Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 28 de marzo de 2024


Escritorio

Columna del Director Patricio López P.
Lunes 5 de diciembre 2022 20:28 hrs.


Proceso constituyente conectado a respirador artificial



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En medio del proceso constituyente entrampado, dirigentes y medios de comunicación hacen como si el problema fuera una diferencia de mecanismos, cuando en realidad se trata de diferencias políticas e ideológicas. Transparentarlo parece recomendable para un mejor análisis y para ponderar supuestas espadas de Damocles, como aquella según la cual las fuerzas políticas estarían obligadas a llegar a un acuerdo, sin importar en qué consista.

Aunque parezca pesimista, el proceso constituyente fue herido de muerte el 4 de septiembre, en la medida, además del resultado, que se fueron desmintiendo las premisas con que partidarios del Apruebo y el Rechazo realizaron la campaña. Si pudiéramos volver al pasado y apreciar el estado de la discusión en los días previos al plebiscito, podríamos comprobar y recordar que nadie decía estar en desacuerdo con una nueva constitución y que casi todos, incluyendo los partidos políticos del Rechazo, adherían formal y públicamente a un estado social de derecho.

Pero los dichos empezaron a ser desconocidos por los hechos apenas hubo un resultado en la mano, partiendo por la desvergonzada desaparición de quienes habían tenido generosos espacios en los medios hablando de Una que nos una y Otra sí, ésta no. Quizás les quepa la frase hecha de que la Historia los juzgará. Los mismos dirigentes que semanas después del plebiscito seguían diciendo adherir a un órgano constituyente cien por ciento elegido, ahora plantean que un órgano mixto es una condición para llegar a un acuerdo, debido a que la ciudadanía no sería capaz de garantizar con su voto un grupo de redactores competentes. Especialmente asombroso es el argumento en boca de parlamentarios, que abjuran del mismo padrón electoral que los sentó en los escaños que ahora ocupan.

Decimos que la aparente diferencia sobre los mecanismos es, en realidad, una diferencia ideológica, porque la mayoría de la oposición y algunos grupos del oficialismo están cómodos con el modelo de sociedad forjado por la Constitución de 1980. Ellos quisieran entonces que las instituciones siguieran tal cual, que el Estado no juegue un rol más activo en la cautela de derechos y que, en resumen, las cosas cambien lo menos posible. Ha sido honesta, y además es completamente legítima su posición, la secretaria general de la UDI, María José Hoffmann, quien ha señalado “me parece que la Constitución del 80 es buena”. Sería saludable que muchos otros dirigentes lo reconocieran para dar un debate abierto sobre cuáles son los tipos de orden institucional en disputa. Pero venimos desde la campaña discutiendo sobre eslóganes retóricos y mecanismos, esquivando el tema de fondo.

Tampoco se sincera que esta nueva constitución, de aprobarse, la escribirá el Congreso Nacional, debido a la serie de mecanismos que se han acordado para que ejerza control sobre el proceso. En tales condiciones el proceso constituyente parece ser solo un simulacro y estar conectado a un respirador artificial. Y, como los médicos a veces recomiendan a los seres queridos, tal vez será mejor desconectarlo y no seguir sosteniendo de esa forma sus signos vitales.

Envíanos tu carta al director a: patriciolopez@u.uchile.cl