De por qué “Everything Everywhere All at Once” es mi película favorita del 2022

  • 13-01-2023

Este 10 de enero se entregaron los premios Globos de Oro y la película “Everything Everywhere All at Once” estaba nominada en 6 categorías llevándose los premios a Mejor actor de reparto en comedia o musical para Jonathan Ke Quan y Mejor actriz protagónica para la genial Michelle Yeoh. No es un hecho común que una de las películas más comentadas del año esté protagonizada por una actriz de 60 años. En una industria que sistemáticamente castiga el paso de los años en las mujeres, este dato ya es un hito para celebrar. Pero ese es sólo uno de los elementos que hace que “Todo en todas partes al mismo tiempo” sea una de las películas más inolvidables de este 2022.

Es muy raro que una película logre, simultáneamente, el reconocimiento de la crítica y los aplausos del público masivo, pero cuando pasa hay que poner atención y reconocer que esta locura cinematográfica dirigida por Los Daniels (Daniel Kwan y Daniel Scheinert) contiene muchos elementos para su disfrute entusiasta y exuda un profundo amor por el cine. La anécdota comienza simple: una familia oriental en Estados Unidos, liderada por una mujer madura tratando de sostener su pequeño negocio que está siendo sometido a un profundo análisis de impuestos, con un exigente y anciano padre de visita, un marido que parece demasiado blando para apoyarla en la crisis y una hija post adolescente cada vez más distante. La protagonista siente que esa vida que armó le resulta mediocre y no la hace feliz, y -para su sorpresa y la nuestra- aparece la posibilidad de conocer a sus otras yo en universos paralelos ante la urgencia de detener el final de todos los mundos causados por el malvado yo paralelo de su hija.

Esta nueva visita cinematográfica al relato del multiverso resulta acá una excelente excusa para armar una propuesta formal disparatada y eficiente, y dejar fluir la imaginación de sus realizadores, al tiempo que comparten con nosotros su amplia cultura cinéfila y su pasión por algunos íconos cinematográficos. Estos juegos visuales y la bien lograda producción que los sostiene mantienen a la audiencia entretenida y pasando, vertiginosamente, de una emoción a otra. Y quizá ese sea el mayor mérito de esta película, que todo este impactante despliegue audiovisual está al servicio de una historia sensible y con la que es fácil empatizar: los desafíos de la vida en familia y la dificultad de comprender las acciones e intenciones de aquellas personas que tenemos más cerca.

Hay una escena en particular que me recordó algo fundamental y que me ha acompañado desde que vi “Everything Everywhere All at Once”: en un sofisticado universo paralelo –uno que homenajea las elegantes y melodramáticas películas de Won Kar-wai-  el personaje masculino le dice a la protagonista: “Me dices que este es un mundo cruel y que estamos todos corriendo en círculos, yo se eso. He estado en esta tierra tanto tiempo como tú. Cuando escojo ver el lado positivo de las cosas no estoy siendo ingenuo, es estratégico y necesario. Es como he aprendido a sobrevivir a todo” paralelamente el mismo personaje en el mundo “real” pide detener la pelea en la que están y reconocer que estamos todos confundidos y con miedo y que lo único que podemos hacer es ser amables, especialmente cuando no sabemos qué está pasando. Ese momento hace lo que para mí el buen cine debe hacer. A través de un relato bien armado técnicamente, que compromete las emociones de la audiencia y la mantiene involucrada, nos trae de vuelta a nuestra propia vida y nos regala una reflexión clave que nos hace falta escuchar y, sobre todo, vivir.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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