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Año XVI, 28 de marzo de 2024


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Juventud, divino tesoro

Columna de opinión por Raúl Martínez
Sábado 20 de agosto 2022 18:28 hrs.


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La frase que encabeza esta columna fue usada ya varias veces antes. Rubén Darío, el poeta nicaragüense, la utilizó hace ya un siglo y más cerca el ítalo-escoses y argentino por adopción Luca Prodán, la inmortalizó junto al vértigo del punk de Sumo.

Juventud, divino tesoro.

En aquellos años junto a otros que como yo hoy pintamos canas, nos ganábamos las calles a gritos contra el financiamiento compartido de Aylwin y las olas privatizadoras que se venían como condición para que Chile fuera un país más desarrollado según nos decían. Cantábamos con fuerza a voz en cuello contra Pinochet en la comandancia en jefe del Ejército y apuntábamos con el dedo a los ex agentes de la dictadura que paseaban por las calles impunes.

Después vinieron otras juventudes y otros reclamos. Se terminó por privatizar Chile y la educación, la salud, todo, pasó a ser parte de un negocio que poco a poco fue cocinando a fuego lento un estallido que llegó como un reventón en octubre de 2019.

Y entonces, ¿quiénes pusieron el grito y las ganas en las calles? Una vez más la juventud.

Los saltos de los torniquetes, la energía, la audacia, la canción, la protesta. Y también los muertos y los ojos mutilados.

Entre los bailes, las batucadas y las interminables marchas, la juventud fue motor principal de las manifestaciones y los responsables de colocar los temas que provocaban este estallido social: los salarios, la injusticia de años, la falta de servicios de salud dignos para la gente, el reconocimiento de la diversidad y de la urgencia por cuidar nuestro medio ambiente. A esos se sumaron muchos más, otros históricos como el derecho a la educación y a la vivienda.

Hubo una elite que quiso poner palos en el camino generando una Convención Constituyente con un quórum especial de 2/3 para asegurarse que aunque fuera minoría, ese tercio de diferencia le permitiera torpedear cualquier cambio de fondo a la constitución fraudulenta de 1980.

Pero perdieron. Y la derrota la infringió nuevamente la juventud.

Nadie esperaba que los convencionales fueran mayoritariamente integrantes de movimientos sociales como los preocupados por la recuperación del agua para Chile y sus habitantes y no para un grupo.

Gracias a esa composición, la propuesta constitucional que será plebiscitada el 4 de septiembre contiene parte importante de las que en un momento se levantaron como demandas del movimiento social de octubre de 2019: educación gratuita; salud por necesidad y no por el tamaño del bolsillo de las personas; reconocimiento de la diversidad y de nuestros pueblos originarios; derechos a la naturaleza; restitución de los derechos sindicales y laborales de los trabajadores… Chile como un estado democrático y social de derechos.

Sin embargo, en esta campaña no veo a los jóvenes. Y eso me preocupa como ciudadano que considera en esta la posibilidad histórica de empezar a construir un país para todos y no sólo para algunos.

Quienes han movilizado siempre a Chile han sido sus jóvenes agitando las banderas, levantando la voz, solidarizando en las tragedias.

Hoy es el tiempo de la juventud. Aún queda tiempo…

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.