El 8 de marzo es el recordatorio de que la lucha por los derechos de las mujeres no ha terminado y que, en un contexto político donde la ultraderecha avanza con discursos reaccionarios y antifeministas, es más necesario que nunca seguir organizándonos para garantizar una vida digna y equitativa para todas.
La lucha ha sido constante y ardua. Se han conquistado derechos fundamentales, como el voto femenino, el acceso a la educación y, más recientemente, la Ley Integral contra la violencia de género. Sin embargo, estos avances están en riesgo ante fuerzas políticas que buscan un orden patriarcal basado en la precarización y la violencia estructural contra las mujeres y disidencias.
Reconocer la posición de desigualdad nos pone en una posición distinta para hacer política: porque los avances son frágiles, porque los derechos están puestos en duda constantemente, no solo por la ultraderecha sino por nuestros mismos espacios de acción cotidiana.
“Avanzar y No Retroceder”, la consigna elegida este 2025, se materializa en tres ejes que, como feministas frenteamplistas, representan avances impulsados por nuestro proyecto político en la línea de cambios concretos en la vida de las mujeres.
Avanzar y no retroceder: en el derecho a una vida libre de violencia. Garantizar una vida libre de violencia requiere no solo leyes, sino su efectiva implementación con recursos suficientes y mecanismos que protejan a las víctimas. No podemos permitir retrocesos en los derechos conquistados ni la normalización de discursos que minimizan o justifican la violencia de género.
Avanzar en la autonomía de las mujeres y personas gestantes debe ser el centro del debate. No basta con defender el derecho a decidir con la consigna “mi cuerpo, mi decisión”, sino que debemos visibilizar que cada persona tiene razones personales, legítimas y diversas para interrumpir un embarazo, y ninguna de ellas debe ser cuestionada ni limitada por el Estado.
Además, es urgente avanzar en un Estado que cuide y establezca un énfasis en la necesidad de mayor organización, inclusión y trabajo en los territorios.
Las mujeres que estamos en la política debemos ser conscientes de nuestra responsabilidad de abrir puertas, crear redes de apoyo y levantar la voz por quienes aún no tienen visibilidad. Debemos promover que, mientras exista igualdad de acceso a las oportunidades, estas se traduzcan en igualdad de resultados. Apelamos a un reconocimiento social y cultural de los cuidados, a una autonomía reproductiva y planificación de la vida, y por sobre todo a una vida libre de violencia.