En la localidad de Foz de Iguazú, en el estado de Paraná, Marcelo Arruda, guardia municipal y militante del Partido de los Trabajadores celebraba su cumpleaños número 50 con una fiesta temática en su domicilio, dedicada al PT y a Lula Da Silva, cuando un agente penitenciario, Jorge José Da Rocha Guaranho, irrumpió en la residencia para intimidar a los presentes. “¡Aquí somos de Bolsonaro!”, exclamó, según han declarado los testigos a la prensa. El sujeto se retiró de la fiesta, pero poco después retornó portando un arma con la que terminó propinando varios disparos a Arruda, quien, por su parte, desenfundó su arma reglamentaria y percutió proyectiles a su atacante. El episodio terminó con la muerte de ambos.
El caso ha evidenciado la agudización de la violencia política en Brasil y ha elevado la tensión sobre un proceso eleccionario presidencial cuyos principales competidores están en las antípodas. El favorito, según los datos de la encuestadora Datafolha, es el expresidente y líder del PT, Luiz Inácio Lula Da Silva, quien a dos meses de la elección -2 de octubre- concita el 47 por ciento de la intención de voto. Más atrás se ubica el mandatario en ejercicio, Jair Bolsonaro, con un 29 por ciento de las preferencias.
En conversación con Radio y Diario Universidad de Chile, el analista internacional Raúl Sohr abordó la propuesta de ambos candidatos y proyectó el escenario político de la región bajo el presunto retorno de Lula al Palacio de Planalto, con los eventuales efectos que pueda devenir en el multilateralismo que ha propiciado el Presidente Gabriel Boric, en sus intervenciones en la esfera internacional.
¿Cómo proyecta estas elecciones con Lula y Bolsonaro liderando las encuestas?
Efectivamente, Lula y Bolsonaro están muy por delante en estas encuestas, en realidad son los únicos candidatos que tienen posibilidad de pasar a la segunda vuelta, si es que hay segunda vuelta, porque si ninguno de los dos logra el 50 por ciento de los votos, va a haber una segunda vuelta, un balotaje, y la última encuesta que salió hace pocos días, de las principales encuestadoras brasileñas, dan a Lula con una ventaja de 9 puntos en una y de 10 puntos en la otra, de manera que prácticamente coinciden en esa diferencia a favor de Lula, pero Lula no llegaría al 50 por ciento lo que llevaría a una segunda vuelta del balotaje el 30 de octubre.
¿Hay en Brasil un escenario radicalmente polarizado?
No podría ser más polarizado, es decir representa dos polos diametralmente opuestos. Por una parte, el Partido de los Trabajadores que encabeza Lula es un partido laico, es un partido con raigambre social de trabajadores, es un partido que busca mayor igualdad en el país versus un Bolsonaro que está en una estrecha alianza con grupos evangélicos, con un respaldo militar y en algunos casos con un protagonismo militar en el seno de su Gobierno. La fuerza social de Bolsonaro proviene de pequeños agricultores, de empresas madereras, la agroindustria en general y por cierto los grandes conglomerados económicos de Brasil, por lo tanto son dos polos totalmente opuestos en lo ideológico, en lo social y en lo económico.
¿Qué aspectos les puede jugar en contra a ambos candidatos?
En el caso de Lula por supuesto que él fue juzgado y exonerado de acusaciones de corrupción, pero efectivamente hubo una serie de grandes escándalos de corrupción durante su Gobierno, el más famoso se conoce como Lava Jato, pero hubo varias situaciones complejas y en el caso de Bolsonaro también han habido importantes escándalos económicos y políticos y especialmente a Bolsonaro se le enrostra no haber tomado en serio las medidas para enfrentar el Covid-19. Él dijo que el Covid era una gripesiña, un resfriado que no iba a tener mayores problemas y Brasil ha sido uno de los países más afectados en el mundo por el Covid, de manera que es algo que ha jugado en contra de él y la situación económica no despegó. Por supuesto que el Covid contribuyó, pero la política de libre mercado, su vocación a la escuela económica de Chicago y la aplicación de medidas bastante ortodoxas en el plano económico, han generado una vuelta a la polarización económica en el país.
