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La detención de Héctor Llaitul sólo profundizará el conflicto chileno-mapuche

Columna de opinión por Tito Tricot
Sábado 27 de agosto 2022 12:54 hrs.


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En relación al conflicto chileno-mapuche, el gobierno del presidente Gabriel Boric perdió la brújula antes de siquiera empezar a usarla. Peor aún, no sabe cómo usarla, tal como todos los gobiernos en los últimos 30 años.

La detención de Héctor Llaitul constituye un fracaso total, pues el Estado está profundamente equivocado si piensa que con su detención cesará el conflicto. Este no es un problema entre personas, sino que entre actores políticos. Llaitul representa a una parte del movimiento mapuche autonomista, un segmento significativo, pero no es el movimiento. Sin embargo, Llaitul es, sin duda, un dirigente que con el transcurso de los años se ha convertido en un líder consecuente. Ha pasado luengo tiempo en la cárcel y se ha ganado un prestigio que no todos poseen en el mundo mapuche, más allá que se concuerde con él o no. Por lo mismo, su detención traerá consecuencias insospechadas.

El gobierno de Boric perdió la brújula o simplemente no sabe cómo utilizarla. O, quizás, se rindió antes las presiones de la Derecha, los empresarios y las forestales antes del plebiscito para obtener réditos electorales. Mal que mal ¿A quien le importan los indios? Tan solo en La Moneda lo saben -y los organismos de inteligencia- claro. Para lo anterior no requieren brújulas, sino que atalayas: mirar hacia adelante y hacia atrás. Desde aquel torreón, tanto el presidente Boric como la ministra Ziches podrían haber divisado el pasado lejano y reciente, aquel de racismo, discriminación, usurpación territorial e interminables abusos. Incluso, desde las alturas, Gabriel Boric podría haber rozado en el viento sus propias palabras cuando en su primera Cuenta Pública, declaró -en lo concerniente a los pueblos indígenas- la importancia de establecer una “relación intercultural fundada en el respeto y el entendimiento mutuo que fortalezca el pluralismo”. También afirmó que “la vía para lograrlo es el diálogo, la observancia de la ley, el respeto bidireccional y el Estado de Derecho…”. Además, se comprometió a “dar lo mejor de nosotros para construir una cultura de paz”. Pero la paz se construyó enviando los militares al Wallmapu, declarando un Estado de Excepción, prorrogado tantas veces, que ya dejó de ser excepcional para delinear una política de Estado que en nada difiere de las implementadas por todos los gobiernos anteriores. Por ello, reiteramos, esto trasciende la detención de Héctor Llaitul, porque toca la esencia de un conflicto histórico entre el Estado chileno y el pueblo mapuche.

La Coordinadora Arauco-Malleco, en relación al encarcelamiento de su vocero, ya señaló explícitamente que proseguirá con nuevos “procesos de recuperación en contra del gran capital, a través de un verdadero control territorial. A continuar con la resistencia y sabotajes en contra, principalmente, de la industria forestal, hidroeléctrica, minera y salmonera”. En otras palabras, todo sigue igual, o, dicho de otro modo, el gobierno ha perdido una oportunidad valiosa para intentar resolver un problema complejo por no saber usar la brújula política. O no querer desarmar la brújula colonizadora en mil pedazos y simplemente fraguar otra. La derecha, por su parte, está feliz como siempre. Total ¿A quién le importan los indios?

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.