Dos son los casos de violencia sexual que han removido a Chile el último mes: el del ex subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, y el del exfutbolista Jorge Valdivia, ambos imputados por la justicia por delitos de connotación sexual.
A estos dos causas, se les suma además la denuncia contra los jugadores de Colo Colo, quienes fueron acusados de haber cometido una agresión sexual el pasado 4 de noviembre.
Investigaciones que son conocidas por su alta connotación pública, pero que son una pequeña muestra de las cifras de delitos sexuales en nuestro país. Según el último Boletín del Ministerio Público, en Chile se han cometido 23 mil 266 ilícitos de este tipo entre enero y junio de 2024, siendo en el 92% de estos casos víctimas mujeres.
Y el panorama a nivel mundial sobre este tipo de violencia no es muy diferente. En EEUU fue escogido para presidir el país el republicano Donald Trump, declarado culpable por abuso sexual en 2023. Mientras que en Francia se desarrolla el juicio contra el esposo de Gisèle Pelicot, Dominique Pelicot, quien la drogó y violó durante más de 10 años.
Bajo este contexto es que en 2024 se conmemora el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, fecha que surge en memoria de las hermanas Minerva, Patria y María Teresa Mirabal asesinadas en 1960 por ser opositoras a la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana.
Para la vocera de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, Priscila González, el escenario en el que se vive este 25 de noviembre es preocupante, porque en los casos de contingencia nacional, desde la organización han visto una “farandulización” de los procesos por parte de los medios de comunicación, en lugar de adoptar un rol más educativo y reflexivo acerca de la violencia sexual.
“A nosotras nos parece que los medios han tergiversado los mensajes, perdiendo una oportunidad de informar y de educar adecuadamente. Lo observamos con preocupación y vemos también bastantes prejuicios respecto de este tipo de violencia”, agrega.
En ese sentido, González explica que este año el animo de las organizaciones que componen la Red Chilena es hacer el énfasis en que la violencia sexual es únicamente culpa de quien la perpetra y no de las personas que deciden denunciar o de las víctimas: “La culpa, como decía Gisèle Pelicot, debe cambiar de campo, es decir, que se ponga el foco en quienes realmente agreden a las mujeres, eso es lo que a nosotras nos gustaría ver en los medios”.
En la misma línea, la directora de la Asociación de Abogadas Feministas (Abofem), Andrea Bluck, afirma que es “un contexto complejo” en el que se da una nueva conmemoración del 25 de noviembre.
“Sin embargo, la violencia sexual no es la única que afecta a las mujeres, sino que también hay una violencia física, psicológica, económica, institucional, estructural, entre otros tantos tipos de violencia que se invisibilizan y normalizan. No sé si el escenario cambia respecto de estas formas de violencia que vivimos cotidianamente por la existencia de estos casos que son altamente mediáticos, pero nos permiten analizar otras aristas, como por ejemplo, desde las violencias institucionales”, sostiene.
La directora de Abofem detalla que “uno piensa en violencia institucional y lo vinculamos inmediatamente con el caso del exsubsecretario como una persona del Gobierno que habría generado un tipo de violencia, pero también dentro de las violencias institucionales y estructurales hablamos, por ejemplo, de lo revictimizante y de lo violento que es para muchas mujeres someterse a los procesos judiciales”.
“Que la vergüenza caiga sobre los culpables”
Este año, como los anteriores, la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres convoca a una marcha a nivel nacional para conmemorar el 25 de noviembre. Así, para este lunes las consignas bajo las cuales las mujeres se congregaran este 2024 son “Aborto: Única causal, mi decisión”, que corresponde a la campaña anual de la organización, y “Que la vergüenza caiga sobre los culpables”.
Sobre esta última, González señala que el objetivo es “decir basta de culpar a las personas que denuncian. Lo que buscamos es que pensemos en por qué como sociedad estamos produciendo tantas víctimas, sin embargo, nadie se reconoce a sí mismo como culpable o perpetrador de la violencia”.
Respecto de cómo cambiar el lugar de las responsabilidades en los casos de violencia sexual, la directora de género, diversidad y equidad de la Universidad Alberto Hurtado (UAH), María Teresa Rojas, sostiene que “es uno de los temas que nos inspiró en la universidad para proponer una actividad sobre cómo los hombres miran la violencia hacia las mujeres y las nuevas formas de violencia”
“Es importante hacerse la pregunta de cuánto de la masculinidad en su dimensión violenta persiste, cuánto de la masculinidad ha cambiado, cuáles son los nuevos patrones de masculinidad que uno puede observar en estas últimas décadas y cuáles son los perfiles de hombres que no sólo reiteran la violencia, sino que además la relegitiman”, reflexiona.
En ese sentido, la directora de Género, Diversidad y Equidad de la UAH plantea que “en el contexto de las responsabilidades, a pesar de que han existido avances legales que explicitan y tipifican la violencia de género, todo indica que no basta lo normativo si las instituciones, que están habitadas por seres humanos, no operan de manera diferente, no le dan la urgencia que estos temas requieren y no previenen”.
“Esto no es solamente un tema de sanción, sino que la brecha educacional al interior de los organismos del Estado, de los tribunales, de las policías, de las escuelas, de los sistemas educativos, todavía sigue siendo muy amplia. Tenemos una cierta idea general de que la violencia no es una manera de resolver los conflictos y decimos retóricamente que nos molesta la violencia hacia las mujeres, pero es poco lo que las instituciones han reflexionado respecto a sus propias producciones de violencia, hacia la manera en que generan estereotipos, que a veces, implícitamente, legitiman acciones de violencia o de discriminación”, añade.
