Este lunes se produjo una de las jornadas más mortíferas tras el ataque de Israel en el sur de Líbano y en el valle de Becá, en el este, ambos “bastiones” de Hezbolá. Tras el bombardeo, se reportaron 558 muertos y mil 835 personas resultaron heridas.
No obstante, este martes, las tropas israelíes volvieron a bombardear el sur de Líbano. El ejército israelí aseguró que un “gran número” de miembros de la milicia proiraní murió en esos bombardeos.
Decenas de miles de libaneses huyeron de las zonas bombardeadas desde el lunes, según la ONU, y se dirigieron a Sidón, la mayor ciudad del sur, o a Beirut. El martes, numerosos coches estaban bloqueados en la carretera que lleva a la capital.
“Fue un día de terror“, contó a AFP Thuraya Harb, una libanesa de 41 años refugiada cerca de Beirut, tras un viaje de ocho horas desde el sur. “No quería irme, pero los niños tenían miedo y nos fuimos con lo puesto”, añadió.
El primer ministro libanés, Najib Mikati, denunció un “plan de destrucción” contra su país, donde las escuelas permanecerán cerradas el martes.
Respecto a esta situación de tensión, el alto representante de la Unión Europea para Política Exterior, Josep Borrell, advirtió que “estamos al borde de una guerra total” en Líbano.
“La catástrofe continúa, y la escalada en Líbano es extremadamente peligrosa y preocupante. Estuve en Líbano hace unos días, justo antes de la explosión de dispositivos electrónicos. Ha estado creando terror entre la población libanesa. Puedo decir que estamos casi en una guerra total. Estamos viendo más ataques militares, más daños colaterales, más víctimas”, declaró durante una rueda de prensa.
Desde el inicio de la guerra en Gaza el 7 de octubre de 2023 tras el ataque de Hamás en suelo israelí, se producen casi a diario cruces de disparos entre las Fuerzas de Defensa del país judío y Hezbolá, en apoyo a su aliado palestino, a lo largo de la frontera entre Israel y Líbano.