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La importancia de un centro de alumnos

Columna de opinión por Sebastián Silva
Viernes 16 de abril 2010 18:38 hrs.


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“Para lo único que sirven es para hacer fiestas o interrumpir las clases”, eso me lo dijo alguna vez una amiga que estudiaba en una universidad privada cuando le conté que la Fech había resuelto irse a paro.

Las paradojas de la vida. Ayer me escribió un correo rectificando sus palabras “qué terrible no tener un centro de alumnos cuando pasan esas cosas”, me dice. Su hermana estudia en la Uniacc y están preocupados por la imagen de la institución, luego del escándalo de las Becas Valech.

Como el terremoto reivindicó el papel de los medios de comunicación informativos y las organizaciones sociales más localizadas, cuando ocurren crisis en organismos de educación se hace imprescindible la voz de los alumnos organizados.

Los Centros de Alumnos y las Federaciones estudiantiles son un ejercicio básico de democracia. Es el primer acercamiento a un sistema de poder en el que cada miembro elige a sus dirigentes y participa en las decisiones que le son relevantes. Si bien se discute sobre dónde se va de paseo de fin de año o cómo organizar las fiestas de aniversario, también hay espacio para temas importantes. Sólo recordemos que fueron los pingüinos organizados quienes pusieron en alerta al país de la grave crisis de calidad de educación.

Varias – no todas – instituciones de educación privada no permiten a sus alumnos organizarse. Los jóvenes son simples clientes. Cuando firman el contrato que los liga con la Universidad, Instituto Profesional o Centro de Formación Técnica, se comprometen a no promover Centros de Alumnos o Federaciones. Para suplir esto crean una “oficina de asuntos estudiantiles”, que se encarga de las “necesidades” de sus clientes. Justamente, la fiesta de fin de año, el paseo, las obras sociales, pero silenciando la voz real del alumnado.

De esta forma mantienen el control total, se evitan paros y ruidos innecesarios y a la vez dejan asuntos que deben comprometerlos a todos reducidos al “caso a caso”, por ejemplo, un aumento considerable en los aranceles o la acreditación de carreras que aún siguen pendientes. A la vez, el poder total es la semilla de los abusos y la corrupción.

Para eso sirven los Centros de Alumnos y las Federaciones. Son la contraparte, velan por sus derechos básicos, por sus programas de estudio, se preocupan de fiscalizar a la autoridad, todo con el fin de velar por el bien de la institución y de ellos mismos. Así, los estudiantes no son reducidos a simples entes recibidores de datos, todo lo contrario, se transforman en lo que deben ser, el centro de una comunidad educativa.

Muy diferente hubiese sido la crisis generada en la Uniacc con una federación de estudiantes. Ellos ahora comienzan a organizarse y exigir derechos. Ojalá que esto genere una ola que llegue a los alumnos de otras casas de estudios para que una situación similar no les reviente en la cara.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.