Corría el año 1976 cuando el Calypso, histórico buque del explorador Jacques Cousteu, aterrizó en las costas de Rapa Nui. Uno de sus compañeros en aquella expedición era Henri García, un joven buzo que ya había participado en varias de las exploraciones del francés.
Pero no fue un viaje como el resto. Tras acompañar un tiempo a Cousteau, Henri decidiría desembarcar en la isla y asentar allí sus raíces para siempre. A partir de entonces, el francés se transformaría en uno de los personajes más fascinantes de las costas rapanui, dejando un legado que se extendió al formato audiovisual tras su fallecimiento el 2016.
Fue entonces cuando el cineasta Julián Fernández Prieto optó por realizar una película que retratara las diversas dimensiones de quien él mismo define como “el último pirata”. Aunque su relación con la figura de Henri partió mucho antes.
“Yo conecto con él porque mi padre parte con esa relación“, explicó el director en conversación con Radio y Diario Universidad de Chile. “Ellos comienzan trabajando el año 83, por ahí, y yo nací en el 81, así que era una guagua. Y siempre tuve una relación con ellos desde la observación de estos personajes que hacían cosas. Poco a poco, me fui vinculando más a Henri, más como un sobrino, se podría decir”.
“Henri, el último pirata”
“Él me enseñó a bucear. Como ambos eran buzos, tenían esa situación de estar probando equipos, la piscina. Había una relación constante de cosas. De equipamiento, de historias, de este francés que llegaba de Rapa Nui, aparecía por la casa y contaba historias que en esa época parecían fantasías, sobre Jacques Cousteau y todo el tema”, recordó Fernández Prieto.
Una visión infantil que se permeó de verosimilitud cuando llegó el fallecimiento de Cousteau, en junio de 1997: “De repente, toda su historia empezó a tomar fuerza. Ya no era solamente el mito, porque después mi papá y Henri intentaron traer la sociedad Cousteau a Chile. De hecho, vino Pierre Cousteau con Diana, que son los más chicos de los Cousteau. Viajaron a Chile y pensé ‘espérate, toda esta cuestión era de verdad’. O sea, viene el hijo de Cousteau, se quedó en mi casa, yo le presté mi pieza. Ahí empezó a cobrar mucha más fuerza todo. Era verdad lo que decía este compadre, y era verdad lo que se dice por acá. Y así empiezo a construir la historia”.
“Paralelamente, era muy amigo de Loti, el hijo de Henri. Él es más chico que yo, pero siempre tuvimos una relación súper cercana. Y con él empecé a tener una amistad, mientras que paralelamente estos dos personajes hacían cosas, nos llevaban a rodajes y así. Habitábamos ese mundo de aventuras”, sumó el director.
Ese es el vínculo central de “Henri, el último pirata”, la más reciente cinta de Fernández que aborda todas las aristas del buzo, y que llegará a las salas chilenas el próximo 20 de marzo.
Apostar por la aventura
Al momento de rememorar el trabajo detrás de la construcción del filme, su director recuerda un episodio en particular que unió el interés de todos los creadores que fueron parte de la película. Uno que, igualmente, figura entre los mayores misterios de la exploración moderna en nuestro país.
“Henri fue una persona que descifró demasiados misterios del mundo precolombino en Chile y en América. En el año 95, hacen la expedición al volcán Licancabur. Eso diría que es lo que a mí más me sorprendió y que, además, es la anécdota que nos vinculó a todos los que estamos trabajando en la película, y que es cuando encontró la bola de cristal en el volcán. Hoy en día es un mito urbano de San Pedro de Atacama. Está la historia de la bola, este tipo que la encontró, y eso es algo que mantiene un estado súper místico, de que no hay una respuesta”, rememoró el cineasta.
“Para mí, eso fue un tema súper importante de abordar en la película porque pensé ‘ok, esto es algo que mantiene ese halo de misterio y ese espacio que hoy, en este mundo tan conectado y tan masivo, te hace darte cuenta de que existe todavía esto que no tiene ninguna respuesta’. Hay tipos que dicen una cuestión, otros que no. Otros dicen que este gallo lo tiró. Da lo mismo. Se construyó una atmósfera gigante en relación a ese acto. Y a mí, eso me parece algo excesivamente mágico”, sumó.
Un elemento del cual se desprende una de las principales herencias que el documental rescata de la figura de Henri, y que tiene que ver con un modo de vida que incentiva la aventura. “Para mí, Henri es mucho ese pirata que llega a un lugar con respeto, se integra a una comunidad, ellos lo reciben, se casa, tiene hijos rapanui, se vincula con el medio. Entre piratas cada uno tenía sus propias leyes, siempre desde una mirada de lo que fuera bueno para su comunidad. Me parece que Henri es un pirata de esas características. De esos de los que nunca se habla y siempre está puesto como el zángano. Pero en este caso, es un pirata que va construyendo una historia personal con propias reglas, con propias historias, con su propio camino”, reflexionó Fernández.
“Henri, el último pirata”
“Por eso le puse ‘El último pirata’, porque ya no quedan. Jacques Cousteau también se fue y era ese tipo de pirata. Los que quedan son los que van y asaltan barcos. Pero los buscadores de tesoros y más aventureros en este mundo moderno se acabaron. Por eso que viene esta historia. Ese es un mundo de piratería que dejó de existir. El mundo moderno se lo comió, y cuesta mucho descubrir cosas hoy en día. Siempre defiendo el mantener vivo el sueño de ser exploradores. Todavía queda mucho por descubrir“.
Aunque esa no es la única herencia que la película toma de estas figuras: “Creo mucho en lo colaborativo. Nosotros tenemos una sala de cine acá, en Puerto Varas, Menos uno cine, que es un proyecto que funciona muy colaborativo. En este caso, me preguntaba cómo sociabilizo algo que es súper personal, que es mi vida propia y mi propia experiencia de esto. Cómo la llevo y la sociabilizo sobre un equipo, y que el equipo tenga la libertad de poner lo suyo y ser parte también de esta historia. Para mí eso es súper importante, que todos se sientan parte no solo por haber filmado o haber hecho el sonido, sino porque sus opiniones valen“.
“Él era una persona muy generosa, y eso fue súper importante para nosotros, que este colectivo pudiese acercarse a la historia desde una manera noble. No siempre pasa eso con las películas. Pasa mucho que se hacen y después ahí quedó. Te fuiste a meter con una comunidad en no sé dónde, sacaste toda la información, te fuiste y después la estrenaste y bueno, gracias. Grabamos en Rapa Nui y para el primer corte nos devolvimos para allá y se la mostramos a la familia, le hicimos un pequeño screening para que nos dieran su punto de vista y fueron los primeros en verla. Eso era lo más importante. Y siento que ha sido súper bonito porque ha sido bien recibido. La familia está contenta. Nosotros estamos contentos. Estamos llegando al final de la historia”, concluyó el cineasta.