“Para el 5 de marzo esto tiene que estar listo a juro, porque ese día es lo de la muerte de Chávez”, explicó un soldado mientras se escuchan obreros trabajando dentro del lugar. Durante las últimas dos semanas, el llamado Cuartel de la Montaña ha estado cerrado al público.
El recinto, convertido en el mausoleo de Hugo Chávez, ubicado en el populoso sector 23 de Enero de Caracas, está siendo remozado para los actos que tendrán lugar el domingo 5 de marzo cuando se cumplan 10 años de la muerte del expresidente venezolano.
“A las 4:25 de la tarde, de hoy 5 de marzo, ha fallecido el comandante presidente Hugo Chávez Frías”, anunciaba aquella tarde de martes en 2013 Nicolás Maduro, entre lágrimas. Se trata de una fecha emblemática, pero no todos tienen tan presente el día. En los propios alrededores del mausoleo de Chávez, comerciantes como Griceida Mariño lo habían olvidado a pesar de que habían notado movimiento de personal en el lugar.
De hecho, la capilla “Santo Hugo Chávez del 23” que simpatizantes del expresidente instalaron hace una década, ya no luce ni flores, ni velas, ni mensajes como en otra época. Solo es cuidada para fechas emblemáticas.
“La están acondicionando, le ponen unos arreglos (florales) y eso. El 4 de febrero -cuando se conmemoraron 31 años del intento de golpe de Estado que protagonizó un joven Hugo Chávez- duraron un día. Una muchacha se me acercó a preguntarme si yo sabía quién se llevó esos arreglos”, dijo la comerciante.
Nicolás Maduro ha pedido mantener presente al expresidente como emblema de su revolución bolivariana. “La mejor manera de recordar al comandante Chávez no es llorando. Yo me dejé de eso hace tiempo. No es recordarlo como pasado, sino como presente, como reto de futuro. Recordarlo como compromiso de honestidad, de ética, siendo leal al pueblo”, afirmó Maduro.
En Venezuela, Hugo Chávez sigue siendo valorado positivamente por al menos la mitad del país, según la encuestadora Datanálisis. El gobierno lo sigue incorporando a su discurso, aunque sus acciones ahora contradigan decisiones que entonces tomó el “comandante presidente”.
Por ejemplo, Maduro ha agradecido a Dios porque la dolarización haya avanzado en Venezuela, se ha enorgullecido de reunirse con enviados de la Casa Blanca y hasta ha comenzado a privatizar expendios de alimentos que hace 10 años se vendían subsidiados y con control gubernamental. Un giro con respecto a aquel Chávez que mandaba a “los gringos” y a la iniciativa privada bien lejos.
En 10 años la economía ha reducido el 80% de su tamaño, los presos políticos han aumentado hasta llegar 300 entre civiles y militares, se vivió una hiperinflación de cinco años, hay más de 7 millones de venezolanos migrantes y refugiados, y se han perdido alianzas con sectores de la izquierda y del propio chavismo.
Sergio Sánchez acompañó al “proceso bolivariano” hasta algunos años después de la muerte de Chávez, cuando pasó a la disidencia. Hoy es dirigente del Movimiento por la Democracia y aún valora el legado de exmandatario.
“Dentro de lo positivo está la visibilización de los pobres como seres humanos y sujetos sociales y no solo como estadística. Lo segundo es la reivindicación de la soberanía, la independencia, la unión latinoamericana”, detalló Sánchez.
Pero son principios que han sido barridos, a su juicio, por quienes hoy dicen representar ese legado: “El chavismo se degradó a un movimiento autoritario, con rasgos hegemónicos y muy clientelar, que reduce el papel del pueblo casi a la servidumbre, que es absolutamente intolerante a la disidencia y a la crítica, que se convirtió en lo que denunció y peor”, apuntó Sánchez.
Tomás Guanipa, uno de los directivos del partido opositor Primero Justicia, cree que el fallecido hace una década logró un control casi absoluto del país gracias a la bonanza petrolera, en tiempos en que el adversarlo era menos peligroso. “Chávez, teniendo una conexión popular muy importante, no necesitó ser lo autoritario, perseguidor y violador de derechos humanos que ha terminado siendo Nicolás Maduro”.
Pero la figura de Hugo Chávez es más que un análisis. Para quien lo recuerda con afecto, se trata de un sentimiento. “Para mí Chávez no está muerto, sino que está vivo en mi corazón. Yo siento a Chávez como si fuera un familiar, como si fuera mi papá, mi hermano”, expuso Mayra Rodríguez.