La Doctora en Estudios Latinoamericanos y coordinadora académica de la Cátedra de Racismos y Migraciones Contemporáneas de la U. de Chile, Ximena Poo, abordó la evolución de la xenofobia en nuestro país.
En conversación con Radio y Diario Universidad de Chile, la académica explicó que, desde la configuración de la República y el Estado moderno en Chile, las estructuras que tienen que ver con el racismo y la xenofobia han estado presentes. “Y eso se ha expresado hacia los pueblos originarios hasta el día de hoy, y también con todo al que se considere un otro“, añadió.
“Un otro que viene a ser más disruptivo, a romper la norma. Y al mismo tiempo, Chile es un país muy institucionalista, es decir, muy apegado a lo que dice la ley”, indicó.
Por dicha razón, señaló que “cuando las instituciones no son claras, como el Estado, los gobiernos, respecto de qué hacer, por ejemplo, con el fenómeno migratorio actual, las personas empiezan a generar una bola de nieve en relación a ese otro. Ese otro que todavía no configuran bien. Que tiene marcas: de la piel, de la clase, de género y también la de la nacionalidad, en el caso de lo que estamos viendo hoy en Chile”.
“Y eso está acentuado especialmente con algunas nacionalidades porque no con todas. En general con la Argentina, Uruguay, incluso Bolivia y Perú, ha habido siempre una relación mucho más horizontal en términos de la construcción de ese otro. Entonces, cuando empieza a llegar una migración desde Colombia, Venezuela caribeña y no caribeña, Haití y República Dominicana, principalmente, ese otro migrante se va constituyendo con una marca mucho más fuerte”, detalló.
¿Cómo has observado la evolución de la xenofobia en Chile?
La institucionalidad, es decir, el Gobierno y otras áreas de las instituciones que nos gobiernan, no han sido claras. Creo que aquí han faltado también campañas en relación a separar la migración de la delincuencia y la criminalización.
Sí tienen por supuesto conexiones, pero son cosas muy distintas al momento de tratar en políticas públicas, en también movilizar a la opinión pública. En eso nuestras instituciones no han sido capaces de tener un discurso progresista y basado en los derechos humanos en relación a la migración. Y eso también cala muy profundo en las personas.
Entonces, es muy complejo a nivel institucional y a nivel de vida cotidiana, porque esto permea la vida cotidiana y por eso mencionaba que Chile es un país muy muy apegado a lo que dice la institución, la autoridad.
Esto ha permeado en la vida cotidiana y sobre todo con algunas nacionalidades por un tema de convivencia. No se ha sabido llegar a las comunidades, los barrios, las juntas de vecinos. Y eso acrecienta la xenofobia, porque no se llega a acuerdo, por ejemplo, respecto a cosas cotidianas tan fáciles de solucionar como la música y los gritos.
Sobre la posición que tiene la derecha, ¿se saca partido a la xenofobia por parte de estos sectores políticos?
Aparece también en años electorales como chivo expiatorio, por supuesto, para todas las causas. Y en ese sentido, la derecha en Chile ha utilizado la migración, sobre todo la venezolana, para decir que ellos no quieren una “Chilezuela“. Por otro lado, les empieza a molestar la población venezolana por las formas de vida de algunoos, Y también se criminaliza.
Es lo mismo que hizo Trump: apela al voto del mundo hispano, el mundo latinoamericano de las etapas más antiguas de desplazamiento. Los cubanos, venezolanos y mexicanos, principalmente, que es un voto muy anti-migración. O sea, migrantes que votan contra los migrantes.
¿Existe este mismo fenómeno en la izquierda?
El progresismo también ha sido muy antimigrante en el último tiempo. Son una minoría los que están de acuerdo con separar la migración de la criminalización, de hacer leyes integrativas. Yo creo que se ha visto con los proyectos de ley.
Ya se ha visto en Europa: le dice la izquierda a la derecha “negociamos en términos de que ustedes no nos van a seguir derribando el sistema de seguridad social.” Pero sí se les concede ser mucho más restrictivos en la frontera. Entonces, viene un auge de ultra derecha, pero también apoyado de alguna manera por conservadores más de centro.
Entonces, países como Chile, que tiene de vecino a una Argentina que está gobernada por Milei, de alguna manera se acopla a ese tipo de negociaciones. Ahí viene la pregunta ¿se puede tener una migración segura, ordenada y también regular? Por supuesto que sí, pero ahí nos falta un Estado que sea proclive a eso.
¿Qué medidas debería adoptar el Estado para evitar una agudización de la xenofobia?
Si el país crece en términos laborales y hay menos informalidad y más trabajos formales, que quienes han migrado a Chile puedan acelerar la regularización de sus papeles. Yo estoy por la regularización rápida, van a poder entrar al mundo del trabajo formal.
La informalidad lo único que trae es incertidumbre y miedo, Por supuesto, que muchas personas puedan caer en mafias de comercio irregular y otras. Y todo lo que sabemos con lo que significa no tener trabajo y tener que sobrevivir, entonces es importantísimo, pero Chile no tiene un plan de regularización, no existe.
Esa es una medida de urgencia, a mi juicio. Y hay otra, creo yo, que es garantizar que ningún derecho de niñas, niños y adolescentes sea conculcado. Los niños tienen que estar regularizados para tener acceso a derechos sociales básicos.
El Estado está al debe y pensábamos que un gobierno progresista iba a a tener una cartografía y una película mucho más clara respecto de lo que está pasando, iba a actuar a tiempo. Creo que este gobierno ya no lo hizo, pero nos queda este año, hay que ver de aquí a diciembre que por lo menos haga algo en los aspectos de regularización.