Esta semana estuvo marcada por la escalada del conflicto debido al acercamiento de las grandes potencias, Estados Unidos y Rusia, con la consecuente exclusión de la Unión Europea de las conversaciones de paz sobre Ucrania.
A días de cumplirse tres años desde el inicio de la guerra, Donald Trump criticó recientemente a su par ucraniano, Volodimir Zelenski, calificándolo de “dictador sin elecciones” lo que aumentó la tensión y sacudió a otros países del Viejo Continente. En respuesta, António Costa, presidente del Consejo Europeo, reaccionó en redes sociales a favor del mandatario ucraniano, señalando que es “un presidente elegido democráticamente”.
El círculo de confianza del magnate presiona al presidente de Ucrania, que se resiste al arreglo propuesto. La estrategia estadounidense apunta a reforzar las relaciones con Rusia, lo que quedó expresado en la reunión presencial entre los mandatarios. En este contexto, Estados Unidos se niega a calificar a Rusia de “agresor” en la declaración que prepara el G7 para el nuevo año de la invasión en Ucrania.
Este viernes, el portavoz del presidente ruso, Dimitri Peskov, afirmó que Putin estaba abierto a negociar una solución al conflicto. “Tenemos nuestros objetivos, relacionados con nuestra seguridad nacional, con nuestros intereses nacionales, y estamos dispuestos a alcanzarlos mediante conversaciones de paz”, indicó vinculando la negociación a esos objetivos.
En el ámbito fronterizo, vale recordar que los límites actuales entre Rusia y Ucrania se inscriben entre los que han sido modificados por diferentes potencias a lo largo de los siglos. Esta vez, aparece la amenaza de la OTAN como la explicación rusa para el inicio de la guerra.
En entrevista con Radio y Diario Universidad de Chile, el sociólogo y doctor en Ciencia Política trasandino, Atilio Borón, expuso que en este adentramiento en una nueva etapa histórica, Ucrania “debió haber actuado de una manera racional, como lo han hecho otros gobiernos pasados, entendiendo que no podía ser la puerta de entrada de la OTAN para un ataque en contra de Rusia y por eso, muchas administraciones tenían buenas relaciones con Rusia y trataban de tenerlas con la UE, pero ésta fue ganada por la prédica de Estados Unidos en el momento de los demócratas y entró en la guerra cuando ya no tiene ni una opción de ganar”.
El politólogo profundizó en las estrategias y motivaciones que están a la vista. Señaló que Estados Unidos, en el fondo, busca dedicar todo su tiempo y ofensiva de la política exterior para ver de qué manera puede someter a China sin perderse en el conflicto ruso-ucraniano, que en su opinión ya está resuelto. En consecuencia, para Borón, a Ucrania le queda solo seguir las recomendaciones dadas por el estadounidense Henry Kissinger hace dos años en la cumbre de Davos.
“A Ucrania lo único que le queda por hacer es conversar con Rusia, hacer un acuerdo que le permita acceder al Mar Negro sin bloqueo y hacerse cargo de que lo que pasó es totalmente irreversible” citó.
Primer mes de Trump
En las primeras semanas de Trump en el poder y en los efectos sobre la escena internacional se apuntan una serie de hechos, entre ellos el anuncio de aranceles aduaneros, las amenazas contra Groenlandia, Panamá e incluso el vecino y aliado Canadá; el plan para vaciar la Franja de Gaza de sus más de dos millones de habitantes palestinos y transformarla en la “Costa Azul” de Oriente Próximo, los ataques contra el Presidente ucraniano y restitución de las relaciones con Rusia, a la que Estados Unidos desea convertir en socia tras 80 años de rivalidad.
¿Cómo se llegó a esto? Borón señaló que visto Trump como una consecuencia, tiene mucho que ver con el incumplimiento de las promesas que el capitalismo en fase neoliberal ha hecho, a veces desde las propias izquierdas.
“Dado que la izquierda ha optado por hacer propio el modelo neoliberal y todas sus falacias, (al pueblo) le queda ver quién protesta más fuerte y a ése lo apoyan. Esto, combinado con el tema de la inmigración, que en Europa y Estados Unidos es muy importante” advirtió Borón.
Consultado por el limitado poder que actualmente tiene el Partido Demócrata para hacer oposición a las políticas agresivas de Trump, el analista indicó que a la colectividad le tocará hacerse cargo del distanciamiento con las sensibilidades de los sectores populares y sus problemáticas.
“Tendrán que refundarse, tener nuevas bases, pensar en organizarse de otra manera, tener un proyecto que realmente sea apetecible por el gran público de Estados Unidos. A pesar de que Biden en su discurso a poco de ser electo, denunció estas duras realidades económicas, el deterioro de las clases medias, no hizo nada para revertir la situación”.