El mortal ataque sufrido en la cárcel por Yvan Colonna, un independentista corso que cumplía condena de cadena perpetua acusado de terrorismo, en marzo pasado, ha desatado por toda la isla de Córcega una reacción en cadena cada vez más violenta de parte de los independentistas clandestinos. Lo cierto es que Córcega es un foco permanente de malestar para el gobierno central en Paris, situación que ha vuelto a deteriorarse después del retorno de las acciones violentas y de la consiguiente detención de varios líderes independentistas.
De hecho, recién el jueves 1° de diciembre se produjeron tres arrestos y este lunes 5 tuvieron lugar otros ocho apresamientos. Naturalmente, la reacción de los independentistas, que cuentan con el apoyo de buena parte de los habitantes de la posesión insular francesa, ha sido la inmediata convocatoria a nuevas movilizaciones de protesta.
Las detenciones están relacionadas con una rueda de prensa clandestina, que tuvo lugar en mayo del 2021, en la que se anunció la vuelta a la escena política de un reconstituido Frente de Liberación Nacional Corso (FLNC), una organización originalmente creada en 1974 y que recién después de 40 años, en 2014, anunció el fin de la lucha armada contra Francia.
El nuevo grupo adoptó el nombre de FLNC Maghju (mayo) 21. Desde entonces ha vuelto a haber ataques a vehículos policiales, a empresas de la construcción y a segundas viviendas cuyos propietarios son franceses que residen en el continente. Este último tipo de acciones fue siempre uno de los signos de identidad de los independentistas radicales corsos, la punta de lanza de su estrategia contra la que llaman “colonización” francesa.
Entre los detenidos este lunes figura Charles Pieri, ex miembro del buró ejecutivo del partido Corsica Libera, sospechoso de ser uno de los máximos dirigentes del FLNC, su hijo Ghjuvan Battista Pieri y un nieto, Ghjiseppu-Maria Verdi.
Se da la circunstancia de que el ministro del Interior francés, Gérald Darmanin -que había recibido el encargo del presidente Emmanuel Macron de lidiar con el complicado dossier corso- debía visitar Córcega a finales de esta semana para abordar con los dirigentes de la isla un marco de autonomía para el territorio insular. No obstante, como consecuencia de los sucesos y situaciones de violencia que han estado acaeciendo, la visita se ha aplazado hasta enero porque Paris juzga que “el clima no es favorable”. Tal vez, por ahora, esa decisión fuera la mejor.
La muerte de Yvan Colonna, en marzo pasado, tras ser agredido y asesinado en prisión por un islamista, inflamó los ánimos al punto de generarse manifestaciones, así como un entierro multitudinario y muy reivindicativo en Cargèse, su pueblo de origen.
Córcega, con unos 340.000 habitantes, es francesa desde 1768, un año antes del nacimiento de Napoleón Bonaparte. Su encaje dentro de la V República francesa todavía es problemático, ello debido a que los autonomistas e independentistas querrían muchos más poderes regionales y, muy especialmente, que la lengua corsa sea oficial al mismo nivel del francés. Los regionalismos como rasgos de identidad con raíces nacionalistas y hasta chauvinistas son, por lo demás, una constante en Europa y Córcega no vendría a ser ninguna excepción en tal sentido.
Ahora bien, sobre lo primero -más poderes regionales-, el Elíseo se ha mostrado flexible, pero deja pasar el tiempo sin tomar decisiones concretas para dar con una solución. Sobre lo segundo, que la lengua corsa fuese tan oficial como la francesa, el “no” de Macron es tajante. Dice promover el bilingüismo, pero no la cooficialidad, porque “el francés es la lengua de la República”. Esta clase de posturas inflexibles y a nivel oficial del gobierno central, sumado a la reconstitución y reactivación del Frente de Liberación Nacional Corso como FLNC Maghju 21 y la multiplicación de los incendios intencionales que siembran el pánico público, han vuelto a deterior la situación en la normalmente pacífica y bella Córcega.
