Último debate… y con la calculadora en mano

Menos de un mes resta para las elecciones y enfrentados en pantalla, los candidatos a la presidencia no pudieron ocultar que ninguno es capaz de llegar a La Moneda por sí mismo y optaron por dejar de lado el debate de ideas para lanzarse un piquero a la pesca de los votos de sus contrincantes.


Menos de un mes resta para las elecciones y enfrentados en pantalla, los candidatos a la presidencia no pudieron ocultar que ninguno es capaz de llegar a La Moneda por sí mismo y optaron por dejar de lado el debate de ideas para lanzarse un piquero a la pesca de los votos de sus contrincantes.

 

Menos de un mes resta para las elecciones y enfrentados en pantalla, los candidatos a la presidencia no pudieron ocultar que ninguno es capaz de llegar a La Moneda por sí mismo y optaron por dejar de lado el debate de ideas para lanzarse un piquero a la pesca de los votos de sus contrincantes.

Era la última vez que se enfrenaban en pantalla antes de las elecciones de diciembre y, más allá de concentrarse en plantear propuestas concretas en sus eventuales gobiernos, los cuatro candidatos a la presidencia se centraron en un tema simple, matemático, pero esencial: conquistar los votos del otro.

Y es que estas elecciones se avecinan con la calculadora en mano, pues ninguno de los abanderados ha demostrado, hasta el momento, la capacidad de llegar a La Moneda por sí solo. Una ya casi segura segunda vuelta que mantiene una cuota de incertidumbre sobre si será Eduardo Frei o Marco Enríquez Ominami quien acompañe a Sebastián Piñera en la papeleta de enero, y el destino de los votos de Jorge Arrate, mantienen a candidatos y politólogos ocupados a la espera del 13 de diciembre.

Inquietud que se traslució en el debate de Anatel. Fue Arrate quien abrió primero la caja de Pandora, cuando llamó al candidato independiente y al de la Concertación a hacer un pacto para derrotar a Piñera.

“Yo voy a pelear hasta el último día cada voto (…) pero creo que es necesario que hagamos un alto ahora y que confeccionemos una pauta de acuerdos mínimos con el compromiso de apoyarnos recíprocamente, cualquiera de los tres que sea el que pase a la segunda vuelta. Esa proposición no implica ningún compromiso de gobierno, sino que implica un compromiso de ponerse de acuerdo de impedir que la derecha gobierne Chile", dijo el abanderado del PC y la IC, reafirmando su negativa de integrar un eventual gobierno de la Concertación, pero abriendo la puerta a negociar sus votos en segunda vuelta.

Sin embargo, los guiños de Arrate se movieron hacia el abanderado concertacionista y sus disparos estuvieron dirigidos al independiente, a quien le encaró la rapidez con que cambia de posturas. “Tus ideas son como los remedios, hay que mirarles la fecha de vencimiento”, increpó directamente a MEO. En cambio, con Frei mantuvo la distancia y la deferencia que acusaban los ex ministerios que lideró durante su gobierno.

Pero la estrategia de Arrate también da cuenta de la necesidad de captar los votos del independiente o impedir que los suyos se fuguen hacia allá, dada la pugna que sostienen por arrogarse la representación de la izquierda.

Al otro lado del ring Sebastián Piñera aprovechó la situación y se embarcó en coqueteos políticos con Enríquez Ominami, sosteniendo que tenían similitudes en sus críticas a la Concertación, luego que el candidato independiente manifestara su abierto rechazo a los dirigentes de los partidos del conglomerado. “¿Por qué la Concertación no debiera gobernar?”, le preguntó Piñera a MEO y continuó “¿Y cómo enfrentarías el alto desempleo y el crecimiento bajo?”. Pero al representante de la Coalición por el Cambio “le salió el tiro por la culata” cuando el diputado le respondió: “Convenciendo a gente como tú” empresarios, que deben pagar más impuestos, esquivando la aproximación que intentaba Piñera y buscando distanciarse en sus posiciones.

Poco a poco la discusión se fue centrando en los cálculos electorales, al punto que los tres candidatos más competitivos, cada uno a su turno y en su estilo,  repetía incesantemente que él serán quien pase a segunda vuelta, quien gane, quien tenga más votos, quien llegue a La Moneda. Un discurso que recordó un  famoso concurso de la televisión de los ochenta donde los panelistas hablaban fehacientemente sobre un objeto y los competidores debían adivinar quién miente y quién dice la verdad.

“Las yayitas”

Si en el debate anterior fueron los mismos candidatos quienes se encargaron de pegarse patadas en las canillas, en este, los periodistas de los canales de televisión comenzaron el foro sacándolos al pizarrón a dar cuenta sobre las debilidades de sus campañas.

Y además de las propuestas de gobierno que en los últimos meses vienen planteando los postulantes a La Moneda, la contingencia de las últimas semanas se hizo presente. La polémica acerca de la idea de “no eternizar” los juicios a los militares vinculados a violaciones a los derechos humanos durante la dictadura le rebotó como un bumerang a Sebastián Piñera, a quien le consultaron el mecanismo que utilizaría para esto, la posibilidad de indultar a condenados por estos casos y le leyeron una declaración de ex uniformados donde se planteaba un acuerdo para terminar con los juicios.

Pero esta polémica también salpicó a Eduardo Frei, quien se había declarado como un sucesor de Allende, en el marco de las declaraciones cruzadas por los casos de derechos humanos, pero que al consultarle por su evaluación al gobierno de la Unidad Popular durante el debate, sólo le otorgó un 4 de 10.

En aprietos pusieron también al representante de la Concertación al preguntarle sobre el reconocimiento a la deuda histórica con los profesores, la cual negó, y su ausencia en La Araucanía, pese a la crisis que se vive en la zona, lo que justificó por “motivos de agenda”.

Mientras que al candidato de la Alianza le consultaron directamente por el mecanismo para crear el millón  de empleos que promete y la calidad que estos tendrían, además de encararle la falta de mujeres en cargos de liderazgo en sus empresas.
 
En tanto, los periodistas sacaron a relucir el poco apoyo político que Marco Enríquez Ominami tendría en un eventual gobierno, al recordarle que denosta a los dirigentes de los partidos de la Concertación y la imposibilidad de sacar adelante la reforma tributaria, uno de los pilares de su programa de gobierno, sin contar con apoyo en el Parlamento.

De Jorge Arrate, los representantes de los canales asociados a Anatel, relevaron su negativa a formar parte de un eventual gabinete de la Concertación, pese a que el Partido Comunista tiene un pacto parlamentario con este conglomerado, y nuevamente insistieron en su falta de crítica al régimen cubano.





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