“Fue lo más ambicioso que he hecho nunca”. Con esas palabras, Wim Wenders, nombre imprescindible del cine alemán, describía los altibajos detrás del rodaje de “Hasta el fin del mundo“, una de las películas más míticas de su filmografía. Inserta en el género del road movie y con una trama que gira en torno a un dispositivo capaz de leer los sueños, lo que comenzó como un proyecto lleno de entusiasmo terminaría configurándose al poco tiempo como un fracaso comercial.
Para Wenders, la razón era simple: el filme que vio la luz no estaba ni cerca del montaje que tenía planificado. Mientras que la película que llegó a los cines en los 90 duraba dos horas, el corte final realizado por el director rozaba las cinco horas de duración. Una extensión que fue imposible de debatir con los distribuidores.
“Todos insistían en sus contratos. Tuve que aceptar entregar lo que sabía que iba a ser un Reader’s Digest desastroso de mi película. Pero decidí que prefería hacerlo yo mismo a dejar que otro la destrozara. Y eso fue útil. Porque cuando mi montador y yo tuvimos la versión ideal, la guardamos, hicimos una copia de esa copia de trabajo y luego seguimos cortando la película en pedazos hasta que llegamos a la longitud aceptada”, recordó el cineasta en una conversación con Vulture.
Ese corte del director, que estuvo por años siendo proyectado en pequeñas salas y festivales, terminó construyendo una verdadera leyenda del cine contemporáneo. Un hito en la carrera del alemán que se estrenará por primera vez en Chile y Latinoamérica gracias a un nuevo ciclo producido por la Sala K.
“Wenders creó esta película como un proyecto en su cabeza a fines de los años 70, pero estuvo madurándolo durante mucho tiempo, hasta que por fin tuvo los fondos y un sistema de producción que le permitiera saltar de país en país y filmar en el corazón de Australia, lejos incluso de las vías eléctricas”, explicó Christian Ramírez, periodista, crítico y director artístico del microcine, en conversación con Radio y Diario Universidad de Chile. “Esa historia, ese corte, esas cinco horas con intermedio y todo, es lo que la Sala K va a exhibir en un estreno latinoamericano”.
Sin embargo, esa no será la única novedad que ofrecerá la retrospectiva organizada por la sala -en colaboración con el Goethe-Institute Chile-. En su programación también se incluye la proyección de “Anselm“, el más reciente documental dirigido por el cineasta.
Arte y documental
Este largometraje -que será exhibido en la Sala K de la Universidad Mayor el miércoles 15 de mayo y el sábado 8 de junio a las 19:30 y 17:00 horas, respectivamente-, representa el último de una serie de retratos realizados por Wenders a distintas figuras del arte nacidas a mediados del siglo XX.
“Primero fue ‘PINA‘, después ‘La sal de la tierra‘, sobre el fotógrafo Sebastião Salgado. Luego vino ‘Los hermosos días de Aranjuez‘, a partir del escritor Peter Handke. Y ahora ‘Anselm’, que es el retrato de un pintor, alguien que trabaja en proporciones inmensas, gigantescas”, señaló Ramírez.
Otra de las películas que tendrán cabida en la cartelera del microcine es “Perfect days“, el más reciente éxito del director que incluso fue merecedor de una nominación al Oscar como Mejor película extranjera. Una historia que, para el periodista, trae de vuelta al mejor Wim Wenders: “Y eso, partiendo de la base de que la crítica y cierta parte del público habían dado casi por sentado que el cineasta alemán estaba trabajando ya en una segunda línea o no con la misma energía de su juventud”.
“Esta película, hecha en Japón con mínimo presupuesto, con muy pocos insumos dramáticos, reduciendo una historia al mínimo, contando de alguna forma una vida simple, pero al mismo tiempo ocupadísima, que es la del protagonista, es un muy buen resumen de acaso las mejores cualidades que Wenders tuvo como cineasta, y que no consisten necesariamente en contar una historia, sino en evocar una vibra, una manera de sentir, de ser”, reflexionó el crítico.
Wenders en retrospectiva
En la misma línea de todo lo anterior es que Ramírez hace hincapié en que la filmografía del alemán es representativa de una buena parte de lo mejor del cine europeo del siglo XX. “Es la obra de un sujeto que ha sabido ser cineasta, pero también narrador, fotógrafo y en último término, un buscador incansable de formas, de colores, de historias”, afirmó el crítico.
Y sumó: “En ese sentido, el rescate de la obra de Wenders, precisamente en un momento en que la imagen misma se fragmenta en nuestros teléfonos hasta el infinito, es importante. Porque Wenders todavía cree que la imagen es una, que es indivisible, que no es fría, que es cálida. Que no son datos perdidos en el aire, sino que hacen sentido”.
Por todo eso, y ya sea en torno al trabajo de Wim Wenders o cualquier otro cineasta, el periodista considera que estas instancias resultan vitales para comprender la filmografía de los directores como un todo.
“La importancia de una retrospectiva radica en que, cuando uno ve obras sueltas de un realizador, se puede tener cierta idea de lo que el realizador piensa o siente en un momento determinado. Pero cuando ves un conjunto de obras, cuando las vas siguiendo paso a paso, las cosas cambian. Observas temáticas, observas tendencias, actores que se repiten, música que regresa, paisajes que regresan también. Es como ir a un museo y no solo mirar un cuadro, sino que mirar la galería completa de obras del autor“.
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El ciclo de Wim Wenders organizado por la Sala K incluirá la proyección de 11 películas, que estarán divididas en perfiles documentales, ficciones y road movies. Todas las funciones serán en la sala de la Universidad Mayor, ubicada en Marín 321, Santiago Centro. La cartelera y las entradas ya están disponibles en la página web de Sala K.