El reencuentro con la cordillera, los volantines y el azul despejado del cielo que anunciaba el comienzo de la primavera. Todas esas cosas reflotan en la retina de Horacio Salinas, músico y compositor de Inti Illimani, al pensar en el día en que la histórica banda selló su retorno a Chile tras 15 años de exilio.
Un regreso doblemente simbólico pues, además, sucedió un 18 de septiembre. “Volvimos ese día y fue memorable, tremendo”, recordó en conversación con Radio y Diario Universidad de Chile. “En realidad, también fue bastante terrible porque la emoción era tanta que andábamos todos enfermos del estómago, con todo el sistema digestivo irritado, que es el primero que recibe el impacto de las emociones. Pero fue un día maravilloso y muy tierno“.
Al recordar el tiempo que pasaron radicados en Italia, Salinas compartió que la relación con la identidad chilena desde el extranjero era “casi paradójica”. “Fíjate que uno vive en el exilio muy lleno de comodidades respecto de lo que era la vida de la gente acá, en Chile. Pero eso no satisface toda la problemática que cada cual lleva”, reflexionó.
“Yo, por ejemplo, soy del sur. En el exilio, recuerdo que una de las cosas que más añoraba era el paisaje. Los ríos, los lagos, las montañas, los trigales, los bosques. Y curiosamente, más que el mar, toda la cordillera y la pre cordillera. Uno espera volver a encontrarse con todo eso como si se tratara de un refugio. Me parece que es muy importante cómo ha vivido uno la infancia en la vida en general. Yo diría que la infancia marca muchísimo. A mí me marcó un montón”, explicó.
De hecho, señaló que los estragos del destierro también calaron hondo en la forma que tomó la música popular durante esos años. “Lo interesante del exilio es que te instala en un territorio bastante amplio, desbordado, sin muchas fronteras. Y hace que uno redimensione mucho lo que es, de repente, esta visión pequeña o muy nacionalista que se tiene”.
“En el caso nuestro, por ejemplo, veo que la propia música cambió mucho con el exilio. Se fundó de otra manera. Aparecieron cuestiones que dan la impresión de que corresponden a música de otros países. Por ejemplo, siempre me dicen que el ‘Mercado de Testaccio’ es italiano. Eso no es italiano. Es una composición bastante chilena, pero de contornos muy indelebles“, desprendió Salinas.
Algo que terminó permeando a la Nueva Canción Chilena: “Muchas de sus composiciones corresponden a un folclor de un país imaginario. Como decía Jorge Teillier, una especie de ‘nostalgia del futuro’“.
La huella de la Nueva Canción
Para Salinas, conversar sobre la identidad chilena significa entrar en un campo “tremendamente abierto a todo tipo de observaciones”. “Yo soy de los que piensan que el país nuestro es bastante joven. Todavía tenemos una historia relativamente breve. Y hemos dependido siempre de rasgos que tienen que ver con España, con nuestra condición de colonia”, arrancó el músico.
“El tiempo desde la independencia a esta parte es un espacio de tiempo que es bastante corto. Por ejemplo, nuestro Himno Nacional es un himno que musicalmente nos retrotrae más a la música italiana, a la ópera italiana. El músico que se contrató para que nos hiciera nuestro himno era español y funcionaba, en esos tiempos, a partir de la música de moda, que eran las arias de las óperas italianas. Y entonces te das cuenta de que esa melodía, que pareciera tan chilena, es, en realidad, sacada de un aria de Lucrecia Borgia, de Donizetti”, explicó Salinas.
En todo ese contexto valora, por ejemplo, el cambio de paradigma que trajo para el folclor y el concepto de la “chilenidad” la llegada de la Nueva Canción Chilena. “Es, de alguna manera, una revisión bastante crítica de lo que es la tradición o lo que se entendía por música típica o folclórica chilena“, recordó el compositor, quien hoy figura como uno de los más reputados autores de la época por su trabajo con los Inti.
Momento histórico donde Violeta Parra, acaso la más grande cantautora nacional de todos los tiempos, ocupa un rol central: “Ella es quien acaba con esta idea bucólica o muy paisajista de Chile que cuentan las canciones así llamadas de la música típica chilena. Violeta, en una especie de vuelta de página, nos plantea y nos hace reflexionar poéticamente acerca de un Chile distinto, una música distinta, con un uso musical diferente de la guitarra”.
