Los íntimos recuerdos de Marta Fritz con Gladys Marín: "Siempre quiso vivir la vida intensamente"

Este 6 de marzo se cumplen 20 años de la muerte de la histórica dirigente del Partido Comunista. Su amiga recorre con la memoria casi toda una vida juntas y señala: “Quiero que conozcan a la Gladys como realmente era, una mujer feliz”.

Este 6 de marzo se cumplen 20 años de la muerte de la histórica dirigente del Partido Comunista. Su amiga recorre con la memoria casi toda una vida juntas y señala: “Quiero que conozcan a la Gladys como realmente era, una mujer feliz”.

“Esta ha sido por años nuestra sala de reuniones de la Brigada de la Memoria Popular”, cuenta Juan Carlos Arriagada mientras sirve un café.

Juan Carlos fue parte de la dirección nacional de las Juventudes Comunistas en el período de la Unidad Popular. Trabajó codo a codo con Gladys Marín en las transformaciones sociales que sacudían al país durante ese intenso periodo de la historia de Chile.

Unos rayos de sol de mediodía invaden la sala. Juan Carlos le avisa a Marta, su compañera de militancia y esposa, que había llegado. La sala está decorada con fotos de la Brigada de Memoria Popular, Salvador Allende, Gladys Marín y del estallido social de octubre de 2019.

Al sentarse, Marta dispara rápido una frase: “Quiero que conozcan a la Gladys como realmente era, una mujer feliz”.

Marta Fritz, amiga de toda la vida de Gladys Marín y compañera de militancia, toma un poco de café antes de comenzar a responder las preguntas. Desde este punto, todo es un viaje por los recuerdos de Marta.

Gladys y Marta se conocieron en la Escuela Normal Nº 2 de Santiago. Desde ahí, fueron inseparables. 

Marta Fritz

Marta Fritz

Marta acompañó el trabajo militante de Gladys, participó en sus campañas al Congreso y trabajaron con la juventud para transformar la sociedad. Con la llegada de Salvador Allende a La Moneda, todo se agudizó.

“Fue un verdadero sueño, el tiempo de la Unidad Popular. Preparar las campañas, trabajar, salir. Teníamos una Jota maravillosa, llena de trabajos voluntarios, de trabajo de memoria. Muy activa. Nosotros construimos plazas, drenajes, visitamos centros de trabajadores”, rememoró. 

La larga noche

Sin embargo, el sueño de cambio duró solo mil días. El 11 de septiembre de 1973, las Fuerzas Armadas derrocaron al Gobierno de Salvador Allende e instauraron una dictadura militar por 17 años. 

“Nuestra reacción con Gladys se intensificó mucho más porque la situación lo requería. Yo era la persona que estaba detrás, mi nombre no era tan conocido. Entonces pude ayudarla con ese peligro tan duro que empezamos a vivir”, señaló Fritz.

Marta detalló que lo primero que hizo fue ayudar a Gladys con sus hijos y todos los cuidados que se necesitaban. “Había mucha restricción, además que nunca habíamos vivido un periodo así. Pero una adhesión entre la juventud, los deseos, el recuerdo que teníamos de lo que habíamos vivido, nos dio la fuerza necesaria para emprender este periodo de clandestinidad. Y sin medios“.

“Tomé relación con sus hijos, con los cuidados que se podía, porque contábamos en esos tiempos. Y aparte de eso, Juan Carlos me coordinó para que me juntara con ella en una de las tantas casas que fue parando e informando a ella directamente de la situación, dándole ánimo también. Porque ahí estaba esa Gladys, madre desesperada, porque no sabía nada de ellos. Supo de los allanamientos a su casa, los niños debieron pasar a la casa de los abuelos”. relató.

La relación entre Marta y Gladys se transformó acorde a la nueva realidad que trajeron los militares al país: constantes traslados de una casa a otra, contactos a través de terceros y cartas con información, la justa y necesaria.

Marta destacó el papel de las mujeres durante la dictadura: “Pudimos ver cómo la mujer cobró otro papel en esta circunstancia. Yo, por lo que me tocó vivir, vi que fueron más valientes en el sentido de arriesgar casas, para abrir las puertas. Porque los hombres, incluso compañeros, pedían, sáquenla de aquí porque estamos peligrando todo, va a ser peor”.

