Durante los últimos días, la discusión en torno a la exposición de Mon Laferte en el Parque Cultural de Valparaíso (Ex Cárcel) y la publicación de una carta que acusa el desplazamiento de muestras previamente acordadas por la extensión del trabajo de la cantautora ha sido foco de múltiples debates en redes sociales.
Entre ellos, la existencia de una presunta debilidad de estos espacios ante la presión de los medios y el “gusto masivo” en desmedro de artistas menos populares. Un enfoque que para el filósofo y teórico del arte, Sergio Rojas, constituye una mirada superficial a los temas de fondo que subyacen a la polémica.
El académica de la Universidad de Chile explicó que “lo que se instaló es el hecho de que los espacios de exhibición e incluso ciertas políticas culturales estarían hoy cediendo a la presión de los medios, el gusto masivo, el rating, como se dice. En ese sentido, la exposición de Mon Laferte aparece como eso, más allá de ella y del valor que tiene su trabajo, que puede ser también objeto de análisis crítico”.
“Pero más allá de la dimensión artística de su trabajo, diría que Mon Laferte está en lugar de una polémica que es mucho mayor, que es digna de atención, y que es esta especie de tensión que se produce, este discurso de confrontación, entre lo que serían los criterios disciplinarios, intra-artísticos, y lo que son los medios, el rating”, añadió Rojas.
Mon Laferte es nombrada como Embajadora Cultural para el Mundo del Parque Cultural Vaparaíso ex Cárcel. Foto: Ministerio de las Culturas.
Algo que constituye uno de los debates más longevos en el mundo de las artes, “es el problema que se planteó hace ya décadas atrás como el conflicto entre la ‘alta cultura’ y la cultura popular, que primero era entre la ‘alta cultura’ y la ‘baja cultura’. Son temas que se vienen discutiendo desde la época de Umberto Eco, por lo menos 30 o 40 años atrás. Ahora, están ocurriendo cosas muy complejas e interesantes cuando hablamos hoy de cultura popular o masiva”, compartió el filósofo.
Sobre esto, agregó que se trata de “espacios no solamente de circulación o distribución, sino que hoy también son de producción. De hecho, muchos artistas trabajan como parte de sus exploraciones y de sus investigaciones en estos nuevos espacios. Entonces, preguntarse por la relación entre estos no es solamente hacerlo por lo que debiese existir, sino por aquello que ya está sucediendo. Y en todas las prácticas contemporáneas de arte no hay temas ni contenidos que sean privativos del espacio artístico instituido. Hoy nos encontramos en un cómic con reflexiones extremadamente complejas, no solamente desde el punto de vista del contenido, sino que también de la forma”.
¿Qué es el arte?
Sin embargo, y a juicio del académico, una de las grandes reflexiones que se desprenden de este episodio tiene relación con la constante pregunta por quién -o qué- define lo que es arte. “Es una pregunta que que no pierde vigencia, siempre y cuando uno sepa hacerla“, sostuvo Rojas.
“De lo contrario, cae en una cosa muy estéril. Hoy, y esto es algo que trabajo y discuto con los estudiantes permanentemente, la pregunta por el arte es una que también conduce al pensamiento. Para mí, el arte es un modo de pensar, de abrumarse, de sorprenderse ante lo inédito, ante lo tremendo de la existencia, y eso hoy está ocurriendo en todas las prácticas artísticas”, afirmó.
En esa línea, aseguró que “por eso es que creo que esa carta, que no la cuestiono, tiene algo de defensa corporativa. Y con esto quiero decir que se desliza que Mon Laferte está en lugar de algo. Lo que yo me pregunto es en lugar de qué está Mon Laferte, allí, cuando se reacciona contra su exposición. También que hay que precisar que aquí el problema no es Mon Laferte y su obra. Aquí el problema se ha producido con la administración del espacio en torno a la programación“.
“Para decirlo en simple: ¿Tiene derecho Mon Laferte a exponer en esa sala? Mi respuesta es absolutamente, por supuesto que sí. Ahora, ¿tiene derecho a, entre comillas, pasar por encima de los demás? Por supuesto que no. Pero no es ella la que pasó por encima de los demás. Viéndolo desde afuera, uno dice, bueno, lo más probable es que el jefe de programación, Alonso Yáñez, haya defendido la parrilla que él ya había coordinado con los artistas, hubo una tensión ahí y se le desvinculó. Ese triste desenlace me parece muy lamentable”, añadió el teórico sobre el origen de la polémica.
“Te amo”, la exposición de Mon Laferte que llega a Teatro a Mil. Imagen: Teatro a Mil.
Aún así, es tajante al recalcar lo conflictivo que resulta el cuestionamiento a la condición de artista de la cantautora: “El arte no es una forma de comunicar ni de transmitir un mensaje simplemente, porque si de eso se tratara, habría otros medios que serían mucho más efectivos, sino que se trata es de procesar. Más que de elaborar respuestas, es de plantear preguntas”.
“Yo creo que las personas han ido a ver esta exposición porque sintonizan, y esa es la razón por la cual se extiende el periodo de la exhibición. No están yendo solamente a ver la obra de una artista a la que valoran, y que es algo que se dice también en la carta, en un ámbito distinto, que es el de la música, sino que se encuentran con un contenido, con una reflexión con la cual conectan. En ese sentido, ¿quién podría decir, o con qué criterio podríamos decir que eso no es arte? Eso es lo que me parece también un tema que plantea esta discusión”, reflexionó Rojas.
Por eso, concluyó que “los colegas están en todo su derecho de hacer la carta, y el desenlace que ha tenido en la salida del jefe de programación me parece que admite, e incluso exige, llamar la atención sobre ese punto. Pero se confunde totalmente si consideramos esto como un cuestionamiento a la propuesta de Mon Laferte“.