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“La estrella de la esperanza continuará siendo nuestra”: El mundo recuerda a Víctor Jara a 49 años de su asesinato

Aunque la Justicia chilena no termina por esclarecer la circunstancias de su muerte, su legado sigue dando vueltas por el orbe y entre los jóvenes que cantan y reversionan sus creaciones.

Diario UChile

  Viernes 16 de septiembre 2022 13:57 hrs. 
victor jara

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Convertido en un símbolo universal del arte frente a la barbarie, es decir en lo contrario de lo que pretendían quienes lo acribillaron el 16 de septiembre de 1973, homenajes de distinta índole se realizan por Víctor Jara al cumplirse 49 años de su asesinato.

Nacido en una zona campesina, en Lonquén, Víctor desarrolló desde joven un interés por la música, influenciado por su madre. Una vez trasladado a Santiago, donde en primera instancia entró a estudiar Teatro en la Universidad de Chile,  se sumó también a otra iniciativa desde la Casa de Bello que marcaría historia en la cultura nacional: el Conjunto Cuncumén, fundado por la maestra Margot Loyola y que tuvo como primer director a Rolando Alarcón, quién también sería años después uno de los artistas más destacados de la Nueva Canción Chilena.

De esa primera etapa quedó para siempre en el imaginario cultural chileno su tierna interpretación de “Aquí te traigo una rosa”.

Sin embargo, durante sus primeros años como artista Víctor Jara concentró sus esfuerzos en las tablas, donde a través del Teatro Experimental de la Universidad de Chile se expresó en la actuación, dirección y dramaturgia. Pero su creciente proceso de concientización política lo llevó a la convicción de que la música era una forma mucho más masiva de difundir la cultura popular y las ideas de transformación social.

Así, en 1966, dejó finalmente el teatro y se volcó definitivamente a la música. Y empezaron a surgir las canciones que quedarían para siempre en los oídos del pueblo: Te recuerdo Amanda, Cuando voy al trabajo, El derecho de Vivir en Paz, Vamos por ancho camino Manifiestoentre otras.

Sus años con la guitarra a cuestas tuvieron, entre otras, dos grandes características: primero, su colaboración con conjuntos como Quilapayún, Inti-Illimani y Los Blops; y por el otro, su profunda identificación con la Unidad Popular y con el proceso de transformaciones.

El resto de la trágica historia ya es conocida: su detención en la UTE el 11 de septiembre de 1973, las brutales torturas en el Estadio Chile y su ejecución con decenas de balas. Pero, aunque hasta el día de hoy no se haya hecho justicia ni se hayan esclarecido del todo las circunstancias de su asesinato, su arte atraviesa las generaciones y los continentes.

En su cuenta de Facebook, el grupo Inti-Illimani señaló que “Víctor, su canto, su sonrisa, corrió la suerte de miles de compatriotas, su caso, el abismo de maldad que abrió su muerte, se repitió, se diversificó y fue el telón de fondo por años de la dictadura de la derecha… luego llegarían otras complicidades, otros silencios, otros pedidos de olvidar, de justicia en la medida de lo posible. De todo eso se ha levantado, de toda esa vergüenza nacional ha salido, por la fuerza de su arte y por la fuerza del amor de su pueblo”.
De muchas maneras, Víctor Jara vive.
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