CRYSTAL, un viaje emocionante que transporta al espectador por diversos parajes, escenarios y estéticas, que van desde lo vintage a lo futurista y de lo minimalista a lo maximalista. Así lo promete Cirque du Soleil que está de vuelta en Chile con un espectáculo calificado como inédito.
Esta nueva puesta en escena, que fusiona las acrobacias propias del circo y el patinaje en hielo, contempla una temporada en Santiago: desde el 24 de octubre hasta el 3 de noviembre en Movistar Arena. Creado por Shana Carroll y Sebastien Soldevila, la apuesta considera proyecciones que buscan generar un momento inolvidable, inmersivo, mágico y encantador.
En esta oportunidad, participan 45 artistas en escena. Desde su creación, en 2017, CRYSTAL ha visitado más de 145 ciudades y 23 países diferentes. La 42ª creación de la empresa canadiense, necesita de alrededor de 15 horas para montar el espectáculo y entre 4 y 5 horas para desmontarlo.
Una joven creativa se siente incomprendida…
Para escapar de su realidad, se aventura en un lago helado y termina cayendo a través del hielo …
y llegando a un mundo invertido. En este mundo submarino de su imaginación ve un reflejo de sí misma…
Francisco Bas, chileno y production manager de Cirque du Soleil, adelanta algunas claves de esta nueva apuesta técnica y artística que llegará a nuestro país. Desde Brasil y en entrevista con Radio y Diario Universidad de Chile, también reflexiona sobre sus aprendizajes en una industria que se pone a prueba con cada nueva creación.
– Han sido alrededor de 18 años de trabajo en el equipo y producción ¿Cuál es tu rol en esta reconocida puesta en escena?
Comencé trabajando en Time For Fun, era el director de producción y ahí me tocó mi primer acercamiento con el circo porque llevamos la primera función en Chile que fue Saltimbanco (2006). Y después de eso, que fue un aprendizaje enorme para todos, me atrevo a decir que cambió un poco lo que fue la producción en Chile porque eran otros estándares.
Por el tamaño que implica una presentación así, era lo más grande que se había hecho hasta ese momento con formato gira en Chile y con ese nivel de tecnología, rigurosidad… desde las normas de uso de chalecos reflectantes, botas de seguridad y casco. Debiese ser obvio en la producción de eventos, pero estábamos un poco más alejados de todo ese mundo de la parte de más seguridad.
El circo vino aplicando su formato de trabajo y nos costó acostumbrarnos, pero después lo adoptamos como una norma y fuimos más allá de las reglas que nos exigían en Chile.
Fue una muy bonita experiencia, de mucho aprendizaje. Y de ahí vino Alegría y Quidam, éste lo exportamos a Perú. Después me tocó Varekai que también se hizo en Chile y en Perú. Luego estuve en muchas cosas de producción, conciertos, de todo tipo y giras latinoamericanas. Y el año pasado se dio el reencuentro con el circo, con Bazzar, que se hizo a principios de 2023 en Chile.
Y por la experiencia que ya llevaba de tantos años trabajando con los diferentes equipos que venían a Sudamérica, me ofrecieron tomar esta gira, con este show que es Crystal… y desde Brasil. Era la primera vez porque en ese país tenían su propio equipo sobre todo por el lenguaje.
Me ofrecieron la oportunidad y hace más de un año empezamos toda la preparación. Ya en terreno, estamos desde abril haciendo la preparación para Sao Paulo, después hicimos el show de Rio y estaremos casi tres meses en Sao Paulo porque el montaje es muy grande. Creo que es lo más grande que se ha montado en Sudamérica…
– A nivel de infraestructura, logística y el equipo. ¿Cuáles son los detalles de esa preparación?
Primero, es la única oportunidad que ellos han montado un show en pista de hielo y eso ya lo hace muy diferente. También lo hace muy interesante, el mezclar la estética y el formato de trabajo del circo, con un show de hielo es algo totalmente novedoso a lo que se vio antes en sus giras en Sudamérica.
El formato de cómo se juega con el hielo, como se desplazan los actores y las escenografías, es también muy entretenido porque le da una magia. En lo personal, me gustó mucho.
Y después la suma de tecnología. Si bien Cirque du Soleil siempre ha manejado un nivel alto, mantenía un estándar en iluminación, en uso de video-pantalla, donde había más elementos de ingeniería, en formato de aparecer y desaparecer cosas, en este show usan más elementos audiovisuales.
