso.
– Un tratado “con dientes” –
Muchos países, incluyendo los mayores productores de plástico como Estados Unidos y China, han expresado un apoyo general para un tratado, sin respaldar ninguna medida específica.
Sin embargo, existe un amplio consenso de que los países no pueden arreglar el problema solos y de que es necesaria una respuesta global coordinada.
Desde 1950, la tasa de producción de plástico ha crecido más que la de cualquier otro material, superando ampliamente los esfuerzos hechos en cada país para mantener el medioambiente libre de contaminación.
Hoy, cada año se producen aproximadamente 300 millones de toneladas de basura compuesta de plástico, lo que equivale al peso de toda la humanidad junta.
Menos de un 10% es reciclado y la gran mayoría termina en vertederos o en los océanos.
Según algunas estimaciones, cada minuto se vierte en el mar el equivalente a un camión basurero lleno de plástico, lo que envenena la vida marina y ensucia las costas de todo el mundo.
Además partículas microscópicas entran en la cadena alimentaria, con lo que eventualmente afectan también a la dieta de los humanos.
“Esto no es algo que quede en una frontera. Como lo sabemos bien con el plástico en el océano (…) tu basura se convierte en mi basura y mi basura se convierte en la tuya”, afirmó Andersen.
En octubre, grandes empresas incluyendo Coca-Cola y Unilever afirmaron que un tratado sobre el plástico con objetivos vinculantes es “crucial para establecer un nueva norma acciones que los países cumplan”.
Los grupos medioambientales siguen siendo cautos y quieren que se incluyen objetivos concretos y métodos para asegurar que sean cumplidos.
“Estamos buscando algo que sea vinculante desde un punto de vista legal y que tengan consecuencias y no solo un tratado que la gente pueda firmar (…) pero que no tenga dientes para responder”, dijo Erastus Ooko de Greenpeace África.
– “Listos para el cambio –
Algunos de los grandes fabricantes de plástico también han expresado su apoyo a la idea de un tratado, pero afirman que prohibir algunos materiales crearía perturbaciones en la cadena de suministros y dificultaría un avance en el reciclaje.
Los grupos ambientalistas han advertido que las grandes corporaciones que fabrican plástico van a intentar alejar las negociaciones de compromisos firmes para que las empresas produzcan menos plástico.
Dos de las propuestas del tratado adoptan un enfoque denominado “de la fuente al mar”, que no solo se preocupa los residuos en los océanos y vertederos, pero también de la contaminación que provoca la fabricación de plástico a partir de los combustibles fósiles.
Estas propuestas – una impulsada por Ruanda y Perú y otra planteada por Japón, tienen un amplio apoyo y están siendo realaboradas para fusionarlas, afirman fuentes cercanas a las discusiones en Nairobi.
Una tercera vía propuesta por India — que aboga por medidas que sean voluntarias — no cuenta con un amplio margen de apoyo.
“Creo que el mundo está listo para un cambio en la forma en la que nos relacionamos con el plástico”, afirmó Marco Lambertini, director general de WWF.