En ese periodo, Marta tomó contacto con el esposo de Gladys, Jorge Muñoz Poutays, alto dirigente del Partido Comunista y detenido desaparecido desde mayo de 1976: “Fue un gran error. Tuvimos suerte, sí, porque de ninguna manera hubiera tenido contacto con ella, con sus hijos. Podía haberse dado todo ese triángulo, circunstancias, a través de un tercero. Pero lo hice directo, resultó felizmente y salimos adelante”.

Jorge Muñoz Poutays y Gladys Marín

Jorge Muñoz Poutays y Gladys Marín

Fritz recuerda que Gladys siempre se imponía. Aprendió a vivir en la clandestinidad. A trasladarse de casa. A cambiarse de ropa o “disfrazarse” para asistir a lugares de encuentro.

“Se le tiñó el cabello y me preguntó cómo se veía, a lo que le respondí que se veía igual. Le  habían cambiado el color del pelo, pero su rostro seguía siendo igual. Además, le dejaron el cabello muy negro, resaltaba, era para mirarla”, recordó.

En esa línea, enfatizó en que Marín siempre, hasta el último minuto, estuvo preguntado por sus compañeros y también llegaban muchas noticias. “Recuerdo que una vez lloraba, me abrazaba, estaba angustiada. Nos habían dicho que habían ejecutado a Eliana Araníbar, nuestra compañera. Habíamos estado en el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en Alemania Oriental unos meses atrás. Eliana era muy buena para los chistes y las bromas, entonces la recordábamos, abrazadas y llorando. Después, nos enteramos de que era una información falsa. Pero la lloraba, ya lo habíamos hecho y la pena ya la habíamos sentido”.

En diciembre de 1973, por decisión del Partido Comunista, Gladys Marín se asiló en la embajada de los Países Bajos en Santiago, permaneciendo allí ocho meses debido a que la dictadura militar le negaba el salvoconducto.

Ella no quería ingresar a la embajada. Después no quería salir del país. Y tomó finalmente la decisión también por cartas que le llegaron de Jorge y otros compañeros”, complementó.

“En el traslado de Gladys a la embajada fueron apareciendo varias personas que nos daban la mano, como un cura holandés, que a través de él yo podía enviarle cartas de diez líneas, todo bien revisado, que no fuera a deslizarse nada que pudiera perjudicarla”, contó Marta.

En esa línea, Fritz sostuvo que le hicieron llegar a la embajada recados de la dirección de la Jota, de cómo estaban funcionando. “Para ella el mejor regalo era saber de sus compañeros”.

Gladys partió al exilio con el objetivo de denunciar los crímenes cometidos por la dictadura militar y buscar apoyos para la resistencia popular.

Mientras Marín organizaba las ayudas internacionales, Fritz continuó en Chile con labores partidarias. Estuvo trabajando con Jorge Muñoz hasta que fue detenido y desaparecido por la dictadura militar en un operativo levantado en Calle Conferencia 1587Por otra parte, Marta siguió visitando a los hijos de Marín y Muñoz. Siempre un día martes.

En 1975, por decisión del Partido Comunista, Fritz se reunió con Gladys en Bogotá. “Estuve 20 días con ella. Nos faltó tiempo para conversar, para hacer mil cosas. Ahí nos quedamos en un departamento de la mamá. Con todos los cuidados que requería la situación”.

Pero la tarea de Marta no solo consistió en visitar a su gran amiga, sino que también de clarificar a la dirigenta la situación política en Chile. Y viceversa, traer a Chile los informes de Marín. Nada escrito. Todo aprendido de memoria.  

Fuimos muy felices

Gladys y Marta siguieron su comunicación a través de cartas hasta 1978. En esa fecha, le llegó una misiva en la que se le señala que se debe reunir con una persona que viene del extranjero y debe facilitar una casa para el encuentro. 

Un compañero de trabajo en el liceo donde hacía clases facilitó su casa que estaba en las cercanías de la Plaza Bogotá, en la comuna de Santiago. 

“El compañero obviamente no podía estar en casa. Estaba sola esperando hasta que tocaron la puerta, abrí y grité; ¡Yo sabía! Metí la pata. No debía sorprenderme, pero no pude evitarlo. Yo sabía que era Gladys”, relató.

