Cuando los bandos militares tomaron el control del Registro Civil e Identificación tras el golpe civil-militar del 11 de septiembre, Héctor Herrera, tenía 23 años y se especializaba en el servicio de dactiloscopia. A los pocos días, sería la persona que daría con el cuerpo del cantautor Víctor Jara.
En conversación con El Último Café, el reciente condecorado con el Premio Joan Jara 2023, entregado por la Fundación Víctor Jara en el natalicio número 91 del cantautor, relató los momentos previos y posteriores al hallazgo que marcó su vida. El 15 de septiembre cuenta y a la voz de “señores, aquí se acabó la política“, de manera involuntaria fue trasladado en un bus militar, desde su lugar de trabajo, en dirección a la entonces morgue de Santiago.
“Ahí nos dieron instrucciones, nos dieron fichas, no nos dieron máscaras ni guantes, nos dirigieron a una puerta que es el estacionamiento donde entran las ambulancias o Carabineros para entregar un cuerpo (…) y eso estaba lleno de cadáveres, nos dijeron ‘inmediatamente a trabajar’, tomar huellas con las tintas. Quedamos choqueados en ese minuto, en medio de sangre, pedazos de cerebro”, declaró.
El entonces funcionario del Registro Civil decidió “no contar nada en mi casa, iba a trabajar a la oficina normal porque era tan horroroso que era imposible contar. Seguramente si contaba a mi grupo familiar habría tomado la decisión de no ir, desobedecer una orden militar, entonces no podía hacer eso”.
Continuando con su relato, señaló que “una mañana, un colega reacciona a su representante del sindicato, que era yo, se dirige a mí y me dice “Héctor, tenemos un compañero nuestro” (…), me dice es “Víctor Jara“, yo negué y él insistió, y estaba el cuerpo vestido con mucha tierra”.
“Entonces, yo decido que le tomáramos las huellas y que voy a hacerle un seguimiento personal a esa tarjeta, y que él tiene que guardar el secreto absoluto, cosa que hizo”, relató.
Consultado por el conductor del programa Luis Schwaner, si, en ese momento, logró distinguir que era efectivamente Víctor Jara, Herrera respondió que “estaba reaccionando profesionalmente, yo tenía que tomar sus huellas para certificar lo que yo creía ver, por eso me guardo la ficha y salimos en la tarde. Yo me retiré con esa ficha. Ahí decidí convocar a mi familia y contarles porque llevaba un elemento del trabajo a mi hogar, creyendo que era Víctor Jara. Entonces, recibí el apoyo inmediato”.
Como resultado, al otro día asistió temprano al trabajo y esperó la hora del café dado que las oficinas estaban divididas por sectores y con accesos restringidos. “Me dirigí a una amiga, que no era militante ni nada pero es una gran persona. Entonces, le digo, tomando el café frente a frente, que necesito que me haga una certificación sobre una ficha“, narró.
Fue el momento donde le confesó que no había seguido el conducto regular y poseía una ficha en sus manos “porque ‘pensamos con otro colega que es Víctor Jara’, todo esto hablando en silencio. Ella me da su consentimiento, le pasé la ficha bajo la mesa, ella se lo guardó en su delantal con un gran bolsillo y partió“.
“En una cuestión de 10 o 15 minutos, nos juntamos en un pasillo y ella me dijo ‘es él, no hay ninguna duda“, no lo nombró”, señaló Herrera.
Luego de la confirmación, buscó los datos civiles del cantautor descubriendo que estaba casado con Joan Jara, inglesa, y una dirección. “Ahí empecé a memorizar sus dos nombres y sus dos apellidos y la dirección porque yo tenía que dejar la ficha ahí, no podía seguirla teniendo en mi posición. Entonces, yo voy a esta dirección a avisarle para que lo retiren de ahí“, explicó.
“Me fui a mi casa y mi padre me despertó muy temprano para tomar la primera micro con una serie de instrucciones, que si encontraba en esa calle un auto con tipos fumando a las 7:30 u 8 horas, siguiera de largo no tocara ningún timbre ni llamara la atención. Felizmente no había nadie en esa calle y encontré la dirección que yo había memorizado, toqué un timbre, se abrió una ventana en el segundo piso y una mujer rubia, preocupada, me hace señas de esperarla“, relató.
En ese momento, Herrera contó que “ella viene hacia el exterior, la siguen dos niñas y un perrito. ‘Hola, tío’ me dicen, “¿conoce a mi papá?’. Me muestran un recorte de diario, las tenía aparentemente entretenidas recortando revistas”.
Luego de pedirles que las niñas subieran al segundo piso, “inmediatamente le avisé la peor noticia que se puede dar, la muerte del padre de la casa, el marido, y que no había ninguna duda. Ella tomó mis manos y lloró“.
“Era la primera vez que yo tenía que avisarle a alguien la muerte de alguien tan próximo“, declaró Herrera.
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