Científicos realizaron un estudio para analizar el comportamiento del territorio durante el terremoto del 27 de febrero en Chile, tanto en la tierra como en el mar.
La investigación además abarcó entrevistas a algunas personas sobrevivientes de la tragedia, tratando de registrar su comportamiento y las razones de su reacción.
En principio el estudio demostró que hubo una enorme variabilidad de las olas, ya que los registros marcan alturas que van entre los cuatro y treinta metros, con gran turbulencia de flujos del maremoto.
Además, según Marco Cisternas del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, hubo una gran diferencia entre los tiempos del ingreso del mar a tierra firme, pues el mar tuvo diferentes reacciones en el país, dependiendo de la zona. “Reconocimos un problema con el tiempo de arribo de las olas del maremoto. En algunos sectores llegaron veinte minutos después del terremoto, pero en otros demoraron hasta cuatro horas”, dijo.
La observación acerca de las reacciones de la población en el segmento sur de la zona afectada, demostraron que el comportamiento durante la trageida se basó en la experiencia que la población tenía del maremoto de 1960, lejos de alguna política pública en respuesta de la emergencia.
Laura Kong, Directora del Centro Internacional de Información sobre Maremotos, señaló que este tipo de estudios llaman a que la población deba adoptar una cultura de pronta respuesta.
“Existen dos partes en términos de los sistemas que se necesitan para alertar a la comunidad sobre un maremoto. La primera es la educación, la parte que uno hace, ya sea como comunidad luego que se siente el terremoto y tomar resguardo. La otra son los esfuerzos del gobierno, la rapidez con que puede alertar”, aseguró Kong.
En el caso de las poblaciones en las cuales el maremoto de 1960 no los afectó, hubo un efecto peor, lo que determinaría que solamente la experiencia en este tipo de tragedias permite una respuesta pronta de parte de la población.
Científicos realizaron un estudio para analizar el comportamiento del territorio durante el terremoto del 27 de febrero en Chile, tanto en la tierra como en el mar.
La investigación además abarcó entrevistas a algunas personas sobrevivientes de la tragedia, tratando de registrar su comportamiento y las razones de su reacción.
En principio el estudio demostró que hubo una enorme variabilidad de las olas, ya que los registros marcan alturas que van entre los cuatro y treinta metros, con gran turbulencia de flujos del maremoto.
Además, según Marco Cisternas del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, hubo una gran diferencia entre los tiempos del ingreso del mar a tierra firme, pues el mar tuvo diferentes reacciones en el país, dependiendo de la zona. “Reconocimos un problema con el tiempo de arribo de las olas del maremoto. En algunos sectores llegaron veinte minutos después del terremoto, pero en otros demoraron hasta cuatro horas”, dijo.
La observación acerca de las reacciones de la población en el segmento sur de la zona afectada, demostraron que el comportamiento durante la trageida se basó en la experiencia que la población tenía del maremoto de 1960, lejos de alguna política pública en respuesta de la emergencia.
Laura Kong, Directora del Centro Internacional de Información sobre Maremotos, señaló que este tipo de estudios llaman a que la población deba adoptar una cultura de pronta respuesta.
“Existen dos partes en términos de los sistemas que se necesitan para alertar a la comunidad sobre un maremoto. La primera es la educación, la parte que uno hace, ya sea como comunidad luego que se siente el terremoto y tomar resguardo. La otra son los esfuerzos del gobierno, la rapidez con que puede alertar”, aseguró Kong.
En el caso de las poblaciones en las cuales el maremoto de 1960 no los afectó, hubo un efecto peor, lo que determinaría que solamente la experiencia en este tipo de tragedias permite una respuesta pronta de parte de la población.
Científicos realizaron un estudio para analizar el comportamiento del territorio durante el terremoto del 27 de febrero en Chile, tanto en la tierra como en el mar.
La investigación además abarcó entrevistas a algunas personas sobrevivientes de la tragedia, tratando de registrar su comportamiento y las razones de su reacción.
En principio el estudio demostró que hubo una enorme variabilidad de las olas, ya que los registros marcan alturas que van entre los cuatro y treinta metros, con gran turbulencia de flujos del maremoto.
Además, según Marco Cisternas del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, hubo una gran diferencia entre los tiempos del ingreso del mar a tierra firme, pues el mar tuvo diferentes reacciones en el país, dependiendo de la zona. “Reconocimos un problema con el tiempo de arribo de las olas del maremoto. En algunos sectores llegaron veinte minutos después del terremoto, pero en otros demoraron hasta cuatro horas”, dijo.
La observación acerca de las reacciones de la población en el segmento sur de la zona afectada, demostraron que el comportamiento durante la trageida se basó en la experiencia que la población tenía del maremoto de 1960, lejos de alguna política pública en respuesta de la emergencia.
Laura Kong, Directora del Centro Internacional de Información sobre Maremotos, señaló que este tipo de estudios llaman a que la población deba adoptar una cultura de pronta respuesta.
“Existen dos partes en términos de los sistemas que se necesitan para alertar a la comunidad sobre un maremoto. La primera es la educación, la parte que uno hace, ya sea como comunidad luego que se siente el terremoto y tomar resguardo. La otra son los esfuerzos del gobierno, la rapidez con que puede alertar”, aseguró Kong.
En el caso de las poblaciones en las cuales el maremoto de 1960 no los afectó, hubo un efecto peor, lo que determinaría que solamente la experiencia en este tipo de tragedias permite una respuesta pronta de parte de la población.
