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“Los niños del 73: Fragmentos de una historia rota”, relatos de una generación marcada por la dictadura

Paola Passig y Ximena Ceardi recopilaron y editaron 18 historias de infancia de niños que hoy son adultos pero que todavía recuerdan el olor a pólvora luego del bombardeo a La Moneda, la incertidumbre de la época y al "compañero Presidente".

Joana Carvalho

  Domingo 23 de octubre 2022 9:06 hrs. 
ninos 73

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“Dormir en Chile y despertar en otro país”, es la descripción que mejor encaja al tratar de expresar en palabras la realidad que enfrentaron niños, niñas y adolescentes el 11 de septiembre de 1973. Así lo mencionaron las editoras del libro “Los niños del 73: Fragmentos de una historia rota”, Paola Passig y Ximena Ceardi, ambas periodistas nacionales con amplia trayectoria.

La deuda con la verdad, la justicia y la reparación de este país fragmentado sigue vigente, puesto que han transcurrido más de 30 años de democracia y de impunidad para muchos de los responsables de los crímenes de la dictadura militar. La misma cantidad de años bajo una Constitución escrita en medio de torturas, desapariciones y muertes.

“Los niños del 73: Fragmentos de una historia rota” es una recopilación de recuerdos que partió en pandemia entre dos amigas “y una copa de vino, en el mejor de los casos”, como mencionan las autoras en las primeras páginas del libro. Mientras que poco a poco se dieron cuenta que en sus manos tenían algo mucho más potente. Casi como un ejercicio de catarsis, el peso de haber sido ellas mismas niñas del 73, hizo que este proyecto comenzara a tomar forma rápidamente. Así, entre amigos y conocidos salieron a la luz las experiencias de una generación que tuvo una infancia marcada por el “compañero presidente”, el bombardeo a La Moneda, tanquetas militares y la incertidumbre de cuándo sería la próxima pichanga

Radio y Diario Universidad de Chile conversó con ambas autoras acerca del proceso de escritura y edición, así como también acerca del contenido cultural y político de las historias. Ximena Ceardi, reconoció que el ámbito político destaca en los relatos, pero un aspecto importante para ellas siempre fue hacer énfasis en las experiencias de quienes sumaron su vivencia a la obra.

“No hablar desde la ideología es casi imposible porque la traemos desde los papás, la universidad en que estudiamos, desde los amigos que tenemos. Pero tratamos de sacar un poco esa ideología y hablar desde las sensaciones”, señaló Ceardi y agregó que una vez que empezaron a compilar los relatos enfatizaron que “se fijaran en las palabras que escucharon, los ruidos y en los olores” de aquella época, “como ese olor de la pólvora” luego del ataque a La Moneda y en Tomás Moro, en la casa oficial de Salvador Allende. 

Para Paola Passig las imágenes y sensaciones que pudieran retratar las y los escritores era fundamental. En su experiencia, porque tanto ella como Ceardi expusieron sus propias historias en el libro, recuerda claramente cuando a las dos horas del golpe de Estado se asomó por la ventana del departamento en el que vivió en su adolescencia, y observó a los militares a pocos metros de su casa. Al igual que recuerda ver llegar a su abuela corriendo y decir “hay pollo”.

“Había falta de comida, eso era real. Entonces, cuando estaban vendiendo pollos, tenía esa sensación de ‘y dónde estaban esos pollos’, porque todo como que volvió a la ‘normalidad’ de manera muy brusca”, cuestionó. 

El Chile que cambió y el Chile que despertó

Previo al golpe militar del 11 de septiembre de 1973, las periodistas manifestaron que Chile tenía una evidente fisura social y política, pero era “un país que estaba vivo y después dio la sensación de que apagaron la luz… y vivir bajo una dictadura en tu adolescencia es fuerte”, según palabras de Ximena Ceardi.  

El objetivo del proyecto fue transmitir historias potentes, con ritmo y de fácil lectura desde la perspectiva de los niños de esa época. La edición tuvo un rol súper relevante en aquello, pero siempre respetando la voluntad de las y los protagonistas de los testimonios. 

Hay una figura que está presente constantemente en el libro y que orgánicamente unió varios de los textos entre sí: el “compañero presidente”, como llamaban a Salvador Allende. 

“No se sabía qué estaba pasando, era un época en que no había internet, las radios estaban apagadas porque estaban todas bombardeadas y la televisión era de puros bandos militares”, indicó Passig. En la misma línea, declaró que “esa sensación de incertidumbre también está retratada, entonces Allende y su gobierno emergen como el tronco de muchos de los relatos”.

De acuerdo con la periodista, las 18 vivencias son una pequeña muestra de cómo ese período incidió en una generación. “Nos cambió a todos la historia ¿Cómo habríamos sido nosotros si no hubiera pasado eso?”, preguntó y sostuvo que lo que ocurrió después del golpe de Estado está en el ADN de las y los chilenos. 

Passig expresó que el Chile individualista de hoy, era “más solidario y comunitario”. “Había una efervescencia social y política que uno la alcanzó a probar y que ganas que nuestros hijos hubieran podido tener ese país con expectativas”, agregó. 

Por otro lado, el hito es la historia reciente que tiene mayor conexión con los acontecimientos de la dictadura probablemente son las movilización de octubre 2019, el denominado estallido social. “Chile despertó” vitoreaban las muchedumbres, y mientras se podían esquivar los perdigones y lacrimógenas, en ocasiones sonaba El derecho de vivir en paz, de Victor Jara, El pueblo unido jamás será vencido de Inti Illimani o El baile de los que sobran de Los Prisioneros. 

Un día especial fue la marcha histórica que convocó a aproximadamente a tres millones de personas a lo largo del país. “Tenía la sensación de ser de nuevo comunidad, de ser un país, de que podíamos construir algo juntos. Esa sensación fue muy bonita, porque nos quitaron eso”, destacó Ceardi. De la misma manera, la escritora comentó que para ella, el 18 de octubre dio pruebas de que todavía “podemos ser un país y no solamente un paisaje como dice (Violeta) Parra”.

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