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Carmen Andrade: “El feminismo es una corriente que por mucho tiempo fue invisible, pero que siempre estuvo”

La socióloga y directora de la Dirección de Igualdad de Género de la Universidad de Chile, abordó la conmemoración de un nuevo 8M y abordó la perspectiva histórica de la lucha feminista en nuestro país.

Diario UChile

  Martes 8 de marzo 2022 12:43 hrs. 
Portada Andrade

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En conversación con la primera edición de Radioanálisis, la directora de la Dirección de Igualdad de Género de la Universidad de Chile, Carmen Andrade, se refirió a la conmemoración de un nuevo Día Internacional de la Mujer este martes 8 de marzo.

Consultada por el director de Radio Universidad de Chile, Patricio López, respecto de la evolución que ha tenido esta conmemoración tomando en cuenta su trayectoria en la lucha feminista, la académica señaló que “a veces se releva esta idea del feminismo como un movimiento que irrumpe de pronto, yo siempre insisto en que, si bien hay ‘olas’ que tienen mayor visibilidad, mayor impacto, lo que ha habido en el feminismo es más bien una corriente permanente, que fue por mucho tiempo invisible, pero que siempre estuvo”.

Sobre ese punto, la socióloga agregó que “esta es una historia larga y nosotras decimos que es una posta, donde cada día tiene su afán, a cada generación le han tocado sus propias luchas y es esa mirada en perspectiva la que nos permite entender en qué estamos hoy, ese cúmulo de hechos, algunos visibles con marchas espectaculares, pero también sumado a miles de luchas chiquititas y cotidianas”.

Respecto de las dificultades que ha tenido que enfrentar el mundo feminista para empujar los cambios en la institucionalidad, Carmen Andrade afirmó que “a partir del mayo feminista vivimos un proceso bien virtuoso, en el sentido de que a diferencia del resto del sistema universitario, en la Universidad (de Chile) se empezó a trabajar los temas de género antes que el movimiento feminista y no por presión del movimiento feminista y eso marca que, a pesar de ser una institución tan antigua y con tanta tradición instalada, hubo un proceso interno de toma de conciencia que no tuvo que ver con presión del movimiento social”.

La académica recordó que “quienes empezamos a trabajar estos temas en la Universidad, tuvimos no solamente resistencias institucionales, sino que hasta de las propias estudiantes. Habían estudiantes feministas en la FECh que tenían que luchar al interior de la FECh para que se asumieran las reivindicaciones de las mujeres, es decir, era un movimiento bien minoritario”.

De todas formas, la socióloga destacó que “pese a ser un movimiento minoritario, la Universidad tomó la decisión de hacer políticas, discusiones, debates y cuando vino el movimiento feminista ya había una decisión institucional de asumir las desigualdades como parte del quehacer institucional. Entonces, hubo una alianza que fue bastante fluida entre lo que se venía haciendo y lo que propuso el movimiento que permitió dar un paso bastante significativo”.

Sobre la evolución que ha tenido la gestión institucional y el sentido común en el país en materia de género, la profesora Andrade recalcó que “creo que durante décadas una parte bien sustantiva de la discusión de nosotras, las feministas, con las instituciones fue el instalar la idea de que lo privado también es político. Una forma de no respetar los derechos de las mujeres ha sido, precisamente, esta distinción arbitraria en que hay ámbitos donde se legisla y hay otros que son privados, de la familia y no son objeto de intervención ni modificables”.

Por lo mismo, la directora de la Dirección de Igualdad de Género de nuestra casa de estudios, puntualizó que “en ese sentido se ha dado un paso bien significativo de decir ‘aquí rompamos esa frontera’ porque las mujeres y las disidencias sexuales viven discriminaciones, desigualdades, en todos los ámbitos y no solo en el mundo público y muchas de las desigualdades en el mundo público se explican por el ámbito privado”.

Puntualmente respecto del tema del cuidado, Carmen Andrade explicó que “se impulsa el cuidado en un sentido de redistribuir tareas entre hombres y mujeres, pero ocurre que, a mi juicio, el tema no solo es cultural, es económico, porque el aporte de trabajo gratuito que hacemos las mujeres a través de la reproducción es infinito, casi tanto como el valor que tiene la producción”.

La académica añadió que “alguien se apropia de esa ganancia y por decirlo en términos bien concretos: cuando un trabajador o trabajadora concurre a su lugar de trabajo, alguien planchó, lavó, cocinó, cuidó, etcétera. Eso tiene valor económico, pero no se paga y tenemos un ejército de mujeres haciendo ese trabajo gratuito y el valor que ellas generan finalmente incrementa los bolsillos del capital. Entonces no es solo que los hombres cambien su actitud, sino que tiene que ver con las bases económicas de la sociedad”.

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