Hace 80 años, 156 mil soldados aliados desembarcaron en la costa normanda para librar una batalla que no solo marcó el principio del fin de la ocupación nazi en Europa, sino que también fue clave para la consolidación de una cultura política antifascista en Occidente.
Rusia, de aliado histórico a enemigo de Occidente
Una cultura en la que en un principio también formaba parte la URSS, pero debido a la invasión de Ucrania, Francia ha dejado claro al mundo que Rusia ya no es un aliado. Antonio Morete, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, nos explica este contraste histórico.
“En 1944 estábamos inmersos en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Hoy, básicamente, la guerra ha vuelto a Europa, pero es una guerra diferente. Se encuentra al otro lado de Europa Occidental, concretamente en la parte más oriental, en Ucrania, y las consecuencias son completamente distintas. Por otro lado, recuerda que había una alianza antifascista en las cuales la Rusia soviética participa. Y hoy básicamente nuestro oponente, o por decir posible adversario, quien sería básicamente sería la Rusia actual de Vladímir Putin”, afirma Morete.
Un intento de “reescribir la historia”
Putin asistió a las celebraciones de 2004 y 2014, pese a la guerra de Rusia contra Georgia y la invasión de Crimea. Pero para el experto de la Complutense, las tensiones geopolíticas actuales se ven claramente representadas en esta ausencia.
Este asegura: “Cualquier celebración sobre el pasado supone una lectura del pasado hoy. Considero que las circunstancias actuales mandan y el alejamiento que hay acaba definiendo este acto. Con esto, quiero decir que más allá de aquello que los une, históricamente estaría aquello que más nos separa y en este momento lo que nos separa nos encontramos es el abismo que ha abierto la guerra en Ucrania”.
Varias organizaciones de activistas rusos en el exilio han criticado la ausencia de representantes de Rusia, ya sean miembros de la oposición política o veteranos de guerra.
Victor Jeiftets, historiador especialista en relaciones internacionales asentado en San Petersburgo, habla de las graves consecuencias históricas de este acto: “Significaría un intento de reescribir la historia persiguiendo los fines políticos contemporáneos. Yo también agregaría que no invitaron tampoco a Bielorrusia y es el país que más porcentaje de gente perdió en la Segunda Guerra Mundial. También es una ofensa al pueblo que no va a afectar a los gobernantes”.
La OTAN debe “potenciar” su industria militar
Durante los actos de conmemoración, el general estadounidense Christopher Cavoli puso sobre la mesa la necesidad de la OTAN de potenciar su industria militar, una alianza militar, recordemos, que surgió tras la Segunda Guerra Mundial con el objetivo de mantener a ralla a la URSS.
“Lo que acaba definiendo es ese compromiso que tiene Estados Unidos con Europa y también de Europa con la defensa, y que la defensa de Europa es una defensa atlántica en la que Estados Unidos juega un rol importante, pero también una llamada de atención de los europeos, que la guerra es una posibilidad manifiesta hoy por hoy en este marco”, explica el exporto de la Universidad Complutense de Madrid.
Legítima o no, la ausencia de representantes rusos en el aniversario de la batalla Normandía supone un claro mensaje de Occidente de hasta qué punto los aliados piensan que la actual Rusia está en lado equivocado de la historia.