Asimismo, para Andrea Bluck de Abofem, poner el ojo sobre las víctimas responde a que las violencias buscan mantener los estereotipos. De esta forma, “nos concentramos en quienes las sufren y no repudiamos a quienes cometen estos actos“.
“Pero desde lo judicial, que es nuestra materia de mayor conocimiento como organización, hemos visto avances, por ejemplo, en el caso Monsalve, pues las investigaciones y formalizaciones han sido rápidas y eficientes, porque no solamente es que se hayan apurado las indagatorias, sino que además se logró constituir muchos medios de prueba e información para poder llegar a una prisión preventiva. Sin embargo, esto no se condice con la realidad de los otros casos”, apunta.
De esta forma, Bluck identifica otros avances procesales del caso Monsalve que deberían replicarse en todos las causas de violencia sexual, por ejemplo: “La decisión del Poder Judicial de no transmitir toda la formalización y que mientras el juez daba su resolución se cortaba el audio cuando había información sensible, existiendo consciencia de resguardo a la víctima para que no exista revictimización (…) También, la Fiscalía nos demostró que es posible llevar una investigación rápida y bien hecha en estos casos, pues en los que no tenemos una figura pública involucrada, estos procesos de indagación duran más de 12 meses”.
“Sin embargo, todavía nos queda el juicio, donde aún está por verse la postura de la defensa, de la Fiscalía y los querellantes sobre que tanto exponen o no la situación de la víctima, además de cómo esto va ser juzgado por los tribunales, lo que nos parece que es un punto de preocupación. En ese sentido, esperamos que las cosas vayan cambiando y que efectivamente podamos tener una justicia con perspectiva de género, con todo lo que esto implica desde cómo se produce la denuncia, cómo se investiga, cómo se llevan los juicios y cómo los medios de comunicación también tratan estas causas judiciales”, subraya.
Según el último Boletín del Ministerio Público entre enero y junio de 2024, los procesos judiciales por delitos sexuales que impliquen un juicio oral tienen una tramitación en promedio de mil 249 días. Asimismo, de acuerdo al dossier 2024 de la Red Chilena en 2020 el Ministerio Público indicó que la mayoría de los procesos judiciales asociados a delitos sexuales no llegan a término pues sólo un 26% de las causas tuvo una salida judicial, y un 7% lo hizo con una condena para el agresor.
Violencia sexual: la importancia del consentimiento
Dentro de los distintos tipos de violencias que las mujeres viven en Chile, la vocera de la Red Chilena, Priscila González, destaca la violencia sexual como una de las principales.
“De los ilícitos más denunciados de Chile están los delitos de abuso sexual. Incluso hay una subestimación de los mismos, porque todas conocemos a alguien que vivió abuso sexual o violación y que no ha podido denunciar (…) Son múltiples las maneras en las que se manifiesta la violencia en contra de las mujeres, pero diría que la más masiva en este momento es la violencia sexual, por una cuestión de cifras de denuncias debido a este giro cultural en el que ya no se tolera ese tipo de violencia”, recalca.
En 2023 en Chile se registraron 51 agresiones sexuales al día, con una agresión cada 28 minutos, según consigna el último dossier de la Red Chilena. También, el mismo documento señala que esta violencia tuvo como víctimas a mujeres y niñas en un 86% de los casos.
Así, frente a esta situación resulta relevante que el debate público sobre la violencia sexual se centre, además, en el rol que cumple el consentimiento, el que de ser libre, voluntario y explicito.
En ese sentido, María Teresa Rojas explica que este tema nos vuelve a interpelar como sociedad por la contingencia, pero hay discursos extremos que no ayudan a entender la idea de consentir, pues establecen “que hoy todo es un riesgo y te pueden penalizar, caricaturizando un discurso de dignidad y de derechos humanos. Es una manera de ser peyorativo con esa ganancia cultural que es que las mujeres, los niños y las masculinidades diferentes, son quienes tienen derecho a decir y consentir cómo quieren que traten su cuerpo”.
“Una vez más es inevitable que la dimensión educacional sea fundamental, pero lamentablemente en Chile, salvo pocos colegios, no tenemos educación sexual temprana. Por lo general, en nuestro país recién se habla de educación sexual en primero medio, donde se habla de cómo no quedar embarazado o de cómo no transmitir infecciones sexuales, pero no hay una educación programada y con profesores capacitados para conversar sobre el cuidado y el consentimiento. Porque el consentimiento significa decir que no cuando no quieres estar con otras personas, pero también significa decir que sí. Y eso implica aprender a hablar de placer, de satisfacción que es estar con un otro”, destaca.
La académica de la UAH hace hincapié en que “es evidente que tenemos una deuda educativa conversacional super grande para que entendamos qué significa consentir, porque es importante, no solamente porque nos hace más felices, sino porque nos hace más democráticos. El consentimiento está profundamente anclado a la construcción democrática y si uno tuviera que tomar decisiones en términos de políticas públicas, es urgente que el sistema educativo al menos otorgue a todos los niños y niñas la posibilidad de tener una educación sexual temprana”.