Financiamiento estudiantil, la “Revolución de los Pingüinos” de 2006, el Movimiento Estudiantil de 2011, el sistema de admisión, las reformas a la educación de la mano de las leyes de gratuidad y el fortalecimiento a las universidades estatales son parte de los temas que aborda el libro “La Universidad Pública Amenazada. 40 años en el mercado chileno de la Educación Superior” (Editorial Universitaria).
La publicación fue encabezada por Ennio Vivaldi Véjar, exrector de la Universidad de Chile y actual embajador de Chile en Italia, y la profesora María Olivia Mönckeberg Pardo, Premio Nacional de Periodismo 2009 y académica de la Facultad de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile.
La publicación, donde también participan Alejandra Contreras Altmann, directora ejecutiva del Consorcio de Universidades del Estado (CUECh); Roberto Flores Flores, expresidente del Centro de Estudiantes de la U. de Chile, exjefe de Estudios del CUECh y actual jefe de gabinete del Ministerio de Transporte y Telecomunicaciones; y Yerko Montenegro Ortiz, exsenador universitario, docente y actual jefe de gabinete de la Dirección de Presupuestos del Ministerio de Hacienda, busca relatar el “experimento extremo” en el que se ha convertido la educación superior chilena y la implementación del principio de competencia para su funcionamiento.
En la siguiente entrevista, la profesora Mönckeberg cuenta más detalles sobre la obra.
– ¿Qué objetivo se plantea el libro?
Ya se cumplen cuatro décadas de la aplicación del modelo neoliberal en la educación superior, y eso ha cambiado muy fuertemente todo lo que ha sido la historia y el presente del sistema universitario, en especial el de las universidades públicas. Si bien en mi caso he escrito tres libros sobre el tema -el último es de 2013- han pasado 10 años, entonces la idea fue incorporar muchos datos actualizados, pero también con la mirada histórica. Ese es un gran aporte.
– ¿Cuál es la columna vertebral?
Primero pusimos un hito, el momento del golpe militar, es decir, hace 50 años. En ese momento habían dos universidades del Estado, la Universidad de Chile y la Universidad Técnica del Estado (UTE), y otras universidades que constituían el CRUCH, como la Universidad de Concepción, la Universidad Austral, la Universidad Técnica Federico Santa María y las universidades católicas, que en ese tiempo eran la de Santiago, Valparaíso y la del Norte, que ahora es la Universidad Católica del Norte. Es en ese contexto que la primera parte la denominamos la reforma friedmaniana, por Milton Friedman, donde relatamos lo que fue pasando bajo el mando uniformado, los recortes del aporte fiscal directo o el despojo de las sedes nacionales a la Universidad de Chile. Aquí destacamos el rol de Miguel Kast en la educación superior y que no es casual, porque fue clave en diseñar el nuevo sistema con universidades privadas y una educación pública pagada. Así, tenemos un capítulo entero dedicado al financiamiento a la demanda, que ha caracterizado a toda esta educación de mercado, y que ha potenciado la matrícula en las entidades privadas, incluyendo hoy a los Institutos Profesionales y a los CFT, que sí pueden lucrar. También abordamos los cambios en los aportes del Estado a las universidades, como la eliminación del financiamiento directo a la investigación y el reemplazo por fondos concursables, como los Fondecyt. Y, por otra parte, está la relación cercana con el resto de las grandes reformas estructurales de la dictadura, como la educación escolar, salud y pensiones.
– ¿Qué rol tiene el financiamiento a la demanda en esta restructuración del modelo?
