En el marco de los 100 años del fallecimiento de Luis Emilio Recabarren, figura clave en la historia del movimiento obrero chileno y latinoamericano, Sergio Grez, historiador y académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, analizó la importancia histórica y el legado del dirigente,
En conversación con el programa Construyendo Comunidad Universitaria, de la Asociación de Académicos de la Universidad de Chile, Grez señaló que Recabarren “fue una figura central en la constitución del movimiento obrero en un momento clave en que éste se constituye como tal, básicamente en el cambio del siglo XIX y hasta el primer cuarto del siglo XX, donde ayudó poderosamente no solamente a su organización en la construcción de sociedades mancomunales y sindicatos de partidos políticos, sino también a dotar de una identidad y una conciencia de clase al movimiento obrero”.
Además, indicó en qué momento de la historia escena social y política chilena surge su figura. “Llega en un momento en que la transición del modo de producción colonial, que era el que imperaba hasta bien pasada la primera mitad del siglo XIX, cambia a un modo de producción capitalista con todas las transformaciones que ello conllevó en la sociedad chilena, en su estructura social, en las clases sociales, en resumen en la cultura, en la sociedad y en la política”.
Luis Emilio Recabarren, nació en julio de 1876 y su primera militancia no fue social, sino que política, en el Partido Democrático, con alrededor de 18 años, en un momento en que se estaba produciendo el surgimiento del movimiento obrero desde mediados de siglo.
“Este movimiento popular estaba acaudillado por los artesanos y algunos gremios de obreros calificados como en los casos de los obreros de imprenta, un movimiento organizado básicamente en mutuales, en base a la idea de la regeneración del pueblo y de un signo político que yo denomino como liberal popular, una suerte de lectura popular del ideario liberal de las élites” expresó el profesor.
En esa misma línea, Grez, sostuvo que “la transición al capitalismo generó el surgimiento de la clase obrera moderna propiamente tal con sus propios objetivos, formas de lucha, programas y reivindicaciones, de tal manera que Recabarren que había sido criado políticamente en el seno del viejo movimiento popular de tipo mutualista reformista liberal y que en el plano político estaba representado por el Partido Democrático, se va a hacer eco de estas transformaciones en la sociedad chilena y en el propio movimiento popular que devino en este movimiento obrero”.
Sin embargo, también precisó en que “ya existía el movimiento popular, pero de sello esencialmente artesanal, y se estaban manifestando los primeros gérmenes que terminarían constituyendo organizaciones sindicales propiamente, que ya no se situaban en la perspectiva de la ayuda mutua entre los trabajadores para mejorar su condición de vida sino en la perspectiva de la reivindicación del trabajo frente al capital, o sea en la perspectiva de la lucha de clases”.
“Él no inventó nada de esto, se inserta en este tejido societario y predica su palabra”, complementó.
Por otra parte, el profesor de la Universidad de Chile, en cuanto a que pudieren existir vinculaciones entre la figura de Recabarren y la Unidad Popular, aclaró que es difícil hacer una conjetura de posibles nexos.
“Es un proceso que hay que reconstruir con muchas mediaciones. Entre la muerte de Recabarren a fines de 1924 y la Unidad Popular, que se forma en 1969, pasó muchísima agua bajo los puentes de la historia en general“.
En todo caso, recalcó que “la única afiliación posible es que la Unidad Popular, al igual que las coaliciones anteriores de izquierda como el Frente Popular, no es la única pero sí la principal expresión política de ese movimiento urbano y popular que ha sufrido muchas mutaciones, muchas transformaciones en ese lapso que va desde 1924 a 1969, si hablamos de la Unidad Popular, o mucho antes, si hablamos de las coaliciones previas”.
Sin perjuicio de lo anterior puntualizó que ni aún en la táctica institucional ve puntos de unión entre el movimiento fundado por Recabarren y la expresión de la Unidad Popular.
“Hay que saber de qué Recabarren estamos hablando, porque la línea política de el no fue la misma en todo momento, fue mutando, fue cambiando, y yo diría que, en términos generales, fue en una línea de ascendente o creciente radicalización. Hay quienes quieren ver a Recabarren como una especie de precursor de la socialdemocracia en Chile, y van a encontrar buenos elementos en ello, si es que se quedan con el Recabarren que conocimos hasta 1917”.
En 1917, soldados y obreros del partido bolchevique tomaron los puntos vitales de la capital de Rusia, Petrogrado, derrocaron al gobierno provisional ruso e instauraron el primer Estado socialista del mundo. Este acontecimiento fue el punto culminante de la también llamada “Revolución de octubre”.
Antes de su viaje a la Rusia Soviética a fines de 1922, cuando aún el partido era Obrero Socialista y no Comunista de Chile, como sería a partir del 1 de enero de 1922, Recabarren ya hablaba de la necesidad de implantar la dictadura obrera, o sea, la dictadura del proletariado.
Después de su viaje a la Rusia de los soviets, que se estaba convirtiendo en Unión Soviética, Recabarren llegó a Chile con la línea leninista y bolchevique en su máxima expresión, señaló Grez.
“Él reivindicó la necesidad de la lucha armada para la conquista del poder y la necesidad de la instauración de la dictadura del proletariado”.
Por lo que subrayó que “quienes quieran sacar insumos para justificar la teoría de la vía pacífica al socialismo o del socialismo a la chilena con empanada y vino tinto, como era el discurso de la Unidad Popular, van a tener que quedarse con el Recabarren previo a la revolución bolchevique”.
Asimismo comentó que incluso en su última etapa se mostró bastante cercano a las ideas del Anarquismo, movimiento que proclamaba no ser político, ya que no participaban de las instituciones del Estado, lo que para el académico implica una contradicción.
“Una fuerza que pretende ya sea transformar el Estado o destruirlo para colocar otro o para colocar ninguno es una fuerza política”, enfatizó.
Acerca de cuál sería la acción política del histórico dirigente en la actualidad, manifestó que “estaría de alguna manera tratando de construir una organización política que siguiera levantando estas banderas y no solo el mejoramiento relativo, parcial y en la medida de lo posible de las instituciones o de las condiciones de vida del pueblo, como es la política que siguen muchas personas y algunas organizaciones que se declaran ser sus herederos”.
Referido al suicido de Recabarren, el académico explicó que existieron varios factores que probablemente lo llevaron a tomar esa decisión, tales como que padecía de un tumor, unido a que se encontraba decepcionado por la situación política que atravesaba el país en esos años. También con el ruido de sables de 1924 y la escasa reacción del movimiento Obrero Popular frente a aquello, además de cuestionarse su liderazgo como dirigente y encontrarse también con problemas de pareja.
“El suicidio de Recabarren nos lleva a reconocer un personaje de carne y hueso, un hombre con todos sus bemoles, con su fortaleza, sus debilidades, sus dramas internos, con todos los aspectos de la vida. Es decir, lo hace más humano, a mi entender”, afirmó.
Por último destacó su figura. “Es uno de los más grandes dirigentes obreros de América Latina, digamos de la primera mitad del siglo XX y es también, aunque no fue un gran teórico, uno de los principales teóricos marxista-obrero”.
“Fue un obrero ilustrado que se autoeducó y que trató de llevar su conocimiento al calor de las luchas sociales a los más amplios sectores, no solamente en Chile, sino que también en Argentina y probablemente algo en Uruguay, lo cual hace de él una figura de alcance continental”, finalizó.