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Sergio Bitar: “La palabra Apartheid es la mejor para definir el tratamiento de Israel hacia Palestina”

El histórico dirigente del PPD respaldó al Ejecutivo y señaló que "el gobierno israelí actual y el anterior de Netanyahu han tenido una clara intención de eliminar la idea de los dos Estados". Analizó además el rumbo de la política exterior de Boric.

Patricio López

  Viernes 16 de septiembre 2022 17:01 hrs. 
Valparaiso, 12 de marzo de 2019
Sergio Bitar participa de la ceremonia de asuncion de la nueva mesa del Senado. 12/03/2019
Raul Zamora/Aton Chile

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Desde la época en que ejerció responsabilidades como ministro de Salvador Allende y posteriormente en el exilio, Sergio Bitar ha vivenciado activamente las transformaciones de época en el plano continental y en el planetario. En la actualidad, dirige el Consejo Chileno de Prospectiva y Estrategia, cuyo propósito es “construir el futuro de nuestro país en base a políticas públicas de calidad, con visión de largo plazo y que sean desarrolladas en forma participativa y transparente”.

Frente a la polémica surgida entre el Gobierno y el embajador de Israel en Chile, Gil Artzyeli, Bitar -quien fuera ministro, senador y presidente del PPD- reivindicó una política exterior basada en principios y respaldó la posición del gobierno de Boric. Junto con señalar que ha sido Israel el que se ha puesto al margen del orden internacional, aprovechó de analizar la política exterior de la actual administración y los fenómenos de largo plazo que, en su opinión, deberían tenerse en consideración para las decisiones del presente.

¿Cuál es su opinión del gesto del Gobierno al postergar la recepción de cartas credenciales del Embajador de Israel, a propósito de la muerte de un adolescente palestino en la Franja de Gaza?

 Una postergación es una formalidad, pero hay que saber ubicar la discusión en términos de los grandes problemas de fondo. En ese sentido yo comparto la postura de mostrar la indignación de Chile por la violación de los derechos humanos al pueblo palestino.

La muerte de un adolescente en las zonas ocupadas en Yenín; sumado a la reciente muerte de la periodista Shireen Abu Akleh, aparentemente a manos de un soldado israelí; las opiniones generales que hay en el mundo sobre la existencia de una suerte de Apartheid contra los palestinos; las trescientas sesenta declaraciones de las Naciones Unidas irrespetadas por el gobierno israelí; y el viaje que realizaron hace algunos años un grupo de parlamentarios chilenos a la zona de Israel y Palestina, donde se encontraba el senador Matías Walker y el ahora presidente Gabriel Boric, en que ambos realizaron declaraciones muy duras respecto del trato que se les daba a los palestinos, son todas razones para dar un contexto a lo sucedido.

Así, adquiere sentido la reacción del gobierno chileno, que tal vez fue emocional o podría haberse expresado de otra manera, pero transformar este desliz de formalidad diplomática en un ataque tan descomunal al Gobierno y al Presidente me parece un aprovechamiento político. Hay un respeto a Israel como nación, por la paz. Se defienden dos estados. Se reconoce que es un país muy innovador. Se reconoce que esto no es un tema religioso, sino es un tema político. Pero por favor, por todo esto, creo que Chile no puede ceder, en nombre de estos aspectos de formalismos diplomáticos, la defensa a fondo de los derechos humanos esté donde se esté.

Se ha dicho que se debería tener la misma vara en derechos humanos respecto a otros países, como Arabia Saudí. Y que no es la manera diplomática de rechazar el accionar de otros gobiernos ¿Qué decir sobre estos dos puntos?

La violación de los derechos humanos toma distintas formas en distintos países. Va variando en el tiempo y ante cada situación se debe reaccionar con el mismo sentido de defensa. Un sentido que sea aplicable y que dé resultados, porque no basta con andar haciendo declaraciones generales.

En el caso de Saudí Arabia, el asesinato y descuartizamiento del periodista Jashogyi es una aberración que debe tener la condena general, como la ha tenido. También lo es un régimen teocrático como el que existe en ese país, donde las mujeres no pueden siquiera manejar vehículos.

Además está la situación de los uigures en China y la postura que ha tenido la expresidenta Bachelet como Alta Comisionada de los Derechos Humanos, bastante contundente y en condiciones muy difíciles. En el caso de Nicaragua, la actitud de este gobierno ha sido igual, muy dura contra Ortega por la forma que viola los derechos humanos y debilita la democracia, tal como respecto a la situación de Maduro. Cada caso hay que mirarlo en su lugar, pero uno no puede estar tomándolos uno a uno para acomodar y justificar una reacción débil frente a la violación de los derechos humanos contra el pueblo palestino.

¿Existe doble estándar internacional sobre el actuar del gobierno de Israel en territorios ocupados?

 El gobierno israelí actual y el anterior de Netanyahu han tenido una clara intención de eliminar la idea de los dos estados, que es una postura de las Naciones Unidas apoyada por Chile. Hay un tratamiento discriminatorio absoluto contra los palestinos, eso está fuera de discusión. Yo creo que en esa materia la palabra Apartheid es la mejor para definir el tratamiento de Israel hacia Palestina.

Ahora, tampoco hay que ser ciego con que los palestinos no han tenido mucha inteligencia para poder reunir sus fuerzas, están divididos y eso mismo acarrea la división de todo el mundo árabe que defendía sus posiciones. Pero más allá del conflicto de Medio Oriente, toda la comunidad internacional debe luchar y presionar para lograr alguna forma de paz, concebida como dos estados, respetándose unos a otros, respetando los derechos humanos. Ojalá algún día esa posibilidad se construya y nosotros tenemos que ayudar con nuestro granito de arena.

