A fines de 2010, una vez concluidos sus estudios en California, la realizadora española Ainara Aparici se propuso recorrer Latinoamérica para registrar aquellas historias que apelaban a la felicidad. Entonces, la documentalista miraba con preocupación la realidad que vivía Europa ante los movimientos de indignados e indignadas que se replegaban por las calles en búsqueda de mejores condiciones de vida.
Fue así como la cineasta, inspirada por estos levantamientos populares, comenzó a cuestionar la idea de felicidad y se interrogó respecto de cómo ser feliz en un mundo que se caía a pedazos. Así, buscando experiencias y conociendo distintas realidades sociales y políticas de nuestro territorio, Ainara Aparici llegó a Costa Rica. Allí se maravilló con la historia de Melba (60) y Víctor (75), un singular matrimonio que, en cerca de 40 años, ha acogido a más de 130 niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad.
La realizadora quedó conmovida con esta historia y se trasladó hasta el lugar para iniciar las grabaciones del documental 130 hermanos, película que, recientemente, fue estrenada en los cines locales y que ya ha tenido un intenso recorrido internacional.
La obra profundiza en la experiencia de esta numerosa familia y retrata el día a día de esta casa, en donde las tareas domésticas son repartidas y en donde se respeta el derecho a la infancia.
Ainara Aparici señaló que, desde el primer minuto, le llamó la atención esta familia liderada por Melba y Víctor. “Lo que más me impactó fue ver lo bien que estaban los niños y luego está otro tema que es impactante y que traté de retratar en la película: la ropa. Para Melba es muy importante que los niños se sientan hermosos. Entonces, tienen mucha más ropa de la que podría tener un niño en una casa convencional. Es impresionante este cuidado de la estética de los niños, que recuperen este amor propio de verse bonitos, valiosos”, dijo la realizadora.
“También me impresionó el buen humor y lo relajado que son ellos. No se estresan. Más allá de que a veces se enojan, lo que es normal, son muy abiertos, súper sociables (…). Lo otro que me impresionó es que Melba quiere que los niños recuperen su infancia y los pequeños no hacen nada más que sus camas y bajar la ropa sucia hasta los 12 años, prácticamente. Ella considera que tienen que preocuparse de jugar y pasarla bien. Eso me impactó”, agregó la documentalista.
Para realizar el documental, Ainara Aparici se instaló, por cerca de cinco meses y con un equipo de no más de tres personas, en la casa de Melba y Víctor. De esa forma, se internó en la vida de esta familia y conoció, en primera persona, el ajetreo de este singular hogar. “Lo primero que hicimos fue amigarnos con los niños y que entendieran lo que estábamos haciendo”, sostuvo respecto de este proceso.
“Respetamos los tiempos y las ganas de hablar o no hablar. En la película salen aquellos que querían ser entrevistados. Yo conocía, por Melba, sus historias, sus contextos. En ese sentido, lo hicimos desde un lugar muy amoroso (..). Al final, para mí lo importante era generar un vínculo con esta familia, que entendieran que mi propuesta siempre estuvo puesta en la transformación que ellos hacen. No me interesaba tanto saber los detalles de la experiencia que habían vivido, sino más bien, ver cuáles eran sus sueños, qué era lo que querían hacer cuando fueran grandes, cómo es vivir con tantos hermanos”, comentó.
El documental 130 hermanos es parte de la campaña “Acoger es”, cruzada que busca sensibilizar sobre la importancia de las familias de acogida en Chile y el mundo, y que es impulsada por Fundación Kumelén- entidad dirigida por la realizadora Ainara Aparici- en asociación con la Red Acogida.
Esta campaña inició en 2021 y consta de distintas acciones. Así, el próximo 16 de mayo, se lanzará la primera de ocho cápsulas que tienen por objetivo continuar concientizando respecto del rol que cumplen las familias de acogida. Luego se presentarán seis videos con testimonios de personas que han participado en este tipo de procesos o que han sido recibidas por matrimonios como los de Melba y Víctor.
Según la realizadora, es importante seguir visibilizando este tema, porque aún no está instalado del todo en la ciudadanía. “Los niños que viven en situaciones de vulnerabilidad necesitan mucha más atención, mucha más contención y cuidados exclusivos. Para eso, el sistema de familias de acogidas y, está demostrado por diversos estudios, es el mejor para muchísimos casos”, dijo.
“Esta película es fundamental para que la gente entienda que los niños se transforman. Si un niño recibe otro tipo de circunstancias en su vida, tiene una capacidad de resiliencia increíble. Los niños florecen (…). Quiero que esta película nos impulse a darnos cuenta de que es importante participar y que la participación es una fuente de satisfacción impresionante, porque cambiarle la vida a alguien que lo necesita, genera una felicidad personal que no tiene límites”, puntualizó.
Luego de su estreno en Santiago, la película tendrá un ciclo de exhibiciones que irá en escalada. Así, pretende llegar a regiones y a espacios como teatros y centros culturales. En paralelo, también contempla la exhibición en festivales internacionales así como presentaciones digitales. “La idea es que la película circule y que llegue a todos los rincones posibles del planeta”, concluyó la realizadora.