En el relato “Un artista del hambre” (1922) Franz Kafka nos presenta a un personaje cuya existencia se define por un acto de sacrificio extremo: el ayuno. La trama gira en torno a un artista circense que se exhibe ayunando durante largos períodos. En el relato de Kafka, a medida que pasa el tiempo, el artista se vuelve cada vez más débil, pero sigue insistiendo en su arte.
Desde el 22 de julio, la huelga de hambre de 19 miembros del Ballet Folklórico Nacional (BAFONA) trajo a la actualidad un eco de esta narrativa kafkiana, tomando esta medida extrema como protesta por el no pago de sus salarios. La huelga se da en el contexto de un conflicto prolongado entre el BAFONA y el Ministerio de las Culturas, que se intensificó desde marzo de 2023, cuando integrantes del ballet denunciaron condiciones laborales deficientes y prácticas abusivas, paralizando sus actividades por varios meses. Tras la gestión de un nuevo espacio para sus ensayos, y la aplicación de aumentos salariales progresivos, el grupo volvió a los escenarios a finales de 2023.
Sin embargo, una facción del BAFONA persiste en las acusaciones y la situación no solo ha generado tensiones con las autoridades, sino que también ha dividido al propio elenco, desencadenado críticas entre sus colegas. Desde la Asociación Nacional de Funcionarios de la Cultura (ANFUCULTURA) han optado por desmarcarse de las demandas del grupo en huelga, y la tensión continúa aumentando.
La artista Lotty Roesenfeld en su acción “Para no morir de hambre en el arte” (1979), realizó intervenciones con leche, para representar simbólicamente el problema del hambre y la pobreza. Por otro lado, el ayuno extremo ha sido utilizado en varias ocasiones como una herramienta de acción para expresar ideas artísticas y políticas. En el caso del BAFONA, sin embargo, la huelga de hambre no ha logrado hasta ahora la resolución deseada, y más bien, ha evidenciado una significativa división interna.
Esta reflexión sobre el hambre, subraya cómo el arte y las protestas extremas pueden reflejar luchas profundas e injusticias, evocando la precariedad que enfrentan los artistas actualmente. Sin embargo, en un mundo que a menudo se vuelve insensible ante tanta violencia y sufrimiento, es crucial preguntarse por el impacto y la efectividad que hoy pueden tener estas formas de resistencia.
En cuanto al desenlace del relato de Kafka, a pesar del sacrificio del artista, el público pierde el interés y comienza a preferir espectáculos más emocionantes, como el de una pantera enjaulada. El “artista del hambre” es finalmente ignorado, y la gente apenas nota su existencia. Cuando las personas dejan de acudir a sus actuaciones, el artista se vuelve más y más débil, hasta morir en su jaula.
Por Constanza Troncoso y Carlos Carrasco, Comunicaciones DiCREA.
Esta columna fue parte del Boletín DiCREA. Inscríbete para recibirla cada viernes.