“Conversamos todo lo que pudimos dentro del plazo que tenía ella. Ahí ya venía transformada. Parecía vieja. Porque le habían rellenado los pómulos. Unos lentes gruesos. Un peinado de vieja. Así, muy empaquetado. Poco natural. Me preguntó cómo se veía y le respondí que parecía una vieja de mierda”, rememoró respecto al encuentro.

Gladys Marín

Gladys Marín

En 1978, Gladys Marín regresó definitiva y clandestinamente a Chile para encabezar el trabajo de dirección del Partido Comunista; en 1984 asumió como subsecretaria del PC y en 1986 como jefa política del brazo militar del partido, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez.

Pese a las circunstancias y a la brutalidad de la dictadura, Marta recuerda que cuando estaban juntas “era otra vida, hacíamos una vida más normal. Éramos cada una más auténtica. Entonces, si había que llorar, llorábamos, si queríamos cantar, cantábamos. Hacíamos todo lo que sentíamos. Sin miedo a ser nosotras. Ese es el grado de nuestra relación”.

“Gladys pocas veces cantaba, pero yo la escuchaba cantar. Me abrazaba, se reía. Era ella, totalmente otra persona. No la mujer política. Fuimos muy felices”, rememoró emocionada.

Marta en todo este periodo siguió siendo el nexo entre Gladys y sus hijos. Fue a través de ese enlace, que casi 10 años después, la dirigenta pudo reunirse nuevamente con ellos. 

Declaramos ante todo Chile

Tras 17 años de clandestinidad, y en un acto realizado en 1989 en el Estadio Santa Laura, Gladys Marín reapareció ante la opinión pública: “No renunciaremos a nuestra identidad como Partido, no renunciaremos a nuestra ideología, declaramos ante todo Chile que el Partido Comunista sale a la legalidad, terminó para nosotros la negra noche de la Dictadura. Viva la democracia y la libertad, viva la gente que lucha, viva el socialismo”.

 

Volodia Teitelboim

Volodia Teitelboim

“Recuerdo cuando volvimos a la luz pública. Fue toda una odisea, porque discutimos si hacíamos el acto o no y qué era conveniente decir. Gladys me preguntó cómo salía, le respondí con su cara normal. Me pidió que le buscara una falda corta. Al final, y después de probar distintas cosas, se puso una polera, una falda de blue jeans y salió al estadio”, señaló Fritz.

En 1994, Gladys Marín fue electa Secretaria General del Partido Comunista, el cargo más importante dentro de la colectividad. Además,  el 12 de enero de 1998, interpuso la primera querella criminal en contra de Augusto Pinochet, por la desaparición de su esposo, Jorge Muñoz. 

Y vino la enfermedad

Gladys estuvo a la cabeza del partido, fue candidata a senadora e incluso la primera candidata comunista a la presidencia de Chile.

“Pero viene la enfermedad, que es la parte dura. Todo ese tiempo, toda la actividad que ella desarrollaba, en todas las cosas y la intensidad del trabajo. Siempre fue una mujer de mucho estudio, de darlo todo. Y viene esta terrible y desgraciada enfermedad que la acoge, que… no nos percatamos, que era como aviso de que ella no estaba bien, que algo estaba pasando”, señaló Fritz.

El 25 de septiembre de 2003, Gladys Marín fue internada en una clínica de Santiago donde el equipo médico le diagnosticó la presencia de un tumor cerebral. El 1 de octubre viajó a Estocolmo para ser intervenida en la Clínica Karolinska.

El 19 de octubre viajó a La Habana para iniciar un proceso de rehabilitación dispuesto por su amigo personal, Fidel Castro.

Gladys Marín

Gladys Marín

Gladys Marín falleció a la una de la mañana del domingo 6 de marzo de 2005 en su casa de Lo Cañas, en la comuna de La Florida, Santiago, tal como ella misma lo pidió. Fue despedida en un multitudinario homenaje. Además, el Gobierno  declaró dos días de duelo oficial. A su funeral, asistieron políticos de todas las tendencias, entre ellos el presidente Ricardo Lagos Escobar.

Después de recorrer con la memoria casi toda una vida juntas, le pedimos a Marta Fritz que definiera a Gladys Marín: una “mujer cien por cien, bella, fuerte, alegre por sobre todas las cosas, con deseos intensos de vivir, siempre quiso vivir la vida intensamente, como diera lugar, peleadora. Para mí fue una gran mujer”.





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