De partida que la pista de hielo es blanca, eso la transforma en una pantalla gigante y la proyectan en video. Y lo otro interesante, es que todos los patinadores tienen un sistema especial donde los equipos de iluminación robotizado y proyección pueden ser intervenidos de manera independiente. Cada artista se identifica con un número y lo reconoce en un espacio de la pista, al patinar puede dibujar… ser como un cursor en la pantalla.
– ¿Qué pasa con los artistas ante estas nuevas herramientas?
Acá tuvieron que hacer un trabajo bien fuerte porque acá se da una mezcla de artistas que vienen de dos mundos. Por un lado, viene gente del show on ice. Hay muchos patinadores artísticos, patinadores olímpicos y patinadores extremos, que tuvieron que aprender la lógica y mecánica del circo. Como el circo genera una historia, las transiciones y donde cada persona tiene una función dentro de esta dinámica.
Como también la gente de circo tuvo que aprender a patinar, pero ojo no todos patinan. Por ejemplo, el que hace trapecio y que se desplaza con unos zapatos de puntas metálicas especiales y hay muchos personajes que solo intervienen caminando dentro de la pista y las coreografías.
Y hay un complemento de patinadores mientras uno está haciendo un número, para llenar un espacio …estamos hablando de una pista que mide 50 x 25 metros aproximadamente.
– Se habla de arte y proceso creativo en la construcción de una historia que considera a una protagonista, la que hace un viaje de autodescubrimiento. ¿Cómo se acerca a una serie de reflexiones actuales?
Lo bonito es lo que logra el circo con estas historias: que todos nos podamos sentir identificados desde diferentes formas. Todos lidiamos con diferentes problemas…
Estamos hablando de una joven que está en el colegio y que quiere hacer ciertas cosas, pero ella disfruta patinando. Y el hielo es su válvula de escape, identifica una época de la juventud con cierta rebeldía, pero de manera sana.
Nos vamos a sentir identificados con el personaje, como va pasando por las etapas. Es algo conceptual porque no es lineal, te lo deja para que la completes.
“Regresando a las pistas”
Cirque du Soleil Entertainment Group cumple 40 años buscando definir el entretenimiento e iluminando el mundo a través del arte y la creatividad. Una historia de inspiración para otros sectores de la industria, pero también de desafíos de financiamiento durante la pandemia.
– Durante el segundo semestre de 2020, y en pleno impacto de la pandemia de covid, El Circo del Sol se declara en quiebra y se confirman numerosos despidos. Con un plan de reestructuración y recapitalización vuelve a los escenarios durante 2022. ¿Cómo fue el reencuentro con el público?
Todo lo que vivimos fue terrible, sobre todo para nuestro rubro. En nuestro caso, que comenzamos a parar con el estallido y los años de pandemia donde estuvimos completamente cerrados. Fuimos de las pocas industrias que no pudimos hacer nada y solo nos quedó reinventarnos.
Es fuerte la explosión que se dio el hacer filas virtuales para conseguir tickets porque había un hambre de asistir a espectáculos de todo tipo. Uno se da cuenta de cuanto necesita la gente el arte en todo formato, al circo le pegó muy fuerte, tuvo que despedir a mucha gente y que después logró recontratar. Ahora está en una posición fuerte, regresando a las pistas, entregando el arte que ellos hacen y que es muy necesario. Se echó de menos, nos dedicamos a esto y vibramos con esto.
– ¿Cómo describirías la experiencia de compartir con un equipo que reúne a talentos de diversos lugares del mundo?
Es enriquecedor, te abre el mundo. Compartir con diferentes experiencias y realidades, de Rusia, Holanda, Brasil, España, Argentina, México, entre otros países. Hay técnicos como artistas de muchas partes del mundo.
Por ejemplo, a Pepy (la artista chilena María José Monje) le tocó ir a Montreal (Canadá) cuando tuvimos una semana libre hace poco tiempo. Fue a dictar cursos de trapecio, tuvo que mostrar su experiencia a la gente para montar y aplicar pensando en otros shows con algunas técnicas que ella ha desarrollado.
Tiene la posibilidad de mostrar más allá de un show, en un escenario de creatividad y creación que es súper potente. Ella estaba muy feliz, ella lleva poco, desde octubre del año pasado. Estábamos contentos por ella porque tiene esa oportunidad.