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Manifiesto de una mujer de cobre en la ventana, obra que busca un “símil entre la colonización de los cuerpos y los territorios”

Un monólogo que conjuga diferentes voces desde la historia de Ventanas-Quintero. Para el director y dramaturgo, José Antonio Luer, la apuesta teatral "empieza a recoger todos estos subterfugios que hay en la consecuencia de la zona de sacrificio".

Diana Porras

  Miércoles 8 de junio 2022 11:44 hrs. 
laura toledo

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Este 2022 se cumplen 50 años de la designación del 5 de junio como a Mundial del Medioambiente en la Conferencia de las Naciones Unidas, realizada en Estocolmo en 1972. Para conmemorar este día histórico, el Centro Cultural Gabriela Mistral calificó la agenda de todo junio como el Mes del Medioambiente con obras de teatro, danza, actividades ecológicas, música y mucho más.

“Las ciudades siempre han sido entidades parasitarias que toman su sustento energético de las regiones rurales cercanas por medio de la conquista y la colonización de territorios”.  De esta manera, se presenta la invitación a la obra  Manifiesto de una mujer de cobre en la ventana  que es parte de esta cartelera de junio del GAM. 

obra 1

En la dirección y dramaturgia de  José Antonio Luer, “el escenario es concebido como un alambrado de cobre, que genera movimientos simultáneos y reúne diferentes voces de mujeres que se van entretejiendo”.  Energía, sustento, industria, patriarcado, extractivismo, son algunos de los conceptos que forman parte de este trabajo performativo del actor, dramaturgo y Magíster en Dirección de la Universidad de Chile.

Luer  conversó con Radio y Diario Universidad de Chile sobre este estreno presencial de la obra, que está en cartelera hasta el próximo 12 de junio.

“Manifiesto de una mujer de cobre en la ventana” es un monólogo (intérprete, Laura Toledo) que conjuga diferentes voces en torno a los problemas que se vinculan con el territorio de Ventanas-Quintero ¿Cómo se cruza la historia de esta llamada zona de sacrificio con la obra?

Toma como punto de partida el conflicto y la problemática territorial que ocurre en Ventanas-Quintero y , por supuesto, presenta una reflexión a propósito de lo que son estos complejos industriales que se instalan y que luego cuando viene todo el proceso del modelo neoliberal en Chile se explotan y crecen.  Pero la reflexión que propone la obra va más allá. Las zonas de sacrificio, el complejo industrial o la instalación del sistema neoliberal,  también tienen sus bases puestas en los mismos conflictos que existen con la expropiación de los cuerpos , o en la expropiación en relación a los cuerpos de las mujeres. De ciertos conceptos que hoy están en boga como patriarcado, que son conceptos gigantes, y que provienen de un proceso de colonización también en nuestro territorio chileno.

Y la obra empieza a recoger todos estos subterfugios y todo lo subterráneo que hay en la consecuencia de la zona de sacrificio. No es una obra que relate de manera superficial  la problemática sino lo que hay detrás de todo eso.

Cuando hablamos de esta mujer de cobre, hablamos de un cuerpo/mujer que también está siendo expropiado, violentado, extraído…En ese sentido, la historia empieza a tejer varios asuntos y no solo uno.

La puesta en escena toma como campo de estudio la filosofía en torno al ecofeminismo propuesta por Maria Mies y Vandana Shiva, y de la energía y los movimientos sociales de antropólogos y filósofos tales como Manuel Delanda y Richard Newbold Adams. ¿Cuáles son los detalles de esa inspiración?

Cuando comencé a investigar, fui a Ventanas e hice algunas entrevistas, me di cuenta que también habían otros vínculos con la problemática. Siempre trabajo desde la filosofía y la poesía porque son los lugares en los cuales accedo al teatro. Y el ecofeminismo me empezó a resonar porque lo que propone es una mediación entre lo que es volver al origen de lo femenino, que está en la naturaleza, en todos y todas nosotras. Y ahí aparece la contradicción del concepto hombre o patriarcado, que son ideas instaladas y que no tienen que ver con tus órganos o tu anatomía sino que tiene que ver con una ideología que se instala en el cuerpo y que violenta al cuerpo.

Proponer un rescate , a propósito de la naturaleza, a ese origen de la mujer que está en todos y todas, insisto, en el amplio sentido del concepto. Aparecen otros autores como Manuel Delanda y Richard Newbold Adams que proponen teorías filosóficas, a partir, de la energía y sus flujos descontrolados. Como el materialismo y la abstracción proponen el descontrol de la energía, a propósito de la revolución industrial. Me fui dando cuenta que todas estas cosas que parecían investigaciones aparte estaban vinculadas y empecé a hacer una suerte de tejido dramático para hablar, principalmente, de la extracción del planeta… lo que se extrae y se procesa.

Finalmente, todo se reduce a obtener energía del planeta y que es lo mismo que sucede con los cuerpos. Nuestros cuerpos que cargan ideas  y que, a veces , no nos pertenecen y nos instalan.

