“¿Qué es ser chileno?” Es una incógnita que surge en cada celebración de Fiestas Patrias. Incluso, un debate histórico que se remonta en el tiempo. Definiciones y elementos característicos han sido discutidos desde que Chile se transformó en República, con el fin precisamente de asentar las bases de esta.
En diálogo con Radio y Diario Universidad de Chile, la doctora en Historia, Azun Candina, aunque reconoció esta “dificultad para identificarnos con una identidad común”, exploró aquellos momentos de la historia en las que se buscó construir un identitario chileno por parte de las élites políticas e intelectuales. “Está el proyecto del país heróico y guerrero, con el ejército vencedor, jamás vencido, que gana esta guerra y la otra”, señaló en referencia al proyecto situado en la segunda mitad del siglo XIX.
Este esfuerzo de las élites de construir un relato común es considerado relevante debido a que se trataba de un Estado recién creado. “Crear una identidad nacional unitaria suele ser importante para los proyectos de legitimidad de un Estado”, aseguró Candina.
No obstante, este proyecto, cuenta, estuvo marcado por una mirada a Europa como ejemplo de parte de quiénes estuvieron a cargo de su construcción, dejando de lado elementos de pueblos indígenas presentes a lo largo del territorio nacional.
“Desde las élites decimonónicas y después del siglo XX, muchos de esos grupos de la clase alta, o no necesariamente pero de la clase intelectual, tendían a ser fuertemente eurocéntricos. Como ‘así nos tenemos que construir’ o ‘esta es la manera correcta de vivir’. Donde las identidades populares, mestizas e indígenas son miradas peyorativamente”, relató Candina.
Una vía distinta en el siglo XX
La idea del país “heróico y guerrero”, asegura, se ve reflejado hoy en día con los monumentos públicos repartidos a lo largo de Chile. “Está en la educación, en esto de las glorias nacionales”, comentó la académica de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, para luego avanzar en la historia hacia la “identidad rural y campesina” que se instala con fuerza desde las décadas del 1930 y 1940 en nuestro país.
“Aquí hubo una opción de tomar el folklore, la estética del Valle Central de Chile, como una identidad chilena. Es decir, la ramada, los huasos, la trilla, los juegos coloniales, una identidad campesina del Valle Central y que tiene todo un desarrollo durante el siglo XX y que de hecho se refuerza mucho en el período de la dictadura”, postuló la historiadora al respecto.
Candina explica cómo es que durante los primeros años de la dictadura se declaran algunos elementos claves que se asocian a la identidad chilena como que la cueca sea el baile oficial nacional y el copihue como flor nacional. “Hay un reforzamiento de esta identidad patriótica asociada al Valle Central como parte del discurso legitimador del gobierno autoritario”, remarca.
Sin embargo, la historiadora considera que la identidad chilena como algo campesino “sí ha tenido éxito”. “Ha sido recogido por la población chilena a lo largo de las décadas y muchas personas legítimamente lo sienten como propio, pero que viene de una construcción decidida en ciertas élites”, recalcó Candina.
Esta discusión, asegura, incluyó no solo a las élites políticas, desde el Ministerio de Educación y otros involucrados, sino que también a las universidades, por ejemplo. Este debate, relató Candina, se basó en “elementos que podemos pensar que tengan la suficiente convocatoria” pero que también debían ser “relativamente no conflictivos”.
Un elemento que, sin embargo, quedó relegado en ambos proyectos de construcción identitaria es reunir en este ideario a las demás culturas a lo largo del país. De acuerdo con la historiadora, surge un reclamo de “invisibilización” de las regiones y sus respectivas características.
“Cuando en el siglo XX se decide que la identidad chilena van a ser las tradiciones del Valle Central, ahí viene la pregunta: ¿y qué pasa con el norte? ¿Qué pasa con el sur? ¿Qué pasa con Rapa Nui? Cómo quedan estas otras identidades de alguna manera subrepresentadas en el territorio nacional”, dijo, abocando a la idea de un país plurinacional, con distintos orígenes y con regiones que tienen sus respectivas peculiaridades.
Una reflexión final que entrega la académica e historiadora tiene relación con el Chile actual y la presencia, a su juicio, de diversas identidades dentro del mismo país. “Ha habido proyectos que tratan de englobar al país con mayor o menor éxito, pero que no quita que existan y sigan existiendo identidades diferenciadas y heterogéneas al interior de Chile por región, por origen, por historia, por clases sociales, por tradiciones distintas. No son fenómenos contradictorios, existe una identificación con Chile, pero también estas otras que viven y perviven armónicamente”, postuló Candina.