Es decir, la distancia entre los más ricos y los más pobres ha vuelto a agudizarse y para una masa importante, mayoritaria de los brasileños, la situación es peor ahora de la que era cuando asumió Bolsonaro, de manera que la libertad económica, la libertad de iniciativa económica, ha favorecido a algunos grupos, especialmente el grupo ganadero, las exportaciones de carne brasileñas aumentaron, los grupos madereros, en fin, todo aquello que es explotación de recursos básicos ha tenido cierto auge, pero eso no satisface las necesidades de la gran mayoría. Es decir no impacta directamente a los salarios y como en toda América Latina, la pandemia ha generado retrocesos.
¿Cuáles considera que son las semejanzas entre la configuración política de Chile y de Brasil? Considerando que nuestra elección presidencial se dirimió entre Boric y Kast.
Cada país tiene realidades muy distintas, pero sin duda que hay una afinidad clarísima entre Lula y el presidente Boric, y el Partido de los Trabajadores ha tenido contacto con el Frente Amplio, de manera que hay una conexión evidente. Y evidentemente entre Kast y Bolsonaro, es decir, ambos representan posiciones no solamente de extrema de derecha sino que tienen una afinidad en cuanto a la religiosidad y los temas valóricos, por lo tanto sí, se puede establecer un paralelismo teniendo en cuenta que Chile y Brasil son países muy, pero muy diferentes en cuanto a sus estructuras económicas.
Ante un presunto triunfo de Lula ¿Cómo se vería beneficiado el Presidente Boric?
Yo creo que el beneficio sería enorme para el actual Gobierno porque como se ha dicho muchas veces, Brasil es sin lugar a dudas el país líder en Sudamérica y hasta cierto punto, Sudamérica va donde vaya Brasil, es decir Brasil ha anticipado muchos movimientos políticos y tiene una gravitación sobre el resto de la región que es innegable. Chile es uno de los pocos países que no tiene fronteras con Brasil pero es un país vecino que influye, por ejemplo, el precio del dólar está muy influido por la situación económica en Brasil, existe una serie de conexiones, aparte de ser un socio comercial importante. La posibilidad o si se quiere la sensibilidad de un proyecto con ribetes latinoamericanistas no es viable sin Brasil, es decir no habrá unidad entre los países de Sudamérica, y cuando hablo de unidad no es una unidad orgánica, pero no va a haber sintonía real si Brasil no es parte del conjunto de Sudamérica.
El Gobierno de Bolsonaro optó claramente por una alianza con Estados Unidos y trató de desmarcarse de la región y buscar sus intereses fuera de este contexto, pero Lula siempre tuvo una profunda convicción latinoamericanista y va a tratar de volver a ella, lo dejó muy en claro en la crisis que se vivió en Bolivia cuando Santa Cruz trató de liberar un movimiento prácticamente separatista y Brasil fue el que contribuyó a mantener la unidad en Bolivia y a colaborarle al Presidente Evo Morales, de manera que Brasil es determinante. El Mercosur depende en gran medida de la voluntad de Brasil, es decir si Brasil no está dispuesto a colaborar, las cosas toman un cariz muy diferente. Es la locomotora de la región y si esa locomotora decide ausentarse o no colaborar, las cosas se vuelven muy difíciles como ha sido en los últimos años, por lo tanto la eventual victoria de Lula que se ve bastante probable va a ser un gran aporte a la unidad de la región.
¿No reconoce en Lula una distancia respecto a Boric? No asistió a la ceremonia de cambio de mando.
Yo creo que van a coincidir mucho y Brasil, como lo dije antes juega un rol determinante y que tiene una influencia importante sobre Chile y toda Sudamérica por lo que yo creo que cualquier fricción o falta de entusiasmo que haya podido existir en el pasado no va a ser demasiado relevante hacia el futuro, es decir, considerando las alternativas si Boric tuviera que seguir gobernando con Bolsonaro, que además de ser bastante agresivo en sus posturas, marca un distanciamiento importante con Chile.
¿En qué escenario queda la región en un presunto triunfo de Lula?
Yo creo que es un escenario muy positivo para un mayor entendimiento regional. De una manera Bolsonaro le advirtió a Estados Unidos, recién hace un par de semanas en una reunión con algunos embajadores acreditados en Brasilia, que Estados Unidos enfrentará una situación muy difícil en América Latina, específicamente Sudamérica, porque se tornará roja y Estados Unidos va a quedar aislado. Curiosamente Estados Unidos le replicó a Bolsonaro que no tenía mayores preocupaciones en ese sentido y que no tenía ninguna inquietud con la posibilidad de que Lula ganase las elecciones, más bien Estados Unidos manifestó sorprendentemente la preocupación de que hubiese algún fraude o algún no reconocimiento de los resultados de las elecciones y eso podría causar mucho más inestabilidad a la región que la victoria de Lula.
