El jurado popular de un tribunal federal de Manhattan declaró ayer culpable a Joshua Schulte, un ingeniero de tan sólo 33 años, ex funcionario de la CIA contratado para diseñar software maliciosos capaces de acceder a computadoras de supuestos terroristas. Fue a través de esa actividad que Schulte fue descubriendo una enorme cantidad de documentación secreta y archivos clasificados acerca de las actividades, muchas de ellas criminales, cometidas por el gobierno de Estados Unidos en distintos países del mundo y decidió entregarlos al portal Wikileaks -creado por el periodista australiano Julian Assange- constituyendo la mayor filtración de documentos en la historia de la agencia de espionaje internacional de Washington.
Schulte fue declarado culpable de ocho cargos de espionaje y uno de obstrucción por haber revelado cómo operaba la Central de Inteligencia de Estados Unidos para intervenir los sistemas informáticos de gobiernos extranjeros según los designios, en última instancia, de la Casa Blanca. Los materiales filtrados derivaban de las más sofisticadas herramientas de software utilizadas por la CIA y servían para vigilar a personas fuera de Estados Unidos por medio de cámaras, así como la intervención de sus teléfonos celulares conectados a internet. Joshua Schulte renunció a su puesto en la CIA en noviembre de 2016 y WikiLeaks comenzó a publicar los documentos filtrados en marzo de 2017.
La justicia estadounidense sostiene que el condenado filtró los documentos secretos motivado por una suerte de revancha contra su empleadora (la CIA) debido a que habría estado disconforme con el trato como trabajador que allí recibía, por lo que permanentemente se ha tratado de mostrar el caso como un tema estrictamente laboral. Pero Schulte -aludiendo a sus tensiones con la Agencia- ha insistido de forma reiterada en que él es sólo un chivo expiatorio. Hay que recordar que Schulte fue detenido en agosto de 2017 por cargos no relacionados con el presente caso, siendo encarcelado y, desde que se le revocara la fianza cuatro meses después, mantenido en prisión hasta ahora.
El Departamento de Justicia presentó en su contra los cargos relacionados con WikiLeaks un año más tarde, en junio de 2018 y, en el juicio de 2020, Schulte fue declarado culpable de desacato al tribunal y de hacer declaraciones falsas al FBI, pero no recibió ninguna condena y el juicio fue declarado nulo pues los magistrados no llegaron a ningún acuerdo sobre los cargos. La acusación actual apunta a que el ingeniero informático dio a conocer “algunas de nuestras herramientas de inteligencia más críticas al público y, por lo tanto, a nuestros adversarios”, se afirma. Los nueve delitos (que habrían sido probados) incluyen “la recopilación ilegal de información de la defensa nacional y la transmisión ilegal de dicha información”, se agrega.
Aunque todavía no se conoce la sentencia final que se le aplicará a Joshua Schulte por estos cargos, el Fiscal afroamericano Damian Williams, del Distrito Sur de Nueva York, en un notable y revelador comunicado, afirma que ha sido condenado por “uno de los actos de espionaje más descarados y dañinos en la historia de Estados Unidos, al socavar los esfuerzos para luchar contra organizaciones terroristas y otras influencias ‘malignas’ alrededor del mundo”.
En cuanto a Assange, éste continúa en la prisión de máxima seguridad de Belmarsh, en Londres, mientras se resuelve su apelación contra la extradición solicitada por Washington, ya concedida por tribunales británicos y autorizada por la ministra del Interior Priti Patel. Estados Unidos reclama al activista de la libertad de expresión para procesarlo, acusándole de 18 delitos de espionaje e intrusión informática por las revelaciones a través de Wikileaks, arriesgando 175 años de cárcel.