Cada vez se hacen más comunes las olas de calor en el verano con máximas sobre los 35° de temperatura, lo que ha obligado a tomar distintas medidas considerando algo más que los riesgos de incendios forestales.
Un estudio reciente dado a conocer por Corporación Ciudades a finales del año pasado, concluyó que el sector norponiente del Gran Santiago, concentra las comunas más afectadas por las olas de calor registradas en los últimos 10 años, apuntándose las comunas de Cerrillos, Cerro Navia, Conchali, Lo Espejo, Pedro Aguirre Cerda, Quilicura y San Ramón, como las que presentaron el 100 por ciento de sus unidades vecinales con temperaturas por sobre el promedio dentro del verano con mayor cantidad de olas de calor (2019-2020).
En tanto, otra investigación publicada a principios del 2024 por la revista Weather and Cimate Extremes y encabezada por miembros del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 de la Universidad de Chile hace un balance histórico desde 1980 en un contexto de cambio climático y da cuenta que las olas de calor aumentaron en todo el país durante las últimas cuatro décadas.
Con esos datos como antecedente, en una entrevista con otro medio dada el viernes recién pasado, el gobernador de la Región Metropolitana, Claudio Orrego, adelantó el próximo lanzamiento del Plan de Acción Regional para el Cambio Climático y se refirió a unas iniciativas que ya se están implementando como aire acondicionado en ambulancias de Santiago y camiones aljibe para combatir incendios y regar áreas verdes.
Al respecto, en conversación con Radio y Diario Universidad de Chile, el climatólogo Pablo Sarricolea, académico del Departamento de Geografía de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo e investigador del (CR)2 de la Universidad de Chile, observa con preocupación el futuro cuando datos científicos revelan que con los años se harán más extensa la duración de las olas de calor, por lo que en su opinión, se debe trabajar en medidas públicas como dispensadores de bloqueador solar para paraderos de micro u otros sitios insolados y mejoramiento de viviendas con pinturas que protejan de las temperaturas. “Generar refugios climáticos, es decir, plazas y parques con mucha sombra que inviten a la gente a capear el calor y juegos de agua que ayuden a la humedad del aire y a los espacios de cemento” añadió.
El Hogar de Cristo ya está haciendo un trabajo con la implementación del plan Rutas Calle que consiste en proveer, entre las 9 y las 13 horas, de agua, bloqueador solar y otros elementos de protección a hombres y mujeres que viven en calle. Dicho programa se lleva a cabo en las regiones de Coquimbo, Valparaíso, Metropolitana, O’Higgins, Maule y Ñuble.
La directora social nacional de dicha institución, Liliana Cortés, indicó a nuestro medio que la acción tomada por ellos es de fácil ejecución y sirve para prevenir. “Como país no estamos acostumbrados a enfrentar olas de calor extremo por lo que toda la población debe considerar medidas adaptativas y se requieren campañas de información, de hábitos, especialmente para poblaciones con necesidades de mayor protección” advirtió.
En cuanto a los casos de emergencia , la profesora asistente de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, Karla Yohannessen, afirmó que las ciudades son las que concentran la mayor cantidad de población e influye su nivel de segregación en el tipo de respuesta que se pueda dar en cada sector con lugares por ejemplo, con más medidas de aclimatación tecnológica que otros, en efecto, se requiere políticas públicas independiente de su condición socioeconómica.
“Los Centros de Salud Familiar (CESFAM) debieran organizarse en tener identificadas a estas personas y hacerles visitas durante los periodos de calor, mientras a nivel nacional, tener lugares que puedan servir de refugios climáticos como los mismos CESFAM, bibliotecas municipales y/o cualquier edificio público en que se tengan las condiciones y que los habitantes sepan como llegar” indicó.
Por último, para lo que queda de febrero se proyecta que los termómetros continúen sobre los 32°.