A finales de 2024, el Servicio Nacional de Migraciones y el Instituto Nacional de Estadísticas presentaron la “Estimación de personas extranjeras residentes habituales en Chile 2023”. Dentro de los datos entregados, se dio a conocer que en nuestro país residen 302 mil 306 niñas, niños y adolescentes migrantes, lo que representa el 15,8% del total de la población estimada.
Miles de los niños migrantes que llegaron a nuestro país durante los últimos años residen en campamentos. La falta de oportunidades y la criminalización han sido parte, lamentablemente, de su proceso de adaptación en Chile.
A falta de una política clara para la población migrante, que no sea el enfoque de seguridad que le ha dado el Estado durante los últimos años, han sido organizaciones de la sociedad civil las que han amortiguado la difícil adaptación de los niños migrantes al país.
Dentro de estas organizaciones, se encuentra el Proyecto Amar Migrar (PAM). La fundación trabaja con niñas y niños migrantes de los campamentos Vicente Reyes, Luna de Haití, Alberto LLona Fe y Esperanza y Toma Latinoamericana, ubicados en la comuna de Maipú.
Proyecto Amar Migrar. Fotografía Valentina Mora
En conversación con Radio y Diario Universidad de Chile, el fundador del Proyecto Amar Migrar, Diego González, explicó que la fundación es una organización autogestionada que trabaja desde el 2019 con el objetivo de disminuir la brecha en términos de la desigualdad educacional que existe en el país.
El PAM está conformado por más de 60 voluntarios que conjugan diversas profesiones, quienes mezclan su vida laboral y personal con este servicio voluntario.
González detalló que el trabajo se da principalmente con niños migrantes, pero también con infancias chilenas: “Es súper relevante también levantar este tema. Nos interesa mucho visibilizar que hay muchos niños y niñas connacionales que actualmente viven en campamentos”.
“Estamos impactando aproximadamente de manera directa, y cuando digo directa de una manera constante a través de talleres, de tutorías, a alrededor de 60 niños y niñas, pero también tenemos una llegada que es más indirecta, por ejemplo, a través de jornadas navideñas, jornadas del día de la niñez, carnavales que se generan en el territorio. Con estas actividades llegamos a, aproximadamente, doscientos cincuenta niños y niñas”, afirmó González respecto a la cantidad de niños que se han visto beneficiados por este proyecto.
Dentro de los talleres que imparte el PAM, están el de arte, de deporte y, hace unos meses, el de escalada. Todo esto va acompañado de diferentes intervenciones de carácter educacional y de acompañamiento, como las tutorías que “buscan acompañar a un niño de manera individual en su proceso de aprendizaje y crecimiento, entregando herramientas y habilidades de diversas formas y es constante en el tiempo”.
Proyecto Amar Migrar. Fotografía Valentina Mora
El trabajo que hace el PAM es uno más de los cientos de esfuerzos que hacen diferentes organizaciones sociales para acompañar el proceso de adaptación de la infancia migrante al país. Sin embargo, durante los últimos años la criminalización a la migración ha hecho que este tipo de trabajos se torne más complejo.
La criminalización de la infancia migrante
Indignación causaron en organizaciones las declaraciones del exalcalde de La Florida y posible carta presidencial, Rodolfo Carter, relacionadas con el acceso a la educación de hijos de migrantes irregulares.
Durante su participación en el programa de CNN, Tolerancia Cero, Carter aseguró que “los niños migrantes ilegales no pueden tener acceso a los colegios” y argumentó que al entregar educación, se está estimulando el ingreso irregular de extranjeros.
Para González, las palabras de Carter se enmarcan dentro del contexto político que son las elecciones: “Son muy frecuentes estas ofertas desproporcionadas que, principalmente, desconocen hasta la misma normativa vigente en Chile, como, por ejemplo, la Constitución”.
En esa línea, el integrante del PAM detalló que nuestra Carta Magna no distingue los derechos fundamentales, como lo son la salud, educación, entre chilenos ni personas migrantes.
“Creo que lamentablemente en época electoral la migración se toma como un uso político para ganar votos mediante la criminalización. Se debe entender el derecho a la educación, el derecho a la salud, como algo que le pertenece a todas las niñas y niños”, enfatizó.
Proyecto Amar Migrar. Fotografía Valentina Mora
González destacó que el PAM busca que todos los niños tengan acceso a educación. En ese sentido, resaltó que vivir en un contexto vulnerable, en este caso en campamentos, condiciona mucho el acceso a la enseñanza.
“Hay contextos familiares que condicionan al niño de acceder a la educación pública, y son cuestiones que están tomando relevancia a nivel nacional, sobre todo después de estos discursos xenofóbicos y racistas. Estos dichos nos pasan desapercibidos a las familias migrantes y generan un temor gratuito”, lamentó González.
En conversación con nuestro medio, la directora ejecutiva del Colectivo Sin Fronteras, Patricia Laredo, explicó que no sólo son discursos o propuestas de criminalización a las infancias migrantes, sino que también proyectos legislativos.
“El proyecto de ley que se conoce como misceláneo, que se está discutiendo en el Senado, está siendo una de las propuestas de mayor afectación de derechos de los niños y niñas que están migrando a Chile y una situación gravísima y contraria a toda la normativa internacional de derechos humanos”, puntualizó Laredo.
Respecto al proceso de adaptación de las infancias migrantes en nuestro país, la directora ejecutiva del Colectivo Sin Fronteras manifestó que hay un conjunto de implicancias graves y dañinas: “Hay un fomento de la cultura de odio hacia las personas migrantes, especialmente en este último tiempo que se ha utilizado de manera importante. Los niños y niñas viven este contexto de manera cotidiana. Hay prácticas permanentes de discriminación verbal, psicológica y el permanente maltrato”.
“Es una experiencia cotidiana para los niños y niñas, especialmente en sus espacios escolares, que es lo que ellos y ellas dan cuenta de manera recurrente. Son violencias que viven por distintos motivos, pero uno de los motivos como que es mucho más recurrente es justamente esta discriminación por su nacionalidad o el color de su piel”, profundizó y lamentó Laredo.
Proyecto Amar Migrar. Fotografía Valentina Mora
La directora ejecutiva del Colectivo sin Fronteras detalló que el racismo y la cultura de odio que se está dando hacia las personas migrantes no sólo las daña a ellas, sino está fortaleciendo en Chile un tipo de relacionamiento y de fractura social.
“Hay niños y niñas que están creciendo y desarrollándose, concibiendo que existen personas de segunda categoría, que existen personas a las cuales hay que agredir, a las cuales hay que construirlas, no como sujeto de derechos, sino tratarlas como más bien personas que son objeto de todo tipo de violencias”, afirmó.
“Para los niños y niñas que viven la criminalización hay todo un desarrollo teñido por estas violencias que alimentan distintas afecciones en su crecimiento, desarrollo, como afecta su autoestima, su identidad. Afecta sus emociones porque permanentemente están lidiando con esta cultura de rechazo, de odio. Hay un daño permanente que se está generando”, finalizó Laredo.
Pese al difícil panorama y a propuestas contraria a los derechos fundamentales, iniciativas como el Proyecto Amar Migrar son un faro de luz en este contexto de oscuridad que atraviesa el pais respecto a las infancias migrantes.