¿Se consideraron testimonios dramatizados y archivos?

En un origen era el propósito. Los primeros textos se trabajaron en base a  testimonios y algunas entrevistas que hice , pero luego pasó a la ficción aunque hay algunas imágenes y  experiencias.  Por ejemplo,  hablé con una chica de Ventanas que trabaja en una agrupación medioambiental y me contaba como eran los hombres de Ventanas. Todo el tema de las licorerías , me decía:  acá no hay panaderías , solo hay botillerías… Ese tipo de cosas están en la obra , en el personaje o en el conflicto que existe entre una mujer y su padre donde hay una situación de abuso. Porque hay una historia que se teje en torno  a todos estos temas y todo eso proviene de algunas que entrevistas que hice las que recogen la atmósfera de Ventanas.

Y sobre los archivos, estuve trabajando con unos documentos de la Universidad de Chile. Una investigación que es reciente donde se hace un análisis de todo lo que fue la instalación del complejo  industrial desde los años sesenta hasta hoy. En ese archivo hay diferentes tipos de antecedentes , diarios, fechas específicas e históricas. Y de alguna manera eso también está considerado por la dramaturgia.

Pero siempre en un aspecto de ficción y hay algunos elementos escénicos que también traen esos archivos pero de una manera muy sutil.

jose antonio luer

José Antonio Luer

 

Los misterios entre la dirección y dramaturgia

Eres el ganador del premio dramaturgia emergente de la Muestra Nacional de Dramaturgia (2016) con la obra “La cuna de fuego”, dirigida por Rodrigo Pérez. ¿Cómo se ha ido transformando tu trabajo con el paso de estos años? Con la actual obra del GAM y otros proyectos que han ido en paralelo considerando además que , a veces, estás con un doble rol de director y dramaturgo. 

Después de que gané el premio de la Muestra Nacional de Dramaturgia ,  estaba en cuarto año de la escuela de Teatro, hice un Magíster en Dirección y empecé a dirigir mucho. Y esto, a partir de procesos de investigación muy amplios, desde la filosofía y la metafísica que son conceptos  grandes, problemáticos para mí, espirituales, misteriosos…

Me fui dando cuenta que a medida que iba dirigiendo también iba escribiendo. Y en ese sentido las posibilidades de entender la dramaturgia, a lo que hice en ese momento (del premio), han variado un montón . Ahora concibo la manera de entender la dramaturgia de una órbita completamente diferente, más difusa que hace seis años , me encanta que así sea …

“Desarrollar habilidades de dirección para artistas a partir de la comprensión de la puesta en escena como medio de creación interdisciplinar”, esto se lee en las convocatorias a los cursos de dirección escénica que han contado con tu orientación. ¿ De qué se trata esa mirada?

Parte de la búsqueda en la dirección ha sido también el revisar y atender mi entorno junto con todas sus posibilidades. En relación a la tecnología, los avances y la misma plasticidad. Por ejemplo, soy fanático del Sodimac porque está toda esa tecnología,  esas materialidades y los elementos. La puesta en escena , primero , es un lugar de completa libertad donde tú tienes que recoger todos esos estímulos que provienen de tu presente.

Este proyecto parte en el GoetheInstitut, en una residencia que quedó seleccionada de un programa de dirección escénica . Ahí también tuvimos talleres y master class que nos dirigían las miradas hacia las nuevas tecnologías, hacia las nuevas formas de entender lo escénico. No desde los dramático, quizás tampoco de lo  post-dramático, pero sí desde entender  ese espacio democrático donde convergen todo tipo de lenguajes y posibilidades. Me acerco al sonido, a diferentes elementos tecnológicos que dialogan, soy mucho de la materialidad y lo plástico por lo que encuentro esa unión entre la tecnología con la estética. Eso busco…

Como director de diversos montajes con la compañía de teatro La Bóveda Celeste, radicada en Valparaíso, tienes la experiencia desde el punto de vista regional. ¿Qué le falta a Valparaíso para ser un “eje cultural”?

Hay muchas cosas que están al debe, sí  hay espacios que proyectan posibilidades para las compañías emergentes o de más trayectoria pero siguen siendo escasos. En Valparaíso hay un teatro municipal histórico, hermoso pero con un muy mal pasar , descuidado, poco atendido.

No hay presupuesto, tampoco hay relaciones entre intereses de privados para proyectar la cultura en la región. Es triste porque Valparaíso , históricamente, es un lugar que ha propuesto una mirada cultural y ha sido un nicho de artistas y lo  sigue siendo.

Uno ve como nadie acoge esa creatividad y muchas veces queda estancada o se diluye. O, a veces , queda atrapada en el lamento…es válido y posible quedarse ahí enfrascado.  Y eso se mantiene y con la pandemia fue fatal  por eso con la compañía buscamos proyectar nuestro trabajo más allá , buscar otro tipo de redes de financiamiento porque en Valparaíso no hay algo ahí que esté pasando del apoyo de políticas públicas u otras estrategias.

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