Es clave, porque permite el fortalecimiento de los principales grupos económicos en el mercado. En ese sentido, mencionamos tanto a las universidades que podemos llamar lucrativas y han aumentado mucho su matrícula, y -por otro lado- otras que tienen un afán más ideológico o más político, como la Universidad del Desarrollo, que ha estado vinculada a sectores de la UDI, pero su infraestructura pertenece al grupo Penta. Las casas de estudio más numerosas son las que forman parte del llamado “grupo Laureate”, que en 2020 hizo una operación de transferencia de venta hacia una fundación con socios chilenos que antes habían sido directivos del grupo Laureate. También está el caso de la Universidad Autónoma, el Inacap, que se le regaló a la CPC en el último año de la dictadura; la Universidad Santo Tomás, que tiene institutos profesionales y centros de formación técnica en manos de la familia Hurtado Vicuña; y la Universidad San Sebastián, que la preside Luis Cordero Barrera, y quien ha hecho una fortuna en este negocio de las universidades. Entonces, tratamos de dar una mirada más amplia, ir a la raíz de esto, ver cuándo comienzan a aplicarlo con becas, subsidios, los créditos universitarios y el polémico CAE, la entrada en escena de los bancos. Hay mucha estadística actualizada hasta 2021.
– ¿Cuál ha sido el rol del movimiento estudiantil en las transformaciones del sistema de educación superior?
La segunda parte del libro la tenemos dedicada a eso. Ahí hay una cuestión súper importante: difícilmente se hubiese puesto en la agenda pública el tema de la educación si no es por los “pingüinos” de 2006 y por lo que denominamos el estallido de 2011, porque es después de estos movimientos cuando la educación se instala. De hecho, se logró reemplazar la LOCE por la Ley General de Educación, que sin reunir todas las aspiraciones de aquellos años, al mirarlo con distancia, uno ve que significaron algún avance. El 2011 se identifica con un no al lucro y la demanda por la gratuidad.
– El libro también aborda la historia de los procesos de selección a las universidades…
La tercera parte del libro incorpora un capítulo en retrospectiva sobre el tema. Quedé con una percepción muy buena en torno al aprendizaje de uno mismo, y refuerza esa idea de que es importante ver el rol de la U. de Chile en lo que fue y ha sido la admisión a las universidades desde el comienzo mismo, en toda la educación en Chile. Abordamos el ingreso de las primeras mujeres a la universidad, un camino muy dificultoso, el tránsito hacia el Bachillerato, la implementación de la Prueba de Aptitud Académica, la Prueba de Selección Universitaria. En esta última se vio que había problemas de segregación hacia las mujeres y a los sectores más vulnerables, por lo que se transitó hacia la prueba PAES.
– ¿Cómo se abordan las reformas actuales?
En los capítulos finales nos metemos en la situación actual. Por ejemplo, explicamos la reforma de Michelle Bachelet, que apuntaba a la solución de varios problemas y muchas de las cosas que se están viendo hasta ahora. Lo que hace el programa de Bachelet es hacerse cargo de todo lo que venía pendiente desde el movimiento estudiantil de 2011 y que, por diferentes razones, el gobierno de Piñera no las afrontó. Las cosas que se pudieron hacer fue tratar de sacar el lucro del mercado educacional y de crear un trato preferente del Estado con sus universidades públicas, de hecho, uno de los resultados es la creación de dos universidades nuevas: la Universidad de O’Higgins y la Universidad de Aysén. Esto es notable porque, a pesar de la falta de presupuesto, las restricciones de matrícula, falta de inversión en infraestructura, entre otras cosas, las casas de estudio estatales han logrado resistir y sobreponerse. También se aborda cómo se ha ido avanzando, dentro de todo, en programas de inclusión como PACE y la ampliación de la gratuidad.
– ¿De qué forma se logra un trato preferente hacia las universidades del Estado, una demanda histórica?
Las universidades estatales son claves para el desarrollo del país porque aportan desde la investigación, la extensión y la vinculación con el medio, y para eso se requiere un Estado que esté presente, que sea responsable y, a partir de allí, crear un nuevo modelo de sociedad. Y decimos con todas sus letras que debiera existir un sistema nacional de educación, o sea, creemos que muchos de los problemas que tiene el país se podrían encarar mejor con una mejor educación, con una educación de calidad, con una educación que aborde las grandes desigualdades que tiene el país.
– ¿Qué valor tiene este libro hoy?
Esperamos que este libro sea un aporte para la discusión del actual proceso constituyente. Este libro tiene una fortaleza importante, que es una mirada inter y transdisciplinaria sobre la educación. Esa mirada nos permitió ir conversando sobre todos los temas abordados en esta publicación, lo que le da un valor adicional al debate que se viene.
El libro está disponible a la venta aquí