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Dejar atrás las respuestas reactivas frente a desastres para avanzar hacia la protección de la población

Columna de opinión por Sergio Sepúlveda
Jueves 13 de octubre 2022 14:04 hrs.


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Hoy se conmemora el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres, establecido por la Organización de las Naciones Unidas hace 33 años. En Chile estamos habituados a lidiar con desastres de todo tipo, en especial aquellos asociados a amenazas de origen natural, como terremotos, aluviones o erupciones volcánicas. Sin embargo, los desastres en sí no son naturales, pues su ocurrencia está íntimamente ligada a la exposición del ser humano y sus obras generando situaciones de riesgo. Aun así, la comprensión de los fenómenos geológicos que los causan sigue siendo un desafío fundamental para la reducción del riesgo asociado.

Además, la intervención del ser humano ya no se limita solamente a exponerse viviendo o trabajando en zonas de riesgo, sino que también, progresivamente, ha participado en la generación o expansión de la amenaza. Esto lo hace a través de la intervención del terreno y las aguas con urbanización mal regulada, obras de ingeniería, actividad industrial o minera, como quedó recientemente ejemplificado con el gran socavón detectado en Tierra Amarilla, causado por actividad antrópica mediante la minería subterránea.

Del mismo modo, el cambio climático, resultado de la actividad industrial no controlada en las últimas décadas, ha variado los patrones de ocurrencia de eventos de sequías, inundaciones o remociones en masa, los cuales tienden a ser más frecuentes, aumentando con ello la amenaza y el riesgo.

Ante este escenario, uno de los principales desafíos para las y los especialistas en geociencias e ingeniería es el desarrollo de técnicas y herramientas para la detección temprana de eventos que puedan generar desastres, aumentando las capacidades preventivas de las comunidades. El Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030, adoptado en marzo de 2015, contempla siete metas estratégicas. Una de ellas, y en la cual se centra la conmemoración de este año, es aquella que busca “incrementar considerablemente la disponibilidad de los sistemas de alerta temprana sobre amenazas múltiples y de la información y las evaluaciones sobre el riesgo de desastres transmitidas a las personas, y el acceso a estos para 2030”.

En los últimos años se han registrado notables avances en la teledetección de fenómenos naturales y el desarrollo de instrumentos terrestres, aéreos o satelitales que permiten, en algunos casos, pronosticar un evento inminente previo a su ocurrencia y, en otros, detectarlos tempranamente. Esto ha permitido la acción de la comunidad o las autoridades para su protección o evacuación. Entre estas herramientas se cuentan radares satelitales para detectar deformaciones en volcanes o laderas, previo a una erupción o deslizamiento de tierra; equipos láser montados en drones, aviones o en tierra para monitorear cambios en la superficie del suelo o glaciares; mediciones y modelos meteorológicos para detectar grandes tormentas que pueden generar inundaciones o aluviones; y equipos sismológicos que permiten, por ejemplo, identificar un sismo en desarrollo en el fondo marino o detectar un aluvión en las cabeceras de una quebrada antes que alcance zonas pobladas.

El desarrollo y adopción de estas nuevas herramientas de monitoreo y detección remota de procesos geológicos, en conjunto con los avances en tecnologías de la información, comunicaciones en línea, big data e inteligencia artificial que permiten transmitir y procesar grandes cantidades de datos, facilitarán el desarrollo de estrategias preventivas para mitigar el riesgo de desastres, dejando atrás la histórica respuesta reactiva basada en la atención de la emergencia.

En ese sentido, la instauración de la Política Nacional para la Reducción del Riesgo de Desastres y la implementación del nuevo Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres se presentan como una oportunidad para adoptar de manera más cabal el enfoque preventivo, de la mano con la continuidad y profundización de las tareas de monitoreo y detección de amenazas  naturales realizadas por distintos organismos técnicos públicos, dotándolos de mayores recursos técnicos y humanos para su labor. De esta manera, podremos avanzar como sociedad en el cumplimiento de una tarea básica como es la protección de las personas.

Sergio Sepúlveda
Doctor en Ingeniería Geológica.
Académico del Departamento de Geología de la Universidad de Chile y de la Simon Fraser University, Canadá. Investigador de CITRID-U. de Chile y Universidad de O´Higgins.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.