Cualquiera podría pensar que estando cerca la fecha de las elecciones presidenciales y parlamentarias en nuestra nación estamos viviendo el periodo de máxima democracia, donde la participación es el garante de la representación popular. Esto, claro, sería lo ideal de una sociedad que se considera justa, pero la realidad no es tan simple y no se puede sustentar en el puro hecho de la organización de un ordenadito proceso de votación periódica, para poder sentirnos orgullosos de nuestro sistema.
Para sentirnos orgullosos, tenemos que realizar algunos cambios a nuestra vida democrática, para que podamos conocer y discutir los diferentes proyectos de país que se presentan, con diferencias sustanciales para poder elegir, esto sería en condiciones ideales, donde se presenten ideas y propuestas sustentadas en reflexiones de visiones de país, lo que no se da en el caso nacional donde artilugios brillantes de frases publicitarias que encandilan en vez de informar, y donde la mayor discusión está dada por quien es el nuevo acompañante en las foto con tal o cual candidato, nublan los grandes temas.
El otro factor, que tenemos que cambiar para poder pensar en una verdadera democracia, sería el libre acceso de todos los sectores a los medios de comunicación en forma equitativa, lo que nos permitiría conocer las diferencias de propuestas, lo que en realidad no deja de ser más que una juvenil ilusión, porque más que cambiar esto, que es imposible, lo que hay que cambiar es lo que realmente tenemos que hacer, ya que más que seguir soñando con igualdad de presencia en los titulares de la prensa, que se sabe que defiende intereses de un sector en particular, es necesario fortalecer medios de comunicación que sean claramente ajenos a los ya existentes, con formato tradicional o virtual, considerando esta última la gran ventaja para los que queremos debatir con contenido un país diferente, pero sin contar con cuantiosos recursos para hacerlo.
Otra de las cambios que necesita nuestra democracia, es lograr pasar de la queja de la población sobre los problemas económicos, del mal sistema educativo, del deficiente sistema de salud, ambos convertidos en negocio, para pasar a la acción del cambio, pero claro, para esto primero hay que eliminar el temor al cambio del sistema, que es el que inmoviliza, ya que si les molestara tanto, surgirían organizaciones y propuestas aglutinadoras que generarían cambios importantes y vitales para recuperar lo que se ha perdido, desde prestaciones sociales, a recursos naturales y protección medioambiental, pero la mayoría se queda en la queja, mientras se prepara para ir al mall o ver los realitys en la tele.
Lo más preocupante es que la lista de lo que es necesario cambiar en nuestro país es tan larga que seguro más de algo se me olvidará de mencionar, así que creo que debemos ir de apoco, ya que no se puede cambiar todo de una sola vez, tememos que elegir una, la más importante y urgente, para ver si salvamos lo que nos queda de democracia, así que elegiremos un cambio que es básico y profundo a la vez, pero que es necesario: tenemos que hacer que las personas, “piensen” porque este cambio será el que lo cambie todo.
Felipe Olaechea es escritor y documentalista