En el centro del escenario, seis cuerpos al desnudo se mueven. Ondulan, vibran, se contraen y expanden, y en cada contacto, se adaptan al cuerpo de los demás, creando una interacción imprevista, que sigue con el fluir del agua. Así es “Membrana”, una nueva obra de danza contemporánea dirigida por Poly Rodríguez, intérprete y académica del Departamento de Danza de la Universidad de Chile.
Según su creadora adelanta, “Membrana” sumergirá al público en un paisaje íntimo y acuoso, a través de elementos líquidos, gel, cables, cuerpos y organismos vivos. La música original, a cargo del compositor Jose Miguel Candela, toma registros reales del Río Mapocho, que se funden con una intervención sonora en vivo, a cargo de la artista Javi Robledo Karapas.
Esta pieza, que se estrenará en el Centro Cultural GAM el 6 de abril, es fruto de una larga investigación, y se enfoca en la conexión profunda y consciente entre los seres, desde una perspectiva decolonial. Para conocer más al respecto conversamos con Poly Rodríguez, a días de su gran estreno.
– ¿De qué se trata “Membrana” y qué temáticas aborda?
Esta obra de danza combina diferentes formas de arte y se enfoca en la importancia del contacto humano. Cuando hablamos de contacto, no nos referimos solo al físico, sino también a una conexión más profunda y consciente entre las personas. Queremos romper con la idea de que todo se centra en la vista, y explorar otras formas de relacionarnos, prestando atención a los pequeños detalles y momentos en nuestras interacciones diarias. Creemos que al estar más presentes en nuestros encuentros, podemos crear una especie de “membrana” entre nosotros, algo flexible y abierto a nuevas interpretaciones. Esta membrana no solo nos conecta en el momento presente, sino que también nos permite convocar recuerdos y experiencias pasadas, dándoles un nuevo significado en el contexto de nuestras relaciones actuales. En resumen, “Membrana” es una experiencia que invita a la reflexión y a la exploración de nuestras conexiones humanas.
– ¿Cómo fue el proceso creativo que dio forma a “Membrana”?
El proceso es bastante largo. Su origen se remonta a una residencia de creación en NAVE (2019), donde colaboré con un grupo de personas apasionadas por la danza de contacto y proyectos artísticos relacionados con la improvisación y la exploración en diferentes contextos. Este proyecto se nutre también de aspectos teóricos y está estrechamente ligado a mi investigación de maestría, sobre diversas formas de violencia, como las coloniales, capitalistas, extractivistas, así como también de conceptos como hegemonías y binarismos.
“Membrana” se centra en la pregunta fundamental: ¿dónde comienza y termina la piel? Esta interrogante nos invita a sumergirnos en nuestras propias historias y en las fuerzas desconocidas que influyen en nuestras relaciones. Esta apertura nos brinda la oportunidad de conectar con nuevas posibilidades y de construir realidades alternativas que desafíen los patrones coloniales y capitalistas arraigados en nuestros cuerpos. Eso es algo sustancial del proyecto: abordar las herencias coloniales y capitalistas que moldean nuestra percepción. Buscamos desmontar estas estructuras establecidas para poder resignificarlas y abrirnos a nuevas formas de colectividad y ritualidad que han sido marginadas por la modernidad.
– ¿De qué manera hiciste el desplazamiento desde lo investigativo a lo escénico?
La investigación se realizó mediante la práctica, ha sido una práctica constante. Entonces, cuando decidimos llevar lo investigado al escenario, seguimos en este estado de práctica, emergencia y agencia. Nos apoyamos en nuestros propios conocimientos y nos hacemos cómplices de ciertas autoras y pensamientos que nos inspiran. La decisión de compartir surge de esta experiencia común entre las intérpretes y el entorno que estamos creando.La obra en sí misma continúa esta práctica, incorporando la improvisación como parte esencial del proceso. Decidir crear una obra significa decidir una composición que compartimos, pero también significa seguir insistiendo en la práctica. Confiamos en que esta apertura a la improvisación permitirá que el público se conecte y genere encuentros significativos.
– ¿Por qué se incorpora el elemento del agua, y qué simboliza en “Membrana”?
Desde una perspectiva decolonial, entendemos que nuestros cuerpos son territorios que experimentan violencia de la misma manera que la tierra registra violencias. En este contexto, el agua juega un papel crucial como elemento que constantemente sufre explotación y abuso, reflejando dinámicas de poder y genocidio. Esta violencia hacia el agua resuena con las memorias de explotación y genocidio que nuestras ascendencias han experimentado. Como mujeres, todas compartimos estas experiencias de vida, lo que nos posiciona de cierta manera en esta relación con el agua. Hay una conexión profunda con lo “acuoso” como una metáfora de la existencia: algo que cambia y se adapta constantemente, pero que también tiene una fuerza poderosa y fluida. Esta relación con lo acuoso se expresa en cómo nuestros cuerpos reaccionan ante diferentes circunstancias, cambiando nuestra temperatura, por ejemplo. Es una manera de entender la vida como algo mutable y en constante evolución, donde la capacidad de adaptación y la fluidez son principios que nos guían.
– ¿Qué esperan poder transmitir durante esta temporada en GAM?
Deseamos crear un espacio íntimo donde la conexión emocional y la apertura hacia los demás sean fundamentales. Queremos invitar a aquellos que se sientan llamados o llamadas a participar, a explorar su propia corporalidad y a traer consigo tanto experiencias tangibles como intangibles. Esto podría incluir recuerdos personales, así como también memorias compartidas de la actualidad o de momentos históricos pasados. Nuestro principal deseo es facilitar un encuentro donde podamos estar implicados afectivamente y dedicar 45 minutos a compartir entre nosotros, los presentes en ese momento.