Es una primicia en la historia de Estados Unidos: un expresidente investigado. Donald Trump ha llegado a Nueva York, donde se prepara para comparecer ante un tribunal de Manhattan. Parece combativo, a pesar de esta imputación y de las numerosas investigaciones que le apuntan. El viernes afirmó haber recaudado cuatro millones de dólares en 24 horas, tras su imputación, para financiar su campaña para las elecciones presidenciales de 2024.
Entrevista con Corentin Sellin, historiador especializado en Estados Unidos.
¿Puede esta acusación, en lugar de ser un problema para Donald Trump, servirle políticamente?
Por el momento, y a corto plazo, es un beneficio político evidente para Donald Trump. Lo hemos visto desde el anuncio de la acusación, el 31 de marzo: todos los republicanos, incluidos los que se han posicionado en la alternativa a Trump, todos sus rivales, incluido el más serio de ellos, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, todos han volado en apoyo de Donald Trump contra una acusación presentada como un acto de política y no judicial –so pena de aparecer como malos republicanos. No les queda más remedio, porque es evidente que los electores republicanos están unánimemente convencidos de que Donald Trump es objeto de una persecución política.
¿Podría Donald Trump, en la misma línea, alargar el juicio de este caso para que llegue en plena campaña presidencial de 2024?
Obviamente, eso podría ser una hipótesis, pero no es hacia donde nos dirigimos, porque los abogados de Donald Trump han dejado clara su estrategia de defensa: pedir lo más rápidamente posible una moción de anulación del proceso, para tratar de demostrar que todo el procedimiento del fiscal demócrata de Manhattan carece de fundamento jurídico. Lo que les gustaría conseguir es, de hecho, que el fiscal de Manhattan, el demócrata Alvin Bragg, sea desautorizado por un juez. Si eso ocurriera, por supuesto, haría mucho más difícil que otros fiscales federales o locales fueran a por Donald Trump.
El hecho es que, además de este primer caso en el que va a ser imputado, todavía hay muchas otras investigaciones en curso que apuntan al expresidente.
Sí, en efecto, y es realmente toda esta cadena de acontecimientos la que tendrá que ser escrutada. Sabemos que Donald Trump está siendo investigado, tanto por su papel en la insurrección del Capitolio el 6 de enero de 2021, como por su gestión de archivos clasificados, que guardó durante más de un año en su domicilio particular, contraviniendo las leyes del país. Y aquí, por supuesto, estamos seguros de los posibles delitos que son mucho más graves, incluso en términos de penas incurridas. Uno se pregunta si el fiscal de Manhattan Alvin Bragg no habrá roto un bloqueo histórico, es decir, acusar por primera vez a un expresidente. Esto podría aliviar la carga de otros fiscales que investigan a Donald Trump, porque ahora no tienen que preocuparse por ser los primeros en acusar a un expresidente: ya está hecho. Y podrían pasar más directamente a nuevas acusaciones.
¿Podrían llegar estas nuevas acusaciones antes de las primarias republicanas y de las elecciones presidenciales de 2024?
Las primeras elecciones primarias republicanas no se celebrarán hasta febrero de 2024, es casi un año. Así que pueden pasar muchas cosas. Y por eso hay que tener cuidado con el análisis político: sí, a corto plazo, hoy, esto beneficia a Donald Trump en su bando. Pero si hubiera muchas acusaciones, ¿no preferirían algunos votantes republicanos a otro candidato, quizá igual de radical, como DeSantis, pero sin todos estos “cacerolazos” judiciales pendiendo sobre un candidato?
Es una primicia en la historia de Estados Unidos: un expresidente investigado. Donald Trump ha llegado a Nueva York, donde se prepara para comparecer ante un tribunal de Manhattan. Parece combativo, a pesar de esta imputación y de las numerosas investigaciones que le apuntan. El viernes afirmó haber recaudado cuatro millones de dólares en 24 horas, tras su imputación, para financiar su campaña para las elecciones presidenciales de 2024.
Entrevista con Corentin Sellin, historiador especializado en Estados Unidos.
¿Puede esta acusación, en lugar de ser un problema para Donald Trump, servirle políticamente?
Por el momento, y a corto plazo, es un beneficio político evidente para Donald Trump. Lo hemos visto desde el anuncio de la acusación, el 31 de marzo: todos los republicanos, incluidos los que se han posicionado en la alternativa a Trump, todos sus rivales, incluido el más serio de ellos, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, todos han volado en apoyo de Donald Trump contra una acusación presentada como un acto de política y no judicial –so pena de aparecer como malos republicanos. No les queda más remedio, porque es evidente que los electores republicanos están unánimemente convencidos de que Donald Trump es objeto de una persecución política.
¿Podría Donald Trump, en la misma línea, alargar el juicio de este caso para que llegue en plena campaña presidencial de 2024?
Obviamente, eso podría ser una hipótesis, pero no es hacia donde nos dirigimos, porque los abogados de Donald Trump han dejado clara su estrategia de defensa: pedir lo más rápidamente posible una moción de anulación del proceso, para tratar de demostrar que todo el procedimiento del fiscal demócrata de Manhattan carece de fundamento jurídico. Lo que les gustaría conseguir es, de hecho, que el fiscal de Manhattan, el demócrata Alvin Bragg, sea desautorizado por un juez. Si eso ocurriera, por supuesto, haría mucho más difícil que otros fiscales federales o locales fueran a por Donald Trump.
