Política Rossa

  • 22-04-2010

Que en política el cambio tiene poco que ver con la edad, acaba de quedar claro.  En Chile estamos viviendo una telenovela con todos sus aditamentos.  El problema es que no sale por la tele. Peor aún, afecta a una parte mayoritaria de la que, hasta el 11 de marzo, era la  coalición gobernante. Y como si todo eso fuera poco, en ella la política se confunde con la comedia y el drama. Todos elementos que pueden hacer grandes aportes a la literatura, al teatro, al cine, incluso a la TV, pero que no entregan un ápice de ideología, de valores y menos de progresismo, de innovación, de visión de cambio. Porque si los dirigentes políticos chilenos creen que representando a Romeo y Julieta contribuyen con su granito de arena para el desarrollo del país, están equivocados. Eso ya lo escribió  Mateo Bandell, en 1562.  Y lo transformó en una genialidad William Shakespeare, en 1595. O sea, de novedoso, nada.  Sí, mucho del vacío que aporta la virtualidad.

El pasado domingo 18, el senador Fulvio Rossi (40), uno de los más connotados representantes de la renovación política chilena, llenaba la portada del conservador diario El Mercurio. Era la entrevista más destacada de su cuerpo de Reportajes -morbosa amplitud y estrategia política del diario y divismo del senador. Y allí, el actual presidente del Partido Socialista (PS) intentaba explicar sus por qué de romper acuerdos, levantar y luego bajar su candidatura a la Presidencia de su colectividad. Todo era “por el amor de una mujer”.  Casi un bolero.  Pero con agregados de frases tales como “me reventaron” o “nadie tiene derecho a transformar a nuestra familia en un campo de batalla por el poder dentro de la Concertación.  Fuimos un escape al doloroso proceso pos derrota”. Así explicaba el por qué de su actuar y los problemas que hoy tienen en suspenso su matrimonio con Julieta -es un decir-, la ex diputada, ex ministra y ex vocera del candidato Eduardo Frei, Carolina Tohá (45).

El drama comenzó a gestarse casi inmediatamente después de la elección presidencial. En la Concertación, quienes siguen hoy al ex presidente Ricardo Lagos como el gurú de la política chilena vieron en Tohá la figura que podría eclipsar a Michelle Bachelet en la elección de 2014.  Y se lanzaron con todo a crear un referente.  Ello pasaba por darle un peso político que hasta ahora no tiene.  La presidencia del Partido por la Democracia (PPD) era el primer paso. Con ello se lograba también un segundo objetivo. Carolina podía derrotar al que hasta ahora ha sido un verdadero titiritero en el PPD, el senador Guido Girardi.  Y hay quienes aspiran a la misma función -aunque tal vez con un poco más de recato-, como el senador Ricardo Lagos Weber, hijo del ex Presidente y gurú, etc. -también es un decir.

El martes 30 de marzo, Carolina Tohá lanzó su candidatura por el sillón del PPD. El jueves 1, lo hizo Rossi, por el mismo cargo del PS.  Y, como un elemento más del drama por venir, transformó en nada el acuerdo que tenía con el diputado Marcelo Díaz, a quien apoyaría para que accediera al máximo sitial socialista. Era un trato que contenía toda una aspiración.  Era la nueva generación que pretendía renovar la política chilena, hacerla más atractiva y que dijera algo a la masa de jóvenes que aún se niega a ingresar el los registros electorales.

En el PPD las aguas se empezaron a enturbiar.  Eugenio Tirón, sociólogo, comunicólogo, lobbista, escribe en Twitter: ¡Muera Rossi!  Y otros cercanos a Tohá lanzan artillería pesada.  Lo acusan de machista, de ambición sin límite, de perjudicar a una gran mujer.  Porque, a todo esto, la argumentación apuntaba a la incompatibilidad de tener dos presidencias partidarias y un solo matrimonio nomás.  Y con razón, uno se pregunta ¿Por qué?  La respuesta no ha sido entregada.
Pero las telenovelas no se detienen.  Al contrario, mientras más capítulos y la audiencia esté en alza, mejor.  En este caso, el morbo ya había sido lanzado por el tobogán mediático.

El 9 de abril, Carolina anuncia que retira su candidatura porque “no es adecuado que dos personas que están casadas dirijan dos partidos que deben relacionarse cotidianamente”.  ¿Por qué? Tohá no ha dado entrevistas. Pero está claro que sus cercanos consideraron que tanta preponderancia del matrimonio bajaba sus bonos.

Otro martes, ahora el 13, Rossi hace un anuncio similar.  Y no esgrime razones políticas. Revela a El Mercurio que: “La operación era reventarme. La única manera que tenían de bajar mi candidatura era dañar mi vida personal. Era la única manera y lo lograron.  Tuvieron éxito”. En otra parte de la entrevista, agrega: “No entiendo cómo todo el entorno íntimo de Carolina me despedazó y ella no dijo ni una sola palabra”….”Fui objeto de un linchamiento público….¡Y Carolina no dijo nada!”

Para aumentar el desconcierto, Rossi agrega algo que ha sido evidente en todo este tormentoso capítulo.  Los socialistas no pronunciaron palabra.  Y él era candidato a la presidencia de ese partido, no a la del PPD. ¿Y por qué renunció Rossi, entonces?  Por amor. Chan, chan.
Para ser absolutamente franco, no entiende muy bien su sacrificio.  Es cierto que en política no hay muertos definitivos. Pero en lo cotidiano, sí.  Y hoy Fulvio deambula solo con su pena.  Carolina, lejos, guarda silencio.  Sus seguidores tratan de convencerla que ahora no hay moros en la costa y que vuelva al ruedo.  Ella duda y guarda silencio. Me imagino que con un poco de vergüenza ajena y propia, claro.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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