El mortal ataque sufrido en la cárcel por Yvan Colonna, un independentista corso que cumplía condena de cadena perpetua acusado de terrorismo, en marzo pasado, ha desatado por toda la isla de Córcega una reacción en cadena cada vez más violenta de parte de los independentistas clandestinos. Lo cierto es que Córcega es un foco permanente de malestar para el gobierno central en Paris, situación que ha vuelto a deteriorarse después del retorno de las acciones violentas y de la consiguiente detención de varios líderes independentistas.
De hecho, recién el jueves 1° de diciembre se produjeron tres arrestos y este lunes 5 tuvieron lugar otros ocho apresamientos. Naturalmente, la reacción de los independentistas, que cuentan con el apoyo de buena parte de los habitantes de la posesión insular francesa, ha sido la inmediata convocatoria a nuevas movilizaciones de protesta.
Las detenciones están relacionadas con una rueda de prensa clandestina, que tuvo lugar en mayo del 2021, en la que se anunció la vuelta a la escena política de un reconstituido Frente de Liberación Nacional Corso (FLNC), una organización originalmente creada en 1974 y que recién después de 40 años, en 2014, anunció el fin de la lucha armada contra Francia.
El nuevo grupo adoptó el nombre de FLNC Maghju (mayo) 21. Desde entonces ha vuelto a haber ataques a vehículos policiales, a empresas de la construcción y a segundas viviendas cuyos propietarios son franceses que residen en el continente. Este último tipo de acciones fue siempre uno de los signos de identidad de los independentistas radicales corsos, la punta de lanza de su estrategia contra la que llaman “colonización” francesa.
Entre los detenidos este lunes figura Charles Pieri, ex miembro del buró ejecutivo del partido Corsica Libera, sospechoso de ser uno de los máximos dirigentes del FLNC, su hijo Ghjuvan Battista Pieri y un nieto, Ghjiseppu-Maria Verdi.
Se da la circunstancia de que el ministro del Interior francés, Gérald Darmanin -que había recibido el encargo del presidente Emmanuel Macron de lidiar con el complicado dossier corso- debía visitar Córcega a finales de esta semana para abordar con los dirigentes de la isla un marco de autonomía para el territorio insular. No obstante, como consecuencia de los sucesos y situaciones de violencia que han estado acaeciendo, la visita se ha aplazado hasta enero porque Paris juzga que “el clima no es favorable”. Tal vez, por ahora, esa decisión fuera la mejor.
La muerte de Yvan Colonna, en marzo pasado, tras ser agredido y asesinado en prisión por un islamista, inflamó los ánimos al punto de generarse manifestaciones, así como un entierro multitudinario y muy reivindicativo en Cargèse, su pueblo de origen.
Córcega, con unos 340.000 habitantes, es francesa desde 1768, un año antes del nacimiento de Napoleón Bonaparte. Su encaje dentro de la V República francesa todavía es problemático, ello debido a que los autonomistas e independentistas querrían muchos más poderes regionales y, muy especialmente, que la lengua corsa sea oficial al mismo nivel del francés. Los regionalismos como rasgos de identidad con raíces nacionalistas y hasta chauvinistas son, por lo demás, una constante en Europa y Córcega no vendría a ser ninguna excepción en tal sentido.
Ahora bien, sobre lo primero -más poderes regionales-, el Elíseo se ha mostrado flexible, pero deja pasar el tiempo sin tomar decisiones concretas para dar con una solución. Sobre lo segundo, que la lengua corsa fuese tan oficial como la francesa, el “no” de Macron es tajante. Dice promover el bilingüismo, pero no la cooficialidad, porque “el francés es la lengua de la República”. Esta clase de posturas inflexibles y a nivel oficial del gobierno central, sumado a la reconstitución y reactivación del Frente de Liberación Nacional Corso como FLNC Maghju 21 y la multiplicación de los incendios intencionales que siembran el pánico público, han vuelto a deterior la situación en la normalmente pacífica y bella Córcega.