El hecho es que, además de este primer caso en el que va a ser imputado, todavía hay muchas otras investigaciones en curso que apuntan al expresidente.
Sí, en efecto, y es realmente toda esta cadena de acontecimientos la que tendrá que ser escrutada. Sabemos que Donald Trump está siendo investigado, tanto por su papel en la insurrección del Capitolio el 6 de enero de 2021, como por su gestión de archivos clasificados, que guardó durante más de un año en su domicilio particular, contraviniendo las leyes del país. Y aquí, por supuesto, estamos seguros de los posibles delitos que son mucho más graves, incluso en términos de penas incurridas. Uno se pregunta si el fiscal de Manhattan Alvin Bragg no habrá roto un bloqueo histórico, es decir, acusar por primera vez a un expresidente. Esto podría aliviar la carga de otros fiscales que investigan a Donald Trump, porque ahora no tienen que preocuparse por ser los primeros en acusar a un expresidente: ya está hecho. Y podrían pasar más directamente a nuevas acusaciones.
¿Podrían llegar estas nuevas acusaciones antes de las primarias republicanas y de las elecciones presidenciales de 2024?
Las primeras elecciones primarias republicanas no se celebrarán hasta febrero de 2024, es casi un año. Así que pueden pasar muchas cosas. Y por eso hay que tener cuidado con el análisis político: sí, a corto plazo, hoy, esto beneficia a Donald Trump en su bando. Pero si hubiera muchas acusaciones, ¿no preferirían algunos votantes republicanos a otro candidato, quizá igual de radical, como DeSantis, pero sin todos estos “cacerolazos” judiciales pendiendo sobre un candidato?
Es una primicia en la historia de Estados Unidos: un expresidente investigado. Donald Trump ha llegado a Nueva York, donde se prepara para comparecer ante un tribunal de Manhattan. Parece combativo, a pesar de esta imputación y de las numerosas investigaciones que le apuntan. El viernes afirmó haber recaudado cuatro millones de dólares en 24 horas, tras su imputación, para financiar su campaña para las elecciones presidenciales de 2024.
Entrevista con Corentin Sellin, historiador especializado en Estados Unidos.
¿Puede esta acusación, en lugar de ser un problema para Donald Trump, servirle políticamente?
Por el momento, y a corto plazo, es un beneficio político evidente para Donald Trump. Lo hemos visto desde el anuncio de la acusación, el 31 de marzo: todos los republicanos, incluidos los que se han posicionado en la alternativa a Trump, todos sus rivales, incluido el más serio de ellos, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, todos han volado en apoyo de Donald Trump contra una acusación presentada como un acto de política y no judicial –so pena de aparecer como malos republicanos. No les queda más remedio, porque es evidente que los electores republicanos están unánimemente convencidos de que Donald Trump es objeto de una persecución política.
¿Podría Donald Trump, en la misma línea, alargar el juicio de este caso para que llegue en plena campaña presidencial de 2024?
Obviamente, eso podría ser una hipótesis, pero no es hacia donde nos dirigimos, porque los abogados de Donald Trump han dejado clara su estrategia de defensa: pedir lo más rápidamente posible una moción de anulación del proceso, para tratar de demostrar que todo el procedimiento del fiscal demócrata de Manhattan carece de fundamento jurídico. Lo que les gustaría conseguir es, de hecho, que el fiscal de Manhattan, el demócrata Alvin Bragg, sea desautorizado por un juez. Si eso ocurriera, por supuesto, haría mucho más difícil que otros fiscales federales o locales fueran a por Donald Trump.
El hecho es que, además de este primer caso en el que va a ser imputado, todavía hay muchas otras investigaciones en curso que apuntan al expresidente.
Sí, en efecto, y es realmente toda esta cadena de acontecimientos la que tendrá que ser escrutada. Sabemos que Donald Trump está siendo investigado, tanto por su papel en la insurrección del Capitolio el 6 de enero de 2021, como por su gestión de archivos clasificados, que guardó durante más de un año en su domicilio particular, contraviniendo las leyes del país. Y aquí, por supuesto, estamos seguros de los posibles delitos que son mucho más graves, incluso en términos de penas incurridas. Uno se pregunta si el fiscal de Manhattan Alvin Bragg no habrá roto un bloqueo histórico, es decir, acusar por primera vez a un expresidente. Esto podría aliviar la carga de otros fiscales que investigan a Donald Trump, porque ahora no tienen que preocuparse por ser los primeros en acusar a un expresidente: ya está hecho. Y podrían pasar más directamente a nuevas acusaciones.
¿Podrían llegar estas nuevas acusaciones antes de las primarias republicanas y de las elecciones presidenciales de 2024?
Las primeras elecciones primarias republicanas no se celebrarán hasta febrero de 2024, es casi un año. Así que pueden pasar muchas cosas. Y por eso hay que tener cuidado con el análisis político: sí, a corto plazo, hoy, esto beneficia a Donald Trump en su bando. Pero si hubiera muchas acusaciones, ¿no preferirían algunos votantes republicanos a otro candidato, quizá igual de radical, como DeSantis, pero sin todos estos “cacerolazos” judiciales pendiendo sobre un candidato?
