Estimado Juan Pablo;
Anoche fue el primer “debate” presidencial.
Esta es nuestra realidad. Cuatro desesperados candidatos, ningún partido político, todos en la tele y bien formateados. Por si acaso.
Permítame algunas reflexiones a propósito de que creo en la democracia.
El paternalismo no debe confundirse con el liderazgo.
En el primero el ciudadano deja en manos de otros la resolución de sus dificultades y luego se queja cuando no se siente satisfecho por el resultado de la gestión del otro. Así, es el Jefe el malo, el Diputado o Senador el que lo hizo mal, el Ministro o el Presidente. Nunca es el elector, el ciudadano, el que se equivocó.
En el segundo, el ciudadano asume plenamente su responsabilidad cívica. Se informa, piensa y resuelve según sus convicciones y en libertad, sobre aquellos asuntos de su interés personal y de acuerdo a las reglas constitucionales que rigen la nación. Es capaz de adherir a las ideas convirtiéndolas en acciones diarias y locales, en acuerdo y coherencia personal y comunitaria. Por lo tanto, se hace cargo de sus errores electorales e intenta resolverlos asumiendo su rol e identidad ciudadana.
¿Qué pasó que el registro electoral no cambió para esta elección?
¿Es culpa de "la Concertación", de "la Alianza"? o ¿Es culpa de una nación incapaz de asumir su responsabilidad cívica dejando a la ahora cada vez más escasa juventud aislada e ignorante de su historia reciente?
Si un pueblo no le habla a sus jóvenes y niños acerca de su historia, de sus errores, de sus éxitos, de sus sueños y esperanzas, el futuro es más que incierto. Es aciago.
Una nación que no entrega líderes es una nación sin hijos de su historia y de su cultura, es un pueblo desesperanzado y afligido porque se le cuesta reconocerse a si mismo, aprender de los errores y elegir sus caminos. Es un pueblo que pierde parte de su libertad y de su dignidad.
Gracias nuevamente por su esfuerzo editorial y su entrega programática. Es un aporte a la civilidad.
Atentamente,
Ps. Patricio Elgueta Cubillos
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