Mientras que los críticos aseguran que su deriva autoritaria es innegable, el líder salvadoreño sigue siendo el presidente con más aceptación de toda la región al cumplir cuatro años al frente del gobierno de la nación centroamericana.
Ahora, se espera que Bukele utilice todos los medios posibles para alcanzar la reelección en 2024, que para muchos ya está asegurada.
RFI recogió el análisis de Henri Fino, el director ejecutivo de la Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho (FESPAD).
RFI: Se cumplen cuatro años de gobierno de Nayib Bukele. ¿Cómo calificaría usted estos cuatro años de mandato?
Henri Fino: Realmente la situación del ejercicio del poder por parte del presidente Nayib Bukele no se puede calificar de otra forma más que de una sistemática y constante violación a los derechos humanos. Hemos ido de crisis en crisis, empezando por el COVID, donde hubo privación de libertad de muchos de los ciudadanos y ciudadanas en El Salvador, en amparo a la protección de la salud, pero no fue otra cosa más que una violación sistemática a los derechos humanos. Ni bien habíamos terminado de salir de la pandemia cuando se instauró el régimen de excepción en El Salvador. Lamentablemente, esto ha arrojado, no solo por los 68 o 70.000 detenidos y detenidas en El Salvador, sino por la privación de toda la población de algunos derechos constitucionales. Entonces, no podemos calificar esta situación más que una constante y permanente violación a los derechos humanos.
La otra calificación que le tenemos que dar a este gobierno es de destructor de la institucionalidad en El Salvador. El Salvador no ha sido un país que ha tenido una institucionalidad fuerte, una democracia sólida, pero a partir de los acuerdos de paz, íbamos en ese camino, muy débil aún. Por eso creo que le ha resultado fácil al presidente Bukele desmontar toda la institucionalidad. Ha cooptado todas las instituciones del Gobierno y del Estado de El Salvador, porque ha echado a su fila tanto la Asamblea Legislativa como el Órgano Judicial y todas las dependencias del Estado de control. Entonces, no hay otra situación más que cooptación de la institucionalidad, la destrucción de la institucionalidad.
Y la otra es lo de la democracia: no teníamos una democracia sólida, pero con solo el anuncio de su reelección, violando la Constitución, realmente se ha dado la muerte a la incipiente democracia en nuestro país.
RFI: En cuanto a la popularidad que hay detrás de esta figura, algunas encuestas dicen incluso que nueve de cada 10 salvadoreños aprueban su gestión. ¿A qué se debe ese apoyo y sobre todo qué refleja sobre el pulso del país?
Henri Fino: Yo creo que eso es producto primero y principalmente de la campaña mediática absorbente del presidente de la República. O sea, por todos los medios, por redes sociales, hay propaganda del gobierno y del presidente. La otra y más importante, es la falsa idea de seguridad. Con el régimen de excepción, la población tiene tranquilidad. El problema es que ese es un espejismo, porque en un momento determinado no podemos seguir con todas las garantías del régimen de excepción suspendidas. Se va a restablecer, ¿y realmente será que vamos a seguir con esa tranquilidad que estamos viviendo? Las estructuras pandillariles, que es el pretexto para suspender las garantías de los salvadoreños y las salvadoreñas, no creo que hayan sido aniquiladas, desmovilizadas, desarticuladas. Tanto así que el fin de semana pasado el presidente de la República tuvo que convocar a su Consejo de Seguridad porque se hizo circular un documento de la inteligencia del Estado, donde una de las pandillas daba instrucciones a su gente para algunas acciones violentas. Eso implica que la situación sigue, quizás menos, pero con mucha fuerza.