Y en relación a las potencias ¿Cómo proyecta la relación de la región con ellas? En un contexto donde la Unión Europea busca acercarse a Latinoamérica.
Con la Unión Europea depende de las correlaciones de fuerza que existan dentro de la Unión Europea y en estos momentos Alemania tiene un Gobierno socialdemócrata, igual que España y veremos que pasa en Italia que va a tener elecciones pronto. Allí al parecer, las mejores posibilidades las tiene la extrema derecha, pero en general Europa tiene en estos momentos un tinte ligeramente progresista y eso, dada la coyuntura latinoamericana y sudamericana, facilita las relaciones. Es decir hay afinidades, hay puntos de contacto e incluso frente a Estados Unidos, el hecho que haya un Gobierno demócrata es muy distinto a que hubiera un Gobierno de Trump o un Gobierno Republicano en términos de afinidades políticas, por lo tanto en términos generales, yo diría que la coyuntura es relativamente positiva para la izquierda latinoamericana.
¿Cómo ve la idea de la nueva izquierda en la región en el caso que Brasil y México terminen siendo presididas por representantes de una izquierda más tradicional?
Es una pregunta compleja en el sentido que López Obrador y Lula representan corrientes diferentes. Por ejemplo López Obrador no tiene una vocación latinoamericanista tan definida, ciertamente está en el espectro de las fuerzas progresistas latinoamericanas, pero México está en Norteamérica y eso le genera una dinámica completamente diferente. México está mucho más integrado con Estados Unidos y Canadá que con Sudamérica y desde hace mucho tiempo. Hay que mirar principalmente al norte y sus temas de migración, su política industrial está muy, pero muy vinculada a Estados Unidos específicamente. En cambio, Brasil ha tenido una vocación de autonomía y de sus políticas agrícolas e industriales que le permiten una relación mucho más fluida con Sudamérica de manera que tiene intereses, aunque coincidentes, pero divergen en una serie de aspectos.
Y la idea de que haya una nueva izquierda versus una izquierda tradicional, que muchos califican de socialdemócrata, no me parece tan clara desde el punto de vista que muchas de las nuevas izquierdas están bastante ligadas a la socialdemocracia, es decir la frontera donde comienza y termina la ideología, las perspectivas de la socialdemocracia no son tan claras. Por ejemplo, las nuevas izquierdas no son revolucionarias en el sentido de un quiebre con el sistema. Por el contrario, tanto Boric como Petro en Colombia han planteado con absoluta claridad un continuismo dentro del sistema al cual pretenden hacerle grandes reformas y lograr una serie de cambios sociales, pero sin una ruptura y ese es el planteamiento básico de la socialdemocracia si hacemos una diferenciación entre lo que podría llamar una izquierda revolucionaria, anticapitalista versus a una izquierda que es continuista y con una cierta vocación socialdemócrata.
¿No reconoce en López Obrador una cercanía con Cuba y en el caso de Lula, con Venezuela?
Yo no participaría en la opinión de que Lula es muy cercano a Venezuela. Lo que Lula ha tratado de plantear o ha planteado es que se debe permitir a sus países su autodeterminación. Tampoco yo diría que era muy cercano a Evo Morales, pero estaba totalmente opuesto a una intervención de cualquier tipo en Bolivia como en algún momento se temió, y tampoco veo a López Obrador tan cerca de Cuba. Siempre México, incluso en Gobiernos del PRI tuvo una actitud, salvo en los últimos, de solidaridad y cercanía con Cuba, defendiendo la autonomía y los derechos de los cubanos de darse su propio Gobierno, pero eso no significa que López Obrador esté impulsando una política tipo cubana en México. Simplemente en el marco de las relaciones internacionales y regionales, México defiende el derecho y esa ha sido su tradición histórica salvo pequeñas cortas excepciones y también con su propia política exterior. México ha defendido una serie de planteamientos que lo llevaron a tener fricciones con Estados Unidos, lo que no quiere decir que tuviera una política antiestadounidense, simplemente defendía el derecho a hacer lo que ellos creían que era correcto.