A propósito de lo recién ocurrido, desde algunos sectores se ha criticado duramente a esta Cancillería. Se ha dicho que muestra desconocimiento de cómo funcionan las relaciones internacionales ¿Comparte esta afirmación?

La política internacional de Chile en este gobierno mantiene un grado de ambigüedad que no es conveniente y que con el correr de los meses no se ha corregido. Hay materias que para quienes estamos comprometidos a apoyar al Gobierno nos parece indispensable ir corrigiendo rápido y poner gente con capacidad profesional y con conocimiento. Éstas no son decisiones que puedan fundarse en artículos estudiados en alguna universidad sin la práctica concreta.

Menciono algunas fallas. Primero, obviamente en los nombramientos de embajadores, aunque algunos son excepcionales como el de Ennio Vivaldi en Italia, gran acierto. Pero estar frente a Brasil sin tener embajador, esperando tal vez que gane Lula, igual implica cambiar el nombre que se presentó. En China hubo que recular con la candidatura que se había presentado. Y en otros lugares importantísimos para Chile, hay personas que no tienen un conocimiento técnico y que a veces son vistos en los países donde llegan como personas que además no tienen el peso político, diplomático o profesional que ellos creen esté a la altura de las relaciones entre los países.

Otro tema importante, que hay que corregir luego, es el de los acuerdos económicos internacionales. Estamos frente a un cuadro económico internacional muy complejo, con proyecciones de baja en la actividad mundial e inflación para los próximos años. Chile no puede demorar el acuerdo con la Unión Europea, así como tampoco puede demorar el TPP-11 que fue incluso aprobado por todos los países en Chile tras la retirada de Estados Unidos, en una operación de la presidenta Bachelet.

Pero este tratado ha tenido objeciones que el propio Gobierno reconoce como válidas.

La principal es el mecanismo de resolución de controversias que no defendería bien a los Estados, pero hay fórmulas para resolverlo. Puede haber una carta que acompañe estas decisiones donde se establezca que Chile quiere cambiar el sistema que está establecido si los países están de acuerdo. O puede firmar con los países que están de acuerdo cartas especiales para que las controversias entre ellos no se sometan a ese sistema. Pero quedarnos afuera de la más grande operación hacia el Pacífico en línea con toda nuestra estrategia de las últimas décadas, sabiendo que China y Asia van a ser el futuro de la economía mundial es un despropósito completo. Por eso espero que esta situación sea subsanada por una votación del Senado en los próximos días o semanas.

En términos más generales, se ha criticado desde antes a la Cancillería chilena porque no tendría una mirada estratégica de la evolución de los fenómenos internacionales ¿En qué aspectos debería poner atención nuestro país en este momento de transición histórico?

En el mundo que viene va a haber un reordenamiento mayor de las fuerzas políticas, sociales y económicas frente a los dos grandes desafíos de la humanidad: el cambio climático, incluyendo cambios biológicos y pandemias, y el tremendo desafío de la digitalización, que puede cambiar hasta las relaciones y la naturaleza humana. Ante esos desafíos va a haber reordenamiento, van a haber nuevas reglas y nuevas normas, muchas de ellas para mejorar el bienestar, proteger los derechos y la democracia.

Chile y América Latina no pueden estar en una postura marginal como hoy. En ese sentido sería deseable una posición común de Latinoamérica para estar activos ante esos desafíos, acumular nuestras capacidades intelectuales, políticas y científicas para actuar juntos frente a esas materias a nivel de las instituciones y organismos internacionales. A mí me parece una prioridad que debe perseguir este gobierno, privilegiando esa relación con América Latina y teniendo en perspectiva estos grandes cambios mundiales que se avecinan y que las Naciones Unidas están tomando con fuerza. Por eso creo que el discurso que el presidente Boric realice frente a la ONU debe ponerse en esta línea, siendo un joven mirando más a largo plazo, enfrentando los desafíos del futuro, defendiendo los principios. Aquello tiene que ser el eje de la política internacional chilena.

¿Debería Chile entonces privilegiar a América Latina, como lo han señalado sectores del oficialismo? ¿Cuál sería la perspectiva correcta de análisis de las relaciones regionales?

Destaco la necesidad de mantener la política que el Gobierno ha llamado “latinoamericanista”, de posicionar a Chile en una postura de coordinación, en un momento en el que somos bastante irrelevantes como región en el mundo por la dispersión que tenemos. Se requiere poder buscar ciertas alianzas y acuerdos y colocar la visión de Chile para aunar posiciones.

La historia hay que retomarla, no se puede desconocer. Yo quiero mencionar cuatro o cinco cosas que han pasado en la historia reciente que son claves: Gabriel Valdés, símbolo de una representación de América Latina en los años 60, frente a Kissinger y los Estados Unidos; el discurso de Allende en las Naciones Unidas, de dignidad, de un pueblo que quiere su autonomía; las posturas de Lagos frente a la invasión a Irak y la oposición de Chile, corriendo el riesgo de que no se firmara el TLC con Estados Unidos, que algunos advirtieron para que no se tuviera una posición clara respecto a algo que resultó en el más grande fiasco y tragedia para los iraquíes y el Medio Oriente; y la última postura digna de la expresidenta Michelle Bachelet como Alta Comisionada de los Derechos Humanos. Ésa es una tradición y nosotros tenemos que luchar por una postura latinoamericanista que defienda la democracia y los derechos humanos, tal como que también dé autonomía. En ese sentido destaco un reciente libro de tres amigos -Ominami, Fortín y Heine-, sobre el no alineamiento activo. Ése es un punto que puede coordinar a América Latina y tener a Chile decidido, que no sea la pugna constante entre China y Estados Unidos la que encierre nuestras posibilidades.

 

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