“Y, al mismo tiempo, plantea temas que nos sobrecogen, porque habla de Chile y de los chilenos como nunca antes se había hecho, de nuestra condición humana. Eso hoy es parte de la historia musical de Chile”, expresó Salinas
Aunque hace hincapié en el hecho de que, históricamente hablando, “esto que sucedió hace 60 años atrás con la Nueva Canción Chilena pasó antes de ayer. Todavía no diría que se haya incorporado ese bagaje a nuestro folclor, a nuestra identidad, tan firmemente. Lo que sí noto que se ha enraizado en Chile como parte de nuestra identidad es cierta vocación poética que también sucede con la canción. Es una condición de este país el hablar con metáforas, y esta cantidad enorme de poetas que hay en Chile es notable. Eso es lo que se me ocurre cuando pienso en la Nueva Canción Chilena y en la identidad musical en este país”.
Paisajes y sonidos nuevos
Dentro de la herencia que trajo consigo la Nueva Canción está la inclusión de nuevos instrumentos y ritmos del resto del continente latinoamericano y que, por su lejanía geográfica, no eran considerados como parte de nuestro folclor.
Algo que cambió a partir de la irrupción de esta gran camada de compositoras y compositores. “Hay un aspecto que nació con la Nueva Canción Chilena, y que es esta mirada hacia América Latina. Parte de nuestra identidad es apropiarnos también estéticamente de cuestiones que no están en nuestra historia. Por ejemplo, Violeta Parra tomó el cuatro venezolano, un instrumento absolutamente extraño en la música chilena, y con él hizo una de las más bellas canciones que se conocen: ‘Volver a los 17‘”, recapituló Salinas.
“Ahí te das cuenta de que son gestos no menores, que hablan de la necesidad de la más grande creadora que ha tenido este país de valerse de otra música, de otros sonidos. Esa es una característica que se instaló con la Nueva Canción, aquella mirada bastante audaz a instrumentos y ritmos que son de América Latina pero que por cuestiones también de carencias, nosotros hemos necesitado apropiar para poder decir lo que tenemos que decir”, sumó el músico.
Situación que, al mismo tiempo, es similar a lo que han hecho otras agrupaciones como la Orquesta Huambaly y La Sonora de Tommy Rey. “Son todas versiones chilenas de músicas que no están en nuestro folclor. Nosotros no tenemos una comunidad negra que nos haya educado en el uso de los tambores, las tumbadoras y todo eso”, ejemplificó Salinas.
“Pero lo hacemos, de la misma manera que en el campo chileno, en la ruralidad, la música mexicana calza como si fuera de acá. Ese fenómeno que se da en toda América Latina respecto de la música mexicana, en Chile está muy acentuado. Y bueno, la identidad se va formando de estas partes de un puzzle que necesitamos apropiar para poder expresarnos, bailar, en fin. Para poder cantar, gozar y llorar, también“, afirmó.
Sin embargo, también hace hincapié en la importancia de que la música popular trabaje en función de fortalecer nuestro espíritu. “Nuestra identidad va a ser más interesante, incluso para el resto del mundo, en la medida en que fortalezcamos eso. Hoy estamos con muchas herramientas tecnológicas y la cantidad de información ya es escandalosa. Y lo que siempre va a estar en deuda es nuestra capacidad de ser más humanos, de mirarnos poniéndonos en los paños del otro, todas estas cosas que son valores que hacen a los pueblos más grandes, más interesantes”.
“La promoción de la cultura, de la identidad nuestra, con todas las características que tiene, es muy importante que la celebremos. Y que lo hagamos, por supuesto, en un ambiente democrático. Sin corrupción. Detesto la corrupción y la corruptela, todas esas cosas que son valores tan negativos, que nos contaminan, que nos dañan. Una gangrena ese asunto, sea de derecha o de izquierda. Es horrible imaginarse un futuro de relaciones marcadas por la corrupción. Eso embrutece mucho a la condición humana. Y la cultura es un antídoto para todo eso. Por lo tanto, celebrémosla, por lo menos, en este mes donde se destaca mucho la música chilena“, concluyó.