El mortal ataque sufrido en la cárcel por Yvan Colonna, un independentista corso que cumplía condena de cadena perpetua acusado de terrorismo, en marzo pasado, ha desatado por toda la isla de Córcega una reacción en cadena cada vez más violenta de parte de los independentistas clandestinos. Lo cierto es que Córcega es un foco permanente de malestar para el gobierno central en Paris, situación que ha vuelto a deteriorarse después del retorno de las acciones violentas y de la consiguiente detención de varios líderes independentistas.
De hecho, recién el jueves 1° de diciembre se produjeron tres arrestos y este lunes 5 tuvieron lugar otros ocho apresamientos. Naturalmente, la reacción de los independentistas, que cuentan con el apoyo de buena parte de los habitantes de la posesión insular francesa, ha sido la inmediata convocatoria a nuevas movilizaciones de protesta.
Las detenciones están relacionadas con una rueda de prensa clandestina, que tuvo lugar en mayo del 2021, en la que se anunció la vuelta a la escena política de un reconstituido Frente de Liberación Nacional Corso (FLNC), una organización originalmente creada en 1974 y que recién después de 40 años, en 2014, anunció el fin de la lucha armada contra Francia.
El nuevo grupo adoptó el nombre de FLNC Maghju (mayo) 21. Desde entonces ha vuelto a haber ataques a vehículos policiales, a empresas de la construcción y a segundas viviendas cuyos propietarios son franceses que residen en el continente. Este último tipo de acciones fue siempre uno de los signos de identidad de los independentistas radicales corsos, la punta de lanza de su estrategia contra la que llaman “colonización” francesa.
Entre los detenidos este lunes figura Charles Pieri, ex miembro del buró ejecutivo del partido Corsica Libera, sospechoso de ser uno de los máximos dirigentes del FLNC, su hijo Ghjuvan Battista Pieri y un nieto, Ghjiseppu-Maria Verdi.
Se da la circunstancia de que el ministro del Interior francés, Gérald Darmanin -que había recibido el encargo del presidente Emmanuel Macron de lidiar con el complicado dossier corso- debía visitar Córcega a finales de esta semana para abordar con los dirigentes de la isla un marco de autonomía para el territorio insular. No obstante, como consecuencia de los sucesos y situaciones de violencia que han estado acaeciendo, la visita se ha aplazado hasta enero porque Paris juzga que “el clima no es favorable”. Tal vez, por ahora, esa decisión fuera la mejor.
La muerte de Yvan Colonna, en marzo pasado, tras ser agredido y asesinado en prisión por un islamista, inflamó los ánimos al punto de generarse manifestaciones, así como un entierro multitudinario y muy reivindicativo en Cargèse, su pueblo de origen.
Córcega, con unos 340.000 habitantes, es francesa desde 1768, un año antes del nacimiento de Napoleón Bonaparte. Su encaje dentro de la V República francesa todavía es problemático, ello debido a que los autonomistas e independentistas querrían muchos más poderes regionales y, muy especialmente, que la lengua corsa sea oficial al mismo nivel del francés. Los regionalismos como rasgos de identidad con raíces nacionalistas y hasta chauvinistas son, por lo demás, una constante en Europa y Córcega no vendría a ser ninguna excepción en tal sentido.
Ahora bien, sobre lo primero -más poderes regionales-, el Elíseo se ha mostrado flexible, pero deja pasar el tiempo sin tomar decisiones concretas para dar con una solución. Sobre lo segundo, que la lengua corsa fuese tan oficial como la francesa, el “no” de Macron es tajante. Dice promover el bilingüismo, pero no la cooficialidad, porque “el francés es la lengua de la República”. Esta clase de posturas inflexibles y a nivel oficial del gobierno central, sumado a la reconstitución y reactivación del Frente de Liberación Nacional Corso como FLNC Maghju 21 y la multiplicación de los incendios intencionales que siembran el pánico público, han vuelto a deterior la situación en la normalmente pacífica y bella Córcega.
