Científicos piden que todas las araucarias chilenas se declaren en peligro de extinción

Solo un tres por ciento de las araucarias Araucanas o Pehuén, podrían ser declaradas en peligro de extinción, esto pese a los diferentes antecedentes que han presentado grupos de científicos respecto al deterioro de la especie por la sequía que afectó a nuestro país entre el 2010 y este año.

Solo un tres por ciento de las araucarias Araucanas o Pehuén, podrían ser declaradas en peligro de extinción, esto pese a los diferentes antecedentes que han presentado grupos de científicos respecto al deterioro de la especie por la sequía que afectó a nuestro país entre el 2010 y este año.

Esta especie es de crecimiento lento y hay ejemplares de hasta mil años. Crece en terrenos arcillosos, rocosos y arenosos con buen drenaje y en lugares con bajas temperaturas, como la cordillera de los Andes y en sectores de la cordillera de la Costa. Estos imponentes árboles se encuentran entre la región del BíoBío y la de Los Ríos.

En mayo de este año un grupo de científicos de la Universidad de la Frontera solicitó que se cambiara la categoría de especie vulnerable por la de peligro de extinción, esto por considerar que existen riesgos de que este árbol pudiera desaparecer lentamente por efectos antrópicos, el ataque de hongos y ácaros producto de las sequías, incendios forestales y otros factores que pueden exterminar estos ejemplares.

David Jouannet, director regional de CONAF en La Araucanía explicó que el comité de clasificación de Especies determinó que solo se protegerá como especie en peligro de extinción un tres por ciento de las araucarias y según dice la autoridad se encuentran emplazados en terrenos privados y forestales. “Se reclasifica esta especie, porque no hay un vínculo con las comunidades locales, sin embargo el 50 por ciento de las que serán cambiadas de categoría están emplazadas en parques protegidos por CONAF”.

La extinción del Pehuén

Conaf, en la última prospección que realizó en 2016, detectó que cerca de trecientas hectáreas de araucarias tenían daños de diferente tipo en sus hojas, ramas y tallos producto de la sequía que afecta a la región. Por lo mismo, el organismo constituyó una mesa técnica conformada por académicos e investigadores de universidades como la Austral, la Frontera, U. de Concepción y laboratorios privados.

Mylthon Jiménez es Ecólogo Funcional Vegetal de la Universidad Austral y ha trabajado haciendo prospecciones en el parque Conguillio. En dicho lugar, el investigador se pudo cerciorar de la condición crítica en que se encuentra esta especie y de esta forma obtener la evidencia necesaria para demostrar el estado de régimen de hambre en que se encuentran las araucarias.

“La estrategia de estas plantas es cerrar los estomas, que son los poros que hay en las hojas, para de esta forma evitar la pérdida de agua. Las plantas naturalmente pierden agua por los estomas y al mismo tiempo, por esos mismos poros, ingresa el CO2 desde la atmósfera, el que es usado a través de la fotosíntesis para producir azúcares, que es el alimento de las plantas, ya que ellas fabrican su propio alimento”, detalla.

Por lo mismo, la araucaria, para protegerse de la sequía, entra en un proceso de régimen alimenticio, donde consume todas sus reservas con las que sobrevive a los tiempos de escasez hídrica. “Creemos que entra en un régimen de hambre y es que al no poder hacer fotosíntesis no fabrica su alimento a lo largo de los años que dura la sequía, por lo tanto, se va comiendo estas reservas y llega un momento que tiene un desbalance energético. Los carbohidratos que tiene acumulados ya no son suficientes para sustentar sus actividades y sus funciones vitales y entra en una depresión energética, esa depresión hace que esta planta pueda morir por no tener carbohidrato, a lo que se le suma una susceptibilidad al ataque de patógeno”, profundiza.

Las evidencias recabadas por Mylthon Jiménez en Conguillio demuestran que existe una crisis en el ecosistema de las araucarias, sumado a esto, el experto plantea que es pertinente que las autoridades fijen su mirada en factores como la factibilidad hídrica, el tamaño de la población, si están aislados reproductivamente, así como el rango de distribución. “No es lo mismo una especie que se distribuye a lo largo de todo Chile, como la lenga y el coihue, que la araucaria, que tiene una distribución súper restringida y especificidad del uso del hábitat, ya que vive en un ambiente muy particular, tamaños poblacionales pequeños y elementos reproductivos que la hacen vulnerable al cambio climático”, explica.

Al contrario de lo que plantea Conaf y el Comité de Clasificación de Especies que solo declaró un tres por ciento de los ejemplares en peligro de extinción, el ecólogo Mylthon Jiménez explica que para plantear esta nueva categoría no se puede hacer considerando un clima estable, ya que el cambio climático debería ser un factor fundamental a considerar.

“Hoy en día el cambio climático, como fenómeno, debe ser una variable a incluir cuando se decretan estos cambios en las categorías de conservación, porque un evento de sequía intenso o prolongado, que es lo que se predice a través de todos los modelos climáticos que va a ocurrir pronto, podrían pasar los límites de tolerancia de la especie, por lo tanto, poner en riesgo su permanencia, su existencia. Cuando tienes poblaciones pequeñas y rangos de distribución tan restringidos, un evento climático extremo puede ser catastrófico para esa especie, a diferencia de otras que tiene amplio rango de distribución donde podrían mantenerse refugiadas en otros lugares del territorio donde estos eventos climáticos no sean tan extremos”, explica.

El cambio del uso del suelo también se transforma en un factor complejo para el hábitat de esta especie, ya que con las plantaciones de monocultivo y el uso humano del territorio se ha ido compactando el terreno, lo que hace que las aguas no puedan penetrar cuando hay lluvia, generando que no existan reservas de agua para los meses de verano. En los terrenos boscosos se genera una especie de esponja en el terreno, ya que es mucho más suelto lo que permite la absorción y la mantención de reservas.

Sumado a esto, David Jouannet, director regional de CONAF en La Araucanía plantea que existe un problema con la recolección del piñón, semilla de este árbol milenario. “Cuando cada tres o cuatro años se produce un gran brote de piñones llega mucha gente foránea hacen la recolección de forma indiscriminada, esto no ha afectado la regeneración natural de los distintos sectores, pero si esto aumenta podría llegar a afectar”.

El Comité de Ministro tendrá la opción de cambiar la categoría de esta especie y declararla en peligro de extinción la última semana de noviembre. En esta instancia del Ministerio de Medio Ambiente deberá entregar su resolución. Las comunidades pehuenches y los científicos que han estudiado el deterioro de estos árboles milenarios piden que su posición sea considerada para mantener viva esta especie edénica del sur de Chile.





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