Entonces esa tranquilidad falsa que le han generado a toda la población, que es beneficiosa, sí, pero no está enraizada para combatir las causas de esa violencia, de esa delincuencia. Además, la delincuencia en El Salvador no es exclusiva de las pandillas. Entonces, a raíz de eso creo que la población le tiene tanta aceptación, y le tiene tanta aceptación aun sacrificando sus derechos constitucionales. Lamentablemente esa situación, más temprano que tarde, va a generar otra sensación contraria. Yo no sé si han entrevistado a los familiares de las víctimas del régimen de excepción. Han detenido a mucha gente inocente y esa gente no creo que tendrá esa aceptación al presidente. Más grave aún, muchos de los detenidos han fallecido dentro de las cárceles bajo el control del Estado y Gobierno de El Salvador: 153, acaba de divulgar [la ONG] Cristosal que ha documentado. ¿Cuántas más pueden haber? Entonces, yo creo que a esa situación se debe la buena aceptación del presidente: primero la campaña mediática y segundo, la falsa sensación de seguridad que se ha generado, producto del régimen de excepción.
RFI: Bukele consiguió que la Corte Suprema le autorizara una posible reelección el próximo año. ¿Cómo ve usted ese año electoral? ¿Existe una oposición visible y escuchada?
Henri Fino: Primero, la oposición, así como la sociedad civil y toda la población en general está aterrorizada. ¿Por qué? Porque sencillamente todos aquellos que tenemos un pensamiento crítico, un pensamiento propositivo, somos atacados. En consecuencia, poco o nada se dice públicamente. La oposición está en esa misma circunstancia, está en total desventaja. Eso en la situación inmediata. Pero realmente todos los errores que la oposición, los dos grandes partidos tradicionales cometieron en el ejercicio del poder, de eso se aprovecha el presidente para descalificarlos. ¿Qué nos espera? Realmente yo creo que la situación en El Salvador se va a ir agravando cada vez más. Hay una persecución a defensores de derechos humanos, a periodistas y a medida que se vayan acercando las elecciones en las que nosotros podemos llamar a la reflexión a la población, el presidente va a endurecer, acrecentar esa represión en contra de los que llamamos a la reflexión, a la conciencia y a la responsabilidad. Porque sencillamente el hecho de que estos funcionarios de la Sala de lo Constitucional no son magistrados legalmente electos, son hasta podría llamarse usurpadores del cargo, que hayan dictado una resolución en un procedimiento donde no tenía absolutamente nada que ver, pero además no es una sentencia que deba de ser obligatoriamente obedecida, realmente es improbable que el presidente no se reelija. Eso va a generar una acumulación de poder, y en consecuencia, va a acrecentar desde ya la represión en contra de periodistas, voces críticas y organizaciones de sociedad civil. La situación en El Salvador es grave y lamentablemente la comunidad internacional debe de prestar mucho cuidado. ¿Por qué? Porque sencillamente en el caso de Nicaragua fue pasando desapercibido y hemos llegado a esos extremos. Pues en El Salvador la situación es más grave, porque en Nicaragua se tardó Daniel Ortega 12 o 14 años. Aquí en El Salvador, el presidente Bukele solo ha necesitado cuatro años para ponernos un poquito a la par de la situación nicaragüense.
RFI: ¿Usted teme que el proceso electoral del próximo año sea de cierto modo saboteado por el poder?
Henri Fino: El sistema electoral, la institucionalidad electoral ha tenido tantas reformas en estos últimos días, al extremo que derogaron un artículo en el que se prohibía modificaciones del sistema y del procedimiento electoral un año antes. Quiere decir que el sistema, la forma de conteo, todo, la elección puede modificarse inclusive un día antes de las elecciones. Eso no le da transparencia, certeza al electorado, porque las reglas del juego pueden variarse en cualquier momento. Y eso no es posible en una democracia. Pero como no estamos viviendo en una democracia, eso es permitido. La institucionalidad del Tribunal Supremo Electoral tampoco es tan fuerte como para enfrentarse al poder del presidente Bukele. No hay confianza en el sistema ni hay confianza en los funcionarios del Tribunal Supremo Electoral.