Los buenos resultados de la economía rusa llaman la atención de los economistas. El Fondo Monetario Internacional había pronosticado su hundimiento y finalmente ha revisado al alza sus estimaciones. La recesión del producto interno bruto ruso fue finalmente sólo del 2,2% en 2022, según el FMI, y la actividad debería repuntar de nuevo este año con un +0,3%. Si las sanciones aún no han cortado las fuentes de financiación de la guerra contra Ucrania, como lo esperaba Occidente, se debe sobre todo a que las sanciones más duras -las relativas al petróleo- llegaron demasiado tarde para ser efectivas en 2022. Requirieron meses y meses de negociaciones entre los miembros de la Unión Europea. Este retraso que permitió a Moscú redirigir sus exportaciones a China e India. Y también seguir exportando gas y petróleo a Europa hasta finales de 2022.
Del mismo modo, Rusia sigue importando mercancías de Occidente, a pesar de las sanciones, a través de países terceros. En Armenia, Georgia y Kirguistán, el crecimiento se ha visto impulsado por este comercio alternativo, que ni Bruselas ni Washington condenan. El aislamiento del sistema internacional de pagos Swift también se ha sorteado en parte gracias a la agilidad de los banqueros e intermediarios financieros rusos. El Banco Central también ha defendido hábilmente el rublo. Una tercera fuente de resistencia son los resultados de la agricultura, impulsados por cosechas récord.
La industria armamentista también ha sostenido la actividad de la economía rusa. Forma parte de los motores de la abundancia de esta Rusia en guerra, pero es un motor bastante controvertido, porque las armas y los tanques que salen de las fábricas rusas están destinados a desaparecer en el campo de batalla. La creación de riqueza es, pues, muy relativa. Ciertos datos positivos ocultan una realidad más negativa.
Cuando Vladimir Putin se alegra de los buenos resultados del mercado laboral, no menciona la hemorragia de la demanda, provocada por una parte por el servicio militar obligatorio. Más de 300.000 hombres han sido movilizados. Y por otro lado, la demanda se ha derrumbado por la huida al extranjero de quienes quieren escapar de la guerra. Medio millón de rusos han abandonado su país en los últimos doce meses. No se informa de este tipo de estadísticas. Las autoridades ya no publican algunos datos sobre la marcha de la economía, como las cifras del comercio exterior. Por lo tanto, es difícil formarse una opinión sobre el estado real de la economía rusa.
¿Ha bajado el nivel de vida de los hogares?
En todas partes los hogares sufren la inflación, pero la subida de los precios ya está controlada. Debería contenerse en el 4% en 2023. Pero la situación varía de una región a otra. Las provincias agrícolas van bien, al igual que las grandes ciudades donde gran parte de la población trabaja en la administración o los servicios. En cambio, las regiones ricas en hidrocarburos o las regiones industriales están mucho más penalizadas.
En todas partes, la sociedad rusa, acostumbrada a las situaciones de crisis, se adapta como puede. Hace unos años, el Ministerio de Trabajo ruso admitió que desconocía la actividad y los ingresos reales de 35 millones de personas. Decenas de millones de personas, tanto jubilados como trabajadores en activo, tienen dobles empleos o ingresos no declarados para llegar a fin de mes. Esta movilización silenciosa explica también la asombrosa